Entre 1843 y 1870, exhibió anualmente sus obras en el Salón de París. Su tema central sería Lutero, el reformador, debido a la influencia de la fe de sus ancestros.
El suplemento La Jornada Semanal, del diario mexicano La Jornada, dedicó el número del 17 de diciembre a los 500 años de la Reforma, el cual incluye un texto de Carlos Martínez García (“Lutero, traductor de la Biblia”) y otro de quien escribe estas líneas.
El primero va acompañado de tres magníficas ilustraciones del pintor francés Pierre Antoine Labouchère (1807-1863) tomadas del sitio www.odisea2008.com, todas ellas de 1862. En la primera aparece el reformador leyendo con un grupo de personas; la segunda lo muestra en el castillo de Wartburg; y la última recrea el episodio en que Lutero quemó la bula papal de excomunión.
En el sitio mencionado se refiere la fuente directa de las ilustraciones: Illustrations of the life of Martin Luther, publicado en Londres , con un prefacio y textos de Jean-Henri Merle d’Aubigné (1794-1872), autor de Historia de la Reforma del siglo XVI (5 vols.), en 1862. Esta obra monumental puede descargarse en el sitio patrocinado por la UNESCO. Se trata de una auténtica biografía ilustrada del reformador alemán que revisa todas las etapas de su vida en 12 breves capítulos que van desde “La escuela” hasta la “Victoria en la muerte”, pasando por “La pobreza”, “La Biblia”, “El llamado de Dios”, “La humillación”, “Las indulgencias”, “Quema de la bula papal”, “La Dieta de Worms”, “En Wartburg”, “El matrimonio” y “Vida doméstica”, como se titula cada uno de ellos.
En el prefacio, escribe Merle d’Aubigné:
Es importante, por lo tanto, que esta gran época sea mejor conocida; aún más, debe volverse popular: y para ese propósito, es apropiado que no solo se describa en libros sino que se represente mediante las producciones del arte. Es este fin el que tenemos en mente al presentar ante el público algunas escenas de la vida del gran reformador.
Este diseño ha sido concebido y ejecutado por un artista eminente, cuyo nombre y familia son igualmente conocidos en Francia, Inglaterra y Holanda, y que ya ha adquirido una reputación honorable por sus obras anteriores, especialmente por las bellas imágenes de Lutero, Melanchthon, Pomeranus y Cruciger traduciendo la Biblia y La Conferencia de Ginebra en 1549. Mi estimado amigo, M. Labouchère, me pidió que escribiera con la pluma las escenas que tan hábilmente ha representado con su lápiz. Aunque sentía mi incapacidad para lograr dicha tarea, no consideré correcto hacer oídos sordos a sus repetidas súplicas.
Simplemente he agregado algunas líneas generales al trabajo final de M. Labouchère, porque sé que, en publicaciones de este tipo, toda la atención se dirige a las planchas, y que la prensa escrita tiene un rango secundario. Aunque el destino puede ser que no se lean los textos, sin embargo, he tenido el placer de rastrear cuidadosamente estas escenas históricas de la Reforma de Lutero. Pensé que no podía hacer mejor que tomar como guía una expresión del propio Lutero: “Una narración animada es como una imagen, y se fija mucho más profundamente en la mente que una doctrina abstracta” (p. iii).
Evidentemente, los textos de D’Aubigné se sostienen por mérito propio siendo parte del trabajo de un experto en el tema. De modo que al gran valor iconográfico del volumen hay que agregar la importancia de las aportaciones de este eminente autor. En el capítulo “Vida doméstica”, afirma:
La mayor felicidad de Lutero, cercana a la que obtenía de la Palabra de Dios, era vivir en el seno de su familia. Imaginémoslo un día, en 1536, sentado en una mesa llena de libros; a su izquierda, su primogénito Juan, que entonces tenía 12 años, aprendiendo su lección; al pie de la mesa estaba el pequeño Paul, un niño de 3 años, con un libro ilustrado en la rodilla, que Martin, dos años mayor, le explicaba mientras volteaba las hojas. En el ventanal se sentaba Magdalena, una niña de entre 7 y 8 años, que aprendía a coser, y su madre Katherine, que sostenía a la bebé Margarita en sus brazos, y miraba tiernamente a los dos niños más pequeños que yacían en el suelo. Melanchton, sentado en una esquina de la habitación con sus libros, contempló esta agradable vista, al igual que el perro, que yacía tendido frente al ilustre doctor (p. 33).
Más allá de cualquier perspectiva hagiográfica, la reconstrucción de la vida del reformador permite que esta obra transmita mucho de su lado humano.
En la página virtual del Museo Protestante de Francia hay un buen resumen de la vida del pintor, de donde proceden los siguientes datos. Nacido en una familia hugonota (que emigró a Holanda durante las Guerra de Religión) en Nantes el 26 de noviembre de 1807, su padre fue cónsul y dueño de barcos. Viajó a Inglaterra y Alemania se negó a estudiar negocios y después su padre le consiguió un trabajo en un banco de Amberes, Bélgica, que lo envió a Estados Unidos a los 20 años. Luego de algún tiempo llegó a ser socio del mismo. En 1832 viajó a China como oficial responsable de una embarcación de su hermano.
No obstante lo anterior, su mayor interés era la pintura, por lo que en 1859 dejó la carrera comercial y fue estudiar a Roma, donde conoció a Paul Delaroche, su maestro y amigo de toda la vida. En 1837 regresó a París para continuar sus estudios. En mayo de 1839 se casó con Nathalie Mallet, nieta de Christophe Oberkampf, fundador de una fábrica importante. Viajó al norte de África, en donde pintó algunas acuarelas. En 1846, acompañó a su sobrino M. de Salvandy en un periplo por Argelia y España. Se convirtió en pintor oficial de la expedición.
Entre 1843 y 1870, exhibió anualmente sus obras en el Salón de París. Pero su tema central sería Lutero, el reformador, debido a la influencia de la fe de sus ancestros. Un estudio de su trabajo artístico demuestra que cada obra dedicada al tema estaba precedida por una profunda investigación histórica. Muy apreciada su labor, recibió premios en 1843 y 1846; la segunda vez por el cuadro Luther, Mélanchton, Poméranus et Cruciger traduisant la Bible (Lutero, Melanchton, Pomeranus y Cruciger traducen la Biblia).
Entre sus numerosas obras exhibidas en los salones figuran tres que pueden ser vistas en el Museo del Desierto, cerca de Mialet (www.museedudesert.com, que cuenta con una visita virtual): Luther ante la Dieta de Worms, Episodios de la guerra de Cévennes y Maximiliano en oración ante la cuna de su hijo. Además, hizo varios retratos de Lutero. Como devoto protestante, perteneció a la Sociedad de Historia del Protestantismo Francés (SHPF, www.shpf.fr) para la cual escribió algunos artículos y a la cual donó una colección de libros y manuscritos. A la SHPF donó también su obra Jeanne d’Albret presentando a su hijo a la armada protestante, que se halla actualmente en la Iglesia Protestante de Saint-Germain-en-Laye. Falleció en París el 28 de mayo de 1873 y fue sepultado en el cementerio de Père Lachaise. Este pintor merece ser más conocido por sus magníficas aportaciones a la iconografía de la Reforma y el protestantismo.
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