Alef: ¡O felices aquellos que no salen del camino real de la inocencia, y que en la ley divina siempre marchan, porque constantes con fervor la observan!
Un fragmento sobre “El tesoro de David: La revelación escritural a la luz de los Salmos (tomo II)”, por C.H. Spurgeon, y editado por Eliseo Vila Vila (Clie, 2020). Puede saber más sobre el libro aquí.
ALEF (1)
Versículos del 1 al 8
Versión poética
Beati immaculate in via: qui ambulant in lege domini (2)
Alef
¡O felices aquellos que no salen
del camino real de la inocencia,
y que en la ley divina siempre marchan,
porque constantes con fervor la observan.
Felices los que exploran cuidadosos
cual es de Dios la voluntad suprema,
porque todo su ardor, toda su gloria
es penetrarla, y ajustarse a ella.
Los pecadores duros y obstinados
no toman tanto afán ni tanta pena,
y cuanto más de Dios ciegos se apartan
más de su felicidad también se alejan.
Y tú, Señor, que tierno y amoroso
nuestra felicidad solo deseas,
con razón nos prescribes que guardemos
de tu ley santa las divinas sendas.
Ojalá que tu mano soberana
siga mis pasos, y mis pies detenga,
si acaso las pasiones impetuosas
empujarme quisieran hacia fuera.
Y entonces podré ver tus ordenanzas
sin que me causen pena ni vergüenza,
pues no tendré el dolor de haberlas roto,
y encontraré el valor de obedecerlas.
Te daré gracias por haberme dado
un puro corazón, un alma buena,
pues que a la luz de tus preceptos santos
me añadiste el placer de la obediencia.
Los seguiré, Señor, si tú piadoso
de tu divina mano no me dejas,
si tu bondad amante y compasiva
quiere fortalecer a mi humana flaqueza.
- Del “Salterio Poético Español”, siglo XVIII
Comentario general de los versículos 1-8: Los ocho primeros versículos contemplan la bienaventuranza que resulta de guardar los estatutos del Señor. (3) El salmista trata el tema con un enfoque piadoso más que didáctico. La comunión franca y sincera con Dios se alcanza a través del amor a su Palabra, que es la vía que él utiliza para comunicarse con el alma por medio de su Espíritu Santo. A la luz de estos versículos, la oración, la alabanza y todo tipo de acciones y sentimientos piadosos, brillan de manera especial cual rayos de sol entrecruzándose en una plantación de olivos. (4) Con ellos no solo se nos instruye, sino que se nos influencia a una emotividad santa y se nos ayuda a expresarla.
Aquellos que aman la santa Palabra de Dios son bienaventurados porque siguen el camino perfecto, y eso les mantiene aislados de toda contaminación (119:1); haciéndoles poco menos que santos (119:2-3); pues les conduce a buscar a Dios con sinceridad y ardor (119:2). Andar en tal santidad es algo muy deseable puesto que el Señor así lo ordena (119:4); y por tanto las almas piadosas lo piden fervorosamente en oración (119:5); pues sienten que todo su consuelo y valentía depende de ello (119:6). Y así, en la confianza de que su oración será contestada, ya en el proceso de ser contestada su corazón se llena de gratitud (119:7); y adopta la resolución solemne de no perderse esta bendición, si el Señor les concede la gracia suficiente que le capacite para ello (119:8).
Todo pivota en torno a dos palabras: “CAMINO” (5) – “perfectos de camino” (119:1), “andan en sus caminos” (119:3), “¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos!” (119:5)–; y “GUARDAR”: (6) “guardan tus testimonios” (119:2); “muy guardados tus mandamientos” (119:4); “guardar tus estatutos” (119:5); “tus estatutos guardaré” (119:8). Pero no hay en ello tautología (7) o repetición de la misma idea, aunque al lector superficial pueda darle esta sensación. A partir del versículo tres (119:3) se produce un cambio desde la tercera persona del plural, es decir de las afirmaciones colectivas en la relación con el Señor; a la primera persona del singular con declaraciones personalizadas de trato individual y directo con Dios; que se hace más claro e intenso a medida que avanzamos en la lectura hasta convertirse en los versículos finales (119:5-8), en una comunión estrecha y conmovedora. Es de desear que el lector perciba, a medida que avance en la lectura, ese mismo fervor que el salmista derramó sobre estos versículos y lo haga también suyo. De ser así, pronto dejará de ser un simple lector para doblar sus rodillas como suplicante; convertirá su lugar de lectura en oratorio, y su contemplación enfervorizará su adoración. (8)
C. H. Spurgeon
Comentario general de los versículos 1-8: Cada línea de estos ocho versículos comienza con una Alef, letra a la cual los antiguos judíos atribuían el significado de un buey, (9) un animal extremadamente útil y que hacía sentir dichoso a todo el que lo poseía. La clave de esta primera octava es: “Oh las bendiciones (o bienaventuranzas)”.
Frederick G. Marchant de Hitchin [1839-1881]
Comentario general de los versículos 1-8: Estos ocho versículos enseñan que la verdadera piedad es sincera, coherente, práctica, afable, inteligente, seria, activa, emotiva, diligente, humilde, precavida y desconfiada de sí misma; sistemática, honesta, confiable, sin mancha ni contaminación del mundo; sacrificada, altruista y segura en Dios. Se deleita en la acción de gracias, está siempre tan decidida a guardar la ley como dispuesta a admitir que sin la gracia divina no es capaz de hacer nada. También nos enseñan la enormidad del pecado de no creer en la palabra de Dios. Por tratarse de una ley, los incrédulos se niegan a caminar por ella; al ser un testimonio, se niegan a creer en su Hacedor; puesto que exige la justicia, se niegan a buscarla; ya que establece preceptos, no quieren obedecerlos; como sea que ordena estatutos, se rebelan contra ellos; siendo que establece mandamientos excelentes, se oponen a ellos; y pues que está llena de juicios justos, rehúsan admitirlos. No oran pidiendo gracia; no alaban a Dios por las misericordias recibidas; no tienen sentido de su dependencia o impotencia; y por tanto, nunca miran hacia el Padre de las luces de quien desciende todo don bueno y perfecto. (10)
William Swan Plumer [1802-1880]
“Studies on the Book of Psalms”, 1867
Vers. 1. Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. [Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. RVR] [¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del Señor! LBLA] [¡Cuán bienaventurados son los perfectos de camino, los que andan en la ley de YHVH! BTX] [Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. NVI] […]
(1) Dice Felipe Scio de San Miguel [1738-1776] en una nota a su traducción de la Vulgata: «Aleph, primera letra del alfabeto hebreo, inicial de estos ocho primeros versículos, significa en este caso “doctrina”». El ideograma representa un buey, animal de carga particularmente útil, y por tanto símbolo de la idea de bendición con la que comienza el Salmo: ’ašrê, “Bienaventurados”. Los cabalistas ven un toro, y él la potencia creadora de Dios contenida antes de la creación, y que precede a la Bet, letra clave de la segunda estrofa y del primer versículo de la Biblia: barêšî bǎrǎ. Alep es la trascendencia absoluta en el espacio y tiempo, el punto de partida de todas las cosas.
(2) Lo más probable es que la estructura alfabética o acróstica de este salmo en veintidós divisiones siguiendo las letras del alfabeto hebreo se hizo para facilitar su memorización. Se cree que David lo compuso mientras permaneció escondido en el desierto huyendo de la persecución de Saúl. Nota del “Salterio Poético Español”, siglo XVII.
(3) Dice Martín Lutero [1598-1682] comentando esta octava: «Donde no se enseñan claramente la verdadera palabra de Dios, no hay auténtica verdad de Dios. Podrá haber mucho ruido externo, mucha apariencia de santidad y formas rocambolescas de piedad hipócrita; hallaréis canto de salmos, oraciones, declaraciones doctrinales, todo tipo de acciones de gracias y todas las formas posibles de adoración a Dios sacadas de las más extravagantes interpretaciones de las Escrituras. Agregaré que podréis encontrar sufrimiento e incluso el martirio. Pero todo es parte de un mero espectáculo externo; formulismos de piedad aparente; todo es falso y fingido, tan solo mentiras; pues todo está plagado del veneno del diablo».
(4) El maravilloso efecto óptico de los rayos de sol filtrados por el espeso follaje de los olivos en los amaneceres o atardeceres, dando la sensación de proceder de múltiples ángulos, siempre han llamado la atención de pintores y fotógrafos que los han convertido en tema favorito de numerosas obras artísticas. Es a esto a lo que hace referencia aquí Spurgeon.
(5) En hebreo derek.
(6) En hebreo shamar.
(7) Figura retórica que consiste en repetir una idea o pensamiento expresándolo con las mismas o similares palabras.
(8) Francisco Lacueva [1802-1880] en su versión española del “Comentario de Matthew Henry” hace de esta estrofa en torno a la letra Alef el siguiente resumen: «Esta estrofa nos muestra que la felicidad consiste en cumplir el primer mandamiento de la ley. 1) El salmista muestra quiénes son los verdaderamente dichosos (129:1-3): “los perfectos de camino”, es decir, los de conducta intachable, que caminan en “la ley”: torah; el primero y más significativo de los sinónimos empleados en el salmo. Su verdadero significado, con frecuencia tan mal entendido, es “enseñanza, dirección” de Jehová. Esto equivale a “guardar sus testimonios” (119:2) edah: segundo sinónimo, es decir, las normas de conducta que atestiguan la voluntad de Dios. Vemos, pues, la correlación que hay entre “felicidad” y “obediencia”, y la tremenda equivocación que sufren los mundanos cuando piensan que una conducta santa es necia o aburrida. ¡Es todo lo contrario! No hay nada tan sabio y entretenido como cumplir con amor la voluntad de Dios (Romanos 12:1-2), pues la obediencia es el vínculo con que la impotencia se une a la omnipotencia: el que hace lo que Dios quiere todo lo puede. Pero es menester concentrar el esfuerzo mental y cordial: “transformaos por medio de la renovación de vuestra mente”, y buscar de todo corazón el conocimiento de Dios (ver Juan 17:3; 1 Corintios 8:1-3). Quienes tal hacen, no cometen iniquidad, pues el objetivo primordial de la ley: torah, es prevenir al hombre para que no marche por las sendas del mal, sino por los caminos de Dios
(119:3). “Camino”, derek, como “modelo de rectitud”, es el tercer sinónimo de la “ley” en el salmo; de modo que “andar en la ley de Jehová” (119:1) equivale a “andar en sus caminos” (119:3). 2). Fruto de esta consideración, y del encargo que Dios ha hecho (119:4) de que “sean diligentemente guardados sus preceptos”: piqqud, tercer sinónimo, que denota normas particularizadas de conducta para la vida ordinaria, el salmista expresa su deseo vehemente de guardar los “estatutos”: choq, cuarto sinónimo de ley (el autor parece haberse inspirado en el Salmo 19:7-11, aunque en el Salmo 19 el término choq no aparece) y que significa leyes divinas puestas por escrito para ser observadas permanentemente (119:5). Pero para tal observancia es menester una conducta firme, estable, afianzada; y el salmista sabe que si adquiriese esta firmeza, no se vería avergonzado (119:6) en el proceso de alcanzar su ideal: considerar
todos los “mandamientos divinos”: mitsvah, sexto sinónimo, un término general para indicar leyes divinas en la esfera de la vida religiosa. 3). El salmista promete ahora dar gracias a Dios con corazón recto (119:7) cuando aprenda los mishpat, séptimo sinónimo de ley, los justos juicios de Dios, ordenanzas o veredictos del Juez Supremo que regulan las rectas relaciones del hombre con su prójimo; con lo cual confiesa que no domina la asignatura, que le queda aún mucho por aprender de la ley de Dios. Durante toda la vida debemos ser buenos estudiantes de la escuela de Cristo, sentados a sus pies, sin tenernos jamás por maestros consumados. A esta acción de gracias, añade el salmista una ferviente oración (119:8) a Dios, a fin de que no le abandone hasta el extremo. Las personas más santas y piadosas son las que más temen la tentación, pues son las que más odian el pecado; y solo con la protección constante de Dios, se sienten capaces de guardar sus estatutos: choq, (primera repetición de uno de los sinónimos); es debido a que aquí el vocablo es muy apropiado, ya que el término hebreo procede de una raíz que significa “grabar en piedra”, y él desea tener siempre ante los ojos esos estatutos, a fin de no correr la suerte fatídica de Israel que volvían a caer en lo mismo y eran culpables constantemente de transgredir los estatutos de Dios».
(9) El alfabeto hebreo antiguo nos ayuda mucho a entender la cultura hebrea de la época. Tiene sus raíces en los antiguos alfabetos pictográficos, cuando las ideas se expresaban con dibujos de las cosas representadas, mantiene mucho de los mismos. Y mucho se ha especulado en esto. Por ejemplo, hay quienes afirman que la raíz para identificar a Dios que era “El” o “la”, a saber dos letras la “Alef” y la “Lamed”: una significaba “buey” y la otra “cayado de pastor”. El buey por su enorme fuerza representaba el poder; y el cayado de pastor la autoridad. La combinación de ambas letras significaba la autoridad unida al poder, esto es, la autoridad máxima: Dios. Felipe Scio de San Miguel [1738-1776] en una nota a su traducción de la Vulgata indica que: «Aleph significa doctrina».
(10) Santiago 1:17.
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