Creer o creerse

Érase una vez una comunidad de creyentes formada por dos grupos bien diferenciados. Unos se sentaban en la bancada izquierda de la iglesia y los otros en la bancada derecha.

Ambos grupos compartían una misma fe. Pero la bancada izquierda la tenía como un tesoro preciado mientras que la bancada derecha se esforzaba en creer.

Ambos compartían una misma esperanza. Pero la bancada izquierda estaba gozosa en ella mientras que la bancada derecha se esforzaba en esperar.

Ambos compartían un mismo amor, pero la bancada izquierda se complacía amando mientras que la bancada derecha se esforzaba en amar.

También se diferenciaban en los sermones, cada bancada escuchaba a sus propios predicadores.

Así mismo, el consejo de ancianos y pastores estaba compuesto a partes iguales por representantes de cada bancada.

Los componentes de las familias venían juntos a las reuniones pero se separaban para sentarse cada cual en su bancada.

Si un fiel de la bancada derecha se pasaba a la izquierda, éste era recibido con gran gozo por parte de ellos, y hablaban de que en el cielo se hacía fiesta.

Cuando se les preguntaba cuál era la misión que les movía a reunirse en la iglesia, los de la bancada derecha argumentaban que cumplían con el dictado divino, mientras que los de la bancada izquierda decían que venían para compartir el afecto con los hermanos y no perderse el momento en que un fiel de la otra bancada desertaba y se unía a ellos.

Básicamente, aquella congregación estaba compuesta por los que CREÍAN y por los que SE-CREÍAN. Así es, y así parece que debe ser.