El hippy Agustín

El último día de clase de religión, el profesor quiso sintetizar todo lo que quería que sus alumnos supieran, y que no debían olvidar.

—Sustantivadme a Dios— dijo el profesor a sus alumnos—. Ya sabéis, algo que le identifique teniendo en cuenta lo que hemos estudiado en este curso.

—Dios es Santo— dijo Sonia.

—Sí, Dios es Santo, pero no se dice en la Biblia que sea santidad. Es un adjetivo.

—Dios es luz, puerta, pastor, camino…— murmuraron varios alumnos.

—También es verdad, pero son figuras.

—Dios es justo— dijo Berta.

—Otro adjetivo, el sustantivo sería justicia. Si no me corregís, la Biblia solo registra un sustantivo de Dios.

—Dios es Amor— se oyó desde el fondo de la clase.

—Correcto, es Amor. Está en su esencia, no es una característica más.

—Pero, por lo que hemos estudiado, en el Antiguo Testamento no parece mostrarse así— apuntó Juan.

—Alguien dijo que si quieres llegar a un sitio, no des el primer paso. El primer paso de Dios era dar a conocer su carácter a la criatura con la que había decidido relacionarse. Pero la ley no era el fin. Con la ley íbamos a saber casi todo de Él aunque no todo, pero estaba animada por el amor que se manifestó más claramente con Jesucristo.

—Entonces, ¿no había conflicto en Él entre tratarnos con justicia o con Gracia?— dijo Alberto.

—Contrariamente a lo que a veces se oye, creo que en Él no hubo conflicto, escogió a sus hijos “desde el principio para salvación”. Jamás ha estado dividido en su ánimo. No ha “podido” más su Gracia que su ley, como si tuviésemos que recelar de Él una naturaleza amenazante e impredecible.

—Pero decir que es amor, ¿no es la mayor de las limitaciones para todo un Dios que goza de cualidades “divinas”? ¿Y no es el mayor antropomorfismo que se le puede hacer?— dijo Pedro.

—Es verdad, el amor “limita”, pero fuera del amor ya nadie es grande. Y en cuanto al antropomorfismo… ¿Él es un poco hombre, o la creación participa de lo mejor de lo divino?

Aun sabiendo que podía recibir alguna queja de sus padres, al acabar la clase los despidió con una cita de Agustín de Hipona (354-430), en forma de consigna.

—¡¡Amad y haced lo que queráis!!

Al salir los alumnos comentaban que al profe se le había ido la olla y que, citando a un hippy de los años 60, acababa de malvender la religión.