La falta de tacto hacia los casi 20 millones de mexicanos que no comulgan con la iglesia católica contrasta con el triunfalismo, y hasta la cursilería, con que algunos sectores de esa confesión se expresaron a lo largo de los días que estuvo el papa en México.
A mis amigos/as de la Iglesia Valdense en este día tan significativo para ellos (17 de febrero de 1848) y para todos los cristianismos perseguidos de la historia
Con algunos eventos realizados en Ciudad Juárez, Chihuahua, en los límites con El Paso, Estados Unidos, concluyó la visita papal a México este 17 de febrero. “Qué bueno que vino, qué bueno que se va”: fue el resumen de la periodista Elisa Alanís al valorar, inicialmente, los pormenores de este nuevo y polémico transitar del papa Jorge Bergoglio por el país, pues juega con el doble significado del mismo. Por un lado, señaló, para la feligresía católica fue motivo de alegría y ánimo renovado tener tan cerca a su líder máximo en medio de tantas situaciones complicadas. Por el otro, y apuntando hacia la recepción que los gobernantes dieron al pontífice, marcada por el oportunismo pragmático de siempre, advirtió que con su regreso a Roma el país retoma su “normalidad” y debe seguir enfrentando, entre otras, las dificultades económicas de un año que se está mostrando especialmente duro.
Lejos quedarán las imágenes de los saludos de los políticos y sus familias en el Palacio Nacional, en lo que para muchos representó una abierta violación a la laicidad del Estado, aunque todavía es posible encontrarse en las páginas oficiales de las Secretarías de Estado (ministerios) con la imagen del papa y de la Catedral Metropolitana, algo que nadie imaginó que se atrevería a hacer este régimen. Semejante acción que, en efecto, vulnera el espíritu de la letra constitucional, constituye un paso más en la extraña interpretación que los gobernantes actuales (priístas, para mayores señas) hacen del texto constitucional al momento de profundizar en la “modernización” de las relaciones diplomáticas con un Estado confesional cuyo jefe recibió, por igual, la pleitesía de los religiosos y de los funcionarios. Luego de casi 25 años de los cambios constitucionales en la materia, quienes encarnan el Poder Ejecutivo siguen privilegiando a la religión mayoritaria —81% de la población— aun cuando con esos datos en la mano queda claro que cerca de 20% de los habitantes pertenece a otras confesiones o a ninguna.
En ese contexto, resultó vergonzoso y hasta patético, como lo calificó el sociólogo Bernardo Barranco (quien comentó diariamente para una televisora pública la visita papal) el comportamiento de la clase política, así como el tono y las maneras con que el presidente de la República se despidió del obispo de Roma: “En las calles, en los estadios que visitará, se encontrará con un pueblo generoso y hospitalario; con un pueblo orgullosamente guadalupano”, lo que contradijo radicalmente las alusiones al Estado laico en su discurso previo: “…que al velar por la libertad religiosa protege la diversidad y la dignidad humana”. Este patetismo gubernamental contrasta con las preguntas que planteó Barranco y que harían muy bien en responder los encargados de recibir a Bergoglio y de acompañarlo por toda su ruta: “Pueblo es una categoría tajante que abarca a todos. ¿Dónde quedan los más de 20 millones de mexicanos que no son guadalupanos? Estamos hablando de una población que abarca varios países centroamericanos juntos, al doble de las poblaciones de Paraguay y Uruguay juntos. ¿No son pueblo por el hecho de no ser guadalupanos?”.1
La falta de tacto hacia los casi 20 millones de mexicanos que no comulgan con la iglesia católica contrasta con el triunfalismo (y hasta la cursilería) con que algunos sectores de esa confesión se expresaron a lo largo de los días que estuvo el papa en México. A cada momento, las reacciones de los comunicadores y de los asesores invitados (con honrosas excepciones) reproducían los lugares comunes sobre las actitudes previsibles de las personas que se encontraron cerca del visitante vaticano y que eran entrevistadas para dar su testimonio. En eso, hay que ser precisos, no hubo ninguna diferencia con las visitas anteriores. Bergoglio mismo se contagió de la expresividad popular para hacer más accesible su mensaje a las vastas multitudes reunidas a propósito en las cinco entidades que recorrió al grado de que sus palabras sonaron más a un lenguaje de auto-ayuda al invitar, a las juventudes en Morelia, por ejemplo, a “no dejarse manipular”, como antes en Chiapas cuando repitió varias veces que es necesario “echarle ganas” (frase repetida más de 15 veces) para seguir apostando por la familia, en un discurso que sonó francamente conservador y tradicionalista. Así lo reconoció el Observatorio Eclesial: “Por la tarde de ese lunes 15 de febrero el papa acudió a un encuentro con familias católica, donde en contraste reivindicó las nociones tradicionales conservadoras del amor cristiano, con ligeros ingredientes de apertura a los principales problemas que hoy angustian a las familias, que Francisco reconoció diversas, pero dentro de la doctrina moral católica de la familia heterosexual”.2
La misma organización destacó líneas atrás la muy significativa visita a la tumba del obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, en compañía de Raúl Vera, actual obispo de Saltillo, Coahuila, y quien colaboró como su coadjutor en los años más difíciles del estallido zapatista. Eso constituyó “una reivindicación plena del ministerio de ambos obispos por estas tierras, y de las maneras culturales autóctonas de ser iglesia”. Para el propio Vera, dicho acto de “reivindicación” equivalió a una auténtica beatificación, dado el rechazo y los ataques de que fue objeto dentro y fuera de México, especialmente por parte de los dos anteriores pontífices.
“El papa es un hombre humilde que viene a honrar la memoria de un hermano obispo que sirvió incansablemente a los pobres, vivió entre ellos, corriendo riesgos, amenazado de muerte, que prefirió estar más cerca de los pobres que del poder y el papa sabe lo que es andar entre los pobres y sufrir lo que sufren los pobres. Para mí, ese gesto es equivalente a la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero”, afirma el religioso”, afirmó Vera.3
El otro gran suceso de la visita papal fue, sin duda, el primero de todo el periplo mexicano: el discurso a los obispos en la Catedral Metropolitana el sábado 13, cuando de manera totalmente inusual, y aunque se trató de una reunión “a puerta cerrada”, se transmitió en directo y allí fue posible escuchar a Bergoglio puntualizar cuál debe ser el papel del episcopado, en algo que se consideró como una fuerte crítica al comportamiento principesco de los obispos mexicanos, algunos de cuyos nombres han sido sinónimos de oropel, lujo y excesos mediáticos. Sus palabras resonaron fuertemente en el recinto:
No se necesitan “príncipes”, sino una comunidad de testigos del Señor. Cristo es la única luz; es el manantial de agua viva; de su respiro sale el Espíritu, que despliega las velas de la barca eclesial. En Cristo glorificado, que la gente de este pueblo ama honrar como Rey, enciendan juntos la luz, cólmense de su presencia que no se extingue; respiren a pleno pulmón el aire bueno de su Espíritu. Toca a ustedes sembrar a Cristo sobre el territorio, tener encendida su luz humilde que clarifica sin ofuscar, asegurar que en sus aguas se colme la sed de su gente; extender las velas para que sea el soplo del Espíritu quien las despliegue y no encalle la barca de la Iglesia en México.4
Palabras con fuerte énfasis teológico, como que iban dirigidas a conocedores del tema, a más de ser pastores con serias responsabilidades, que tuvieron fuerte repercusión dentro y fuera de las fronteras, como lo constató Pablo de Llano desde España en El País, al anticiparse al acontecimiento: “Francisco le pedirá a sus obispos que dejen atrás su mohosa actitud institucionalista y cerrada y busquen a la gente corriente. ‘Si es consecuente con su discurso les pedirá que ya no huelan tanto a gobernadores y a empresarios y que sean pastores’, opina el periodista Emiliano Ruiz Parra, autor de Ovejas negras (Océano, 2012), un libro sobre los rebeldes de la iglesia mexicana del siglo XXI. […] Muy explícitamente, el Papa ha marcado cuál es su Iglesia. Qué Iglesia quiere en México y cuáles deben ser sus prioridades”.5 Por su parte, Juan Luis Hernández, director del Departamento de Ciencias Sociales de la universidad jesuita en Puebla, en una juiciosa crónica, señaló:
Francisco en sus discursos y homilías en México ha recuperado la esencia de la teología de la liberación: la fe cristiana tiene que ser un instrumento de liberación de los pueblos. ¿Liberación de qué? De la injusticia estructural, de la impunidad, de la corrupción, de la violencia, del narcotráfico. Para este papado los cristianos tienen que complementar el templo con la calle, el rezo con el compromiso social, la convicción de fe con la autoafirmación ciudadana mejorando la polis. El papa ha creído que México era la oportunidad adecuada para espabilar a los católicos dormidos en el sueño de la indiferencia social y la dejadez política. Ha sido la ocasión propicia para evidenciar que los obispos deberían oler más a pueblo y no a campos de golf.6
Con todo esto tan positivo para la propia iglesia católico-romana, el sabor que deja esta visita es agridulce, pues no se olvidará que, una vez, más el jerarca romano se negó a recibir a las familias de los 43 estudiantes desparecidos bajo el argumento de que, como dijo su vocero Lombardi, no podía hacer excepciones con grupos especiales, para no mencionar a las víctimas de pederastia. La presencia del catolicismo en México seguirá siendo, entonces, un motivo ambiguo para el debate y la discusión que van más allá de esa tradición religiosa.
Notas
1 B. Barranco, “Francisco y la laicidad del Estado en México”, en La Jornada, 17 de febrero de 2016, www.jornada.unam.mx/2016/02/17/opinion/007a1pol.
2 “Un papa tocado por los indígenas: siguiendo los encuentros de Francisco con el pueblo”, 16 de febrero de 2016, en http://observatorioeclesial.org.mx/2016/02/16/un-papa-tocado-por-los-indigenas-siguiendo-los-encuentros-de-francisco-con-el-pueblo/
3Sabina Rosas y Francisco de Anda-Corral, “El papa reivindica al obispo Samuel Ruiz en su visita a Chiapas”, en El Economista, 14 de febrero de 2016, http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2016/02/14/papa-reivindica-obispo-samuel-ruiz-su-visita-chiapas.
4 “Viaje apostólico: Encuentro con los obispos de México”, 13 de febrero de 2016, en http://w2.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2016/2/13/messicovescovi.html.
5 P. de Llano, “La curia que no huele a oveja”, en El País, 13 de febrero de 2016, http://internacional.elpais.com/internacional/2016/02/13/mexico/1455385624_760378.html.
6 Cf. “Papa Francisco fue especialmente crítico en México”, en El Economista, 17 de febrero de 2016, http://eleconomista.com.mx/sociedad/2016/02/17/papa-francisco-fue-especialmente-critico-mexico.
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