¿Qué animal fue en realidad behemot?

Este enorme cráneo fósil de Titanosaurus, que sale de la sala donde se exhibe su enorme cuerpo en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, me hace pensar en otro animal distinto, el misterioso “behemot” bíblico que aparece en el libro de Job.

El texto lo describe así: “He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti; hierba come como buey. He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre. Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro (Job 40: 15-24).

Durante mucho tiempo se pensó que se trataba del elefante. Sin embargo, actualmente los comentaristas suelen asociar behemot con el hipopótamo moderno. De hecho, la caza de hipopótamos fue un peligroso deporte practicado por la realeza egipcia en el Nilo, como puede observarse en algunos frescos y relieves de la época.

Foto: Antonio Cruz

El creacionismo mantiene, no obstante, que dicha descripción bíblica -sobre todo la de la cola- concuerda mejor con alguna especie de dinosaurio vegetariano y anfibio. Concretamente con los brontosaurios. Desde luego, la comparación de la cola con un cedro no parece encajar con la anatomía del hipopótamo.

Los paleontólogos han descubierto algunas especies fósiles de brontosaurio que, al parecer, se adecuarían mejor a dicha descripción, como el Brontomerus mcintoshi (véase Science Daily)[1]. Si esto hubiera sido así, implicaría que dinosaurios y hombres vivieron juntos en la misma época, en contra de que lo que afirma el evolucionismo.

Tenga la razón quien la tenga, lo cierto es que el autor del libro de Job cita estos animales (behemot y leviatán) como ejemplos de la desproporción que hay entre la sabiduría de Dios y la del hombre.