La convicción que impregna este libro es que la Doctrina cristiana de Dios como la Trinidad es fundamentalmente simple, verdaderamente práctica, teológicamente central y plenamente bíblica.
Un fragmento de “El mensaje de la Trinidad”, de Brian Edgar (Andamio editorial, 2019). Puede saber más sobre el libro aquí.
Nada más empezar, permíteme manifestar la convicción que impregna este libro respecto a que la Doctrina cristiana de Dios como la Trinidad es fundamentalmente simple, verdaderamente práctica, teológicamente central y plenamente bíblica.
No es, como se sugiere en ocasiones, una construcción abstracta o filosófica con una perspectiva inusual sobre las matemáticas que hace que ¡tres sean igual a uno! No es una doctrina incomprensible en su presentación, irrelevante en la práctica, teológicamente innecesaria o no bíblica en su forma.
Es, en realidad, la doctrina claramente cristiana y fundamental para la vida cristiana y el discipulado. Mi propósito consiste en demostrar que la doctrina de la Trinidad significa que se puede conocer íntima y personalmente a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque el término “Trinidad” no aparece como tal en la Biblia, es una doctrina totalmente bíblica. La palabra misma procede del latín trinitas que relaciona tres (tres) con uno (unus), pero la idea precede al término. Los primeros cristianos no pudieron evitar la idea de Dios como Padre, Hijo y Espíritu, ya que reflexionaban en los acontecimientos que rodeaban a la persona de Jesucristo y su propia experiencia de Él como Señor. En consecuencia, la doctrina de la Trinidad no se encuentra ni se demuestra tan solo en un único versículo de las Escrituras, porque está presente en el pensamiento y en los escritos de la iglesia primitiva. Es algo que se encuentra en todo el testimonio de las Escrituras respecto a la historia de la salvación y es una inevitable consecuencia de la revelación de Dios en Jesucristo por medio del poder del Espíritu Santo.
La doctrina de la Trinidad es comprensible
Tristemente, la doctrina de la Trinidad ha desarrollado la reputación de ser una creencia difícil de entender. A esto no le ayuda el uso de términos matemáticos (como si el objetivo fuera explicar “tres en uno y uno en tres”) o términos filosóficos como los predominantes en el siglo IV (como “persona”, hypostasis, ousia y “esencia”). Con esto no pretendo afirmar, sin embargo, que tales términos sean del todo inútiles. Cuando surge una crisis en los siglos III y IV respecto a cómo reconciliar la creencia en un Dios con la adoración a Cristo, los Padres de la iglesia entendieron que dichas preguntas “no pueden responderse en un lenguaje puramente bíblico, porque los interrogantes son sobre el significado del lenguaje bíblico mismo”.
La introducción de una terminología no bíblica y las formas de pensamiento ofrecieron nuevas y creativas oportunidades para explorar la naturaleza de Dios, pero también presentaron riesgos. La naturaleza cada vez más filosófica y especulativa del discurso trinitario se apartaba de la simplicidad, y como resultado, la comprensibilidad de la doctrina de la Trinidad se vio resentida. Los primeros Padres solían afirmar que la única diferencia entre el Padre y el Hijo es que el primero es el Padre y el segundo es el Hijo. En otras palabras, no se puede definir realmente el carácter distintivo del Padre, del Hijo y del Espíritu. Agustín de Hipona lo ilustra en su conocido y a menudo citado comentario sobre las personas de la Trinidad. “Cuando se formula la pregunta ‘¿Qué tres?’, el lenguaje humano obra en conjunto bajo una gran pobreza de palabras. Sin embargo, se proporciona la respuesta: ‘Tres personas’, no para que pueda pronunciarse, sino para que no quede sin pronunciar”. Este tipo de agnosticismo respecto a las características de las tres personas de la Trinidad significa que los atributos de Dios que se debaten inevitablemente en términos de la unicidad divina y de las implicaciones de las tres personas para entender la naturaleza divina están minimizados. El objetivo de este libro consiste en mostrar que Dios puede ser verdaderamente conocido como la Trinidad, como Padre, Hijo y Espíritu, mediante la lectura y la reflexión en oración sobre las Escrituras.
La doctrina de la Trinidad es lógica
¿Es lógica la doctrina de la Trinidad? Sí, pero la lógica sola no nos capacita para entender la Trinidad. Es más un asunto de fe. Muchos están convencidos de que la Trinidad se comprende cuando se expresa en términos razonables y lógicos, y uno de los intentos más comunes de explicarla es, lógicamente, utilizar la analogía de alguien que es, a la vez, padre, hijo y marido. A pesar del atractivo superficial de esto, en realidad no resulta demasiado útil. Por ejemplo, tengo estas tres funciones o relaciones, pero soy básicamente yo quien siempre las tiene, porque cuando todo se resume, existo de una manera y solo de una manera. No soy como el Padre, el Hijo y el Espíritu que interactúan y se relacionan entre sí. Yo soy solo yo. Y toda la idea consiste, por supuesto, en que Dios no es como tú o como yo.
Hemos de admitir que realmente no podemos imaginar lo que significa existir de esa forma, pero que la idea sea ilógica. Así como es imposible que una piedra imagine cómo es existir como persona, también lo es para nosotros imaginar de verdad lo que significa para Dios existir en algo más que esa forma en la que nosotros existimos. Pero no podemos imaginar que no haya razón de afirmar que no pueda haber otra forma de existencia distinta de la nuestra. El problema radica en nuestra imaginación más que en el concepto mismo. Al menos tenemos una ventaja sobre la piedra que no puede concebir la idea de Dios, aun cuando no podamos imaginar en realidad lo que esto significa. No es algo inusual; son muchas las cosas que podemos concebir y que son difíciles de imaginar. Por ejemplo, no estoy seguro de poder imaginar de verdad un millón de cualquier cosa. Cuando lo intento, parece algo muy similar a cuando imagino diez millones, aunque existe una considerable diferencia entre ellas. Nosotros podemos concebir la diferencia de Dios como Padre, Hijo y Espíritu, aun sin ser capaces de imaginarla. Podemos concebir a Dios como Padre, Hijo y Espíritu, incluso si no podemos imaginar cómo sería para Dios vivir de esta forma. No es absurdo creer en, pensar en o adorar a un Dios al que no podemos entender por completo. Existe un tremendo misterio involucrado en adorar a Dios, pero no es irracionalidad.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o