Los arqueólogos creen que los hipopótamos habitaron también el valle del río Jordán hasta el período de los jueces,
Fíjate en el hipopótamo, animal parecido a los bueyes,
pues se alimenta de hierba. A él y a ti los he creado.
(Job 40:15, TLA)
El término “hipopótamo” no aparece en la mayoría de las versiones castellanas de la Biblia. Únicamente se encuentra en esta cita de Job (40:15), en la Traducción al Lenguaje Actual, en la que se sustituye por “behemot”.
En griego es hippos potamios, que significa literalmente “caballo de río”, mientras que, por su parte, los árabes lo llamaban “búfalo de agua” y los antiguos egipcios, “cerdo de río”.
En la mitología del país del Nilo, la diosa de la fertilidad protectora de las mujeres embarazadas, Tueris, era representada con cabeza de hipopótamo. Lo cual indica que los egipcios conocían bien el carácter protector de las hembras del hipopótamo hacia sus crías. También reconocían su agresividad y peligrosidad para el ser humano.
Actualmente los hipopótamos habitan en África Central y en Sudáfrica, sin embargo, se han encontrado huellas, dientes y otros restos óseos en Ramat-Aviv, al noroeste de Tel Aviv (Israel), lo que indica que vivieron en los pantanos del río Yarkon, que desemboca al norte de esta ciudad israelita.
Los arqueólogos creen que los hipopótamos habitaron también el valle del río Jordán hasta el período de los jueces, hace unos 3000 años. Por lo que el hombre del Antiguo Testamento conocía y estuvo familiarizado con tales animales.
El hipopótamo común (Hippopotamus amphibius) en un mamífero artiodáctilo (poseen un número par de dedos en cada pata) que se alimenta de vegetales y lleva una vida semiacuática en ríos y lagos.
Actualmente sólo existen dos especies de hipopótamos en el mundo, la otra es el hipopótamo pigmeo (Choeropsis liberiensis), que habita en Sierra Leona, Liberia y Nigeria, ambas pertenecientes a la familia Hippopotamidae.
El hipopótamo común es una especie muy territorial, los machos adultos viven agrupados con varias hembras (entre 5 y 30), así como con las crías jóvenes y no permiten que ningún otro macho adulto entre en su zona del río, estableciéndose feroces combates si se producen intromisiones. Tanto la cópula como el parto tienen lugar en el agua.
Pueden llegar a pesar hasta cuatro toneladas, medir cuatro metros de longitud por metro y medio de altura lo que les convierte en el tercer mamífero terrestre más pesado que existe en la actualidad, por detrás de los elefantes y rinocerontes.
Tienen el torso en forma de barril, piel lisa y casi lampiña, gruesas patas y unas enormes fauces con grandes dientes caninos de marfil que pueden alcanzar hasta 70 cm de longitud.
La piel carece de glándulas sudoríparas y es muy sensible a las quemaduras producidas por los rayos solares, por lo que secretan un líquido protector de color rosado con propiedades antibióticas. Son capaces de retener la respiración bajo el agua durante más de cinco minutos.
También pueden dormir sumergidos gracias a ciertos reflejos automáticos que les permiten flotar, respirar y hundirse de forma inconsciente.
Aunque los hipopótamos son muy pesados y tienen cortas las patas, son capaces de correr tan rápido como el ser humano, es decir, a unos 30 km/h. Si esto se une a su gran agresividad, es fácil comprender por qué a menudo se les considera como los animales más feroces y peligrosos de África.
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El marfil de los dientes incisivos y caninos del hipopótamo comúnes más fácil de conseguir que el de los elefantes, lo que amenaza actualmente la supervivencia de esta especie en África. [/photo_footer]
Son responsables de más muertes humanas que ninguna otra fiera pues eliminan todo aquello que se interpone en su camino, especialmente por las noches cuando salen del agua para pastar en tierra.
El origen de los hipopótamos sigue siendo problemático para el evolucionismo ya que no existe ningún otro animal vivo con el que se puedan emparentar claramente.
Tampoco el registro fósil proporciona mucha información ya que todos los fósiles encontrados hasta ahora, como el Kenyapotamus, pueden asignarse fácilmente a uno u otro de los géneros modernos.[1]
El análisis de los distintos hipopótamos fósiles no evidencia ninguna transición gradual a partir de algún antepasado diferente. A principios del siglo XX, se sugirió que quizás estaban emparentados con los cerdos, debido sobre todo a su parecido físico y a su fórmula dentaria.
Años más tarde, después de estudiar mejor sus proteínas sanguíneas y el ADN mitocondrial, se dijo que los parientes vivos más cercanos a los actuales hipopótamos eran los cetáceos, tales como ballenas, delfines y marsopas.[2]
Sin embargo, aunque estas similitudes se siguen defendiendo hasta hoy, lo cierto es que otras investigaciones que analizan el ADN del citocromo b no corroboran esta conclusión.[3]
Algunos investigadores, como el Dr. Michael Hutchins y otros, concluyen que no existe un acuerdo general entre los especialistas acerca de que los hipopótamos estén realmente emparentados con las ballenas.
Tales discrepancias suelen darse cuando unos científicos comparan unos determinados genes, mientras otros comparan otro grupo diferente de genes. Lo ideal sería contrastar todo el ADN de los hipopótamos con todo el de las ballenas. Trabajo complejo que no suele hacerse.
Otro inconveniente es el que se desprende del análisis de los dientes. El tipo de marfil que presentan los hipopótamos se parece al de los elefantes pero no coincide con el de la mayoría de los cetáceos, a excepción de los narvales.
Se trata de un marfil muy resistente que, a diferencia del de los elefantes, no amarillea con la edad. De manera que los hipopótamos reflejan la enorme diversidad animal existente en la tierra desde el principio de los tiempos, así como la exclusividad de su estilo de vida y plan corporal único que los distingue de todas las demás criaturas.
Muchos exegetas consideran que el término hebreo behemoth, (Job 40:15) se refiere al hipopótamo. Sin embargo, otros creen que se trata del elefante o bien que es una palabra para designar a los rebaños en general, mientras que algunos autores creacionistas defienden la posibilidad de que fuera algún animal prehistórico que convivió con el ser humano.
El gran teólogo inglés del siglo XIX, Carlos Spurgeon, en su comentario al salmo 73 hizo alusión a la palabra behemot y escribió la siguiente reflexión:
“Era como una bestia delante de Ti. (…) la palabra hebrea behemah, que nuestras versiones traducen por “una bestia”, está en plural, (…) lo que aporta un énfasis peculiar dando la idea de una bestia monstruosa o asombrosa, pues es la misma palabra que utiliza Job, y que las versiones españolas transliteran como “behemoth”. La idea sería por tanto: “era como un verdadero monstruo delante de ti”; es decir, no simplemente una bestia, sino una bestia monstruosa, salvaje, feroz, una de las más obstinadas e intratables de todas las bestias. Pienso que un hombre no puede descender más bajo que esto en la humildad de su confesión. Se trata por parte del salmista de una descripción tan gráfica de su naturaleza y de su viejo hombre ahora renovado, que se hace imposible de superar.”[4]
[1] Hutchins, Michael (Editor). 2003. Grzimek’s Animal Life Encyclopedia, 2nd Edition. Volume 15: Mammals IV, “Hippopotamuses.” Farmington Hills, MI: Thomson/Gale Group, p. 301.
[2] Gatesy, J. 1997. More DNA support for a Cetacea/Hippopotamidae clade: the blood-clotting protein gene gamma-fibrinogen” (PDF). Molecular Biology and Evolution, 14 (5):537–543, May 1. doi:10.1093/oxfordjournals.molbev.a025790. PMID 9159931; Geisler, J. H. and J. M. Theodor. 2009. Hippopotamus and whale phylogeny. Nature, 458(7236):E1–E4,
[3] Hutchins, Michael (Editor). 2003. Grzimek’s Animal Life Encyclopedia, 2nd Edition. Volume 15: Mammals IV, “Hippopotamuses.” Farmington Hills, MI: Thomson/Gale Group, p. 304.
[4] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1239.
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