El secreto de la vida

Después de visitar la Sagrada Familia en Barcelona, Yordan acabó cansado y decidió darse un respiro. Se sentó en la terraza de un bar cercano para tomar un aperitivo.

Junto a él, en la mesa de al lado, unos jóvenes hablaban acaloradamente. La proximidad con ellos hizo que se interesase por lo que decían que parecía ser un tema de calado, así que afinó el oído discretamente.

— El secreto de la vida creo que es el amor.

— Yo más bien diría que es la verdad.

Después de argumentar cada cual a favor y en contra, parece que llegaron a una síntesis, y Yordan cada vez estaba más intrigado.

— En primer lugar el secreto de la vida es el amor, pero si creyendo que amas, no amas de verdad, ¿cuál es el secreto de la vida? Es conocerte a ti mismo, o sea, conocer la verdad. Luego el secreto de la vida es conocer la verdad.

— Y la verdad se antepone al amor por la sencilla razón de que a menudo partimos del mismo error, del error de no amar con amor verdadero.

Hubo un momento que Yordan sospechó que sus vecinos eran conscientes de que les estaba escuchando y empezó a sentirse como delatado y desplazado a un escenario ajeno.

Es más, pensó que argumentaban con la intención de lanzarle algún mensaje. Todavía más, lo que planteaban parecía interpelarle de lleno. Se sintió estúpido y no pudo evitar una reacción intuitiva, cordial y sincera que le impulsó a intervenir en la conversación.

— ¿Quiénes sois y qué sabéis de mí?

Después de una carcajada general, Yordan fue añadido a la conversación y el resultado del encuentro fue muy fructífero. Pero lo dejo aquí porque esto ya es tema para otro relato.