El caracol manzana

Cambiar el uso natural de las cosas por el que es contra naturaleza (Rom. 1:26) es algo que no se da hoy sólo en cuestiones sexuales sino también en otras que tienen que ver con la ecología.

Trasladar especies biológicas de un rincón del planeta a otro diametralmente opuesto es algo que el ser humano viene haciendo desde que empezó a viajar por todo el mundo. Casi siempre, las consecuencias han sido nefastas.

Desaparición de organismos endémicos menos competitivos. Alteración y desequilibrios de los ecosistemas naturales. Generación de plagas nefastas para el propio hombre, etc. Y como muestra un botón o, mejor dicho, un caracol.

Tomé esta imagen de la concha de un caracol manzana (Pomacea maculata) en una playa del Delta del Ebro. Este molusco, originario de la cuenca amazónica (América del Sur), devora con avidez el arroz y malogra las cosechas. Es el caracol de agua dulce más grande del mundo. Puede alcanzar los 15 cm de longitud en estado adulto.

El tamaño de las puestas suele oscilar entre 300-800 huevos aunque pueden llegar a superar los 2000.  Los huevos eclosionan a los 15 días y las crias presentan el mismo aspecto de un adulto, pero con un tamaño de unso pocos milimetros.

En 2 o 3 meses alcanzan la madurez sexual y son capaces de reproducirse. Algún agricultor ha manifestado que se trata de una de las diez peores “plagas diabólicas” del planeta. Desde luego, el diablo es el padre de toda mentira pero la culpa de actuar contra la naturaleza no se le puede atribuir sólo a él.