En días pasados falleció en la ciudad de México la abogada y pastora Margarita Islas Marín. Como homenaje póstumo presentamos esta entrevista realizada en los días cercanos a ese momento tan significativo en su vida.
En días pasados falleció en la ciudad de México la abogada y pastora Margarita Islas Marín, ordenada como tal en julio de 2014 por la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (CMIRP). Como homenaje póstumo presentamos esta entrevista realizada en los días cercanos a ese momento tan significativo en su vida.
¿Estimada, Margarita cual ha sido su experiencia como mujer creyente en el ámbito evangélico? ¿Cómo fueron los inicios de su formación teológica?
Mi padre (que se decía libre pensador) y mi madre de familia presbiteriana) me llevaron a la Iglesia católica, en donde únicamente percibía la solemnidad, no entendía nada, sólo sabía que debía estar callada en señal de respeto. Mis padres me enseñaron a orar por las noches y por ellos aprendí que había un Dios que era grande, nos cuidaba, al que debíamos nuestra existencia y al que podíamos acudir para que solucionara nuestras necesidades.
Ya de 12 años mi madre le sugirió a mi padre que nos dejara asistir -a mi hermana y a mí- a la Iglesia Metodista, para que asistiendo a Escuela Dominical ya pudiésemos decidir libremente nuestra religión.
Empecé a estudiar la doctrina cristiana y a conocer a ese Dios que tanto respeto merecía, los muchos relatos de personajes del Antiguo Testamento fueron apareciendo cada domingo, aprendí de la Biblia y de mis maestros el conocimiento y la trascendencia y fascinante importancia del unigénito hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, y así, muchas cosas más. Todo esto me hizo celebrar con júbilo y devoción su nacimiento y no sólo lo que generalmente se vivía como “navidad”, una fecha en que recibía regalos y dulces y que con mucha alegría asistía a las piñatas.
En la Iglesia La Santísima Trinidad, conocida como la iglesia de “Gante” por su ubicación en la calle de ese nombre, participé en un concurso de oratoria en donde gané el primer lugar concursando con jóvenes ya mayores que yo. Aún así, sentí que algo me faltaba, porque no se trataba de sólo tener conocimiento y poder expresarse adecuadamente. En esos tiempos me cambié de domicilio, (me fui a vivir a Cd. Satélite) y empecé a asistir a la Iglesia Presbiteriana “Dios es Amor” en donde pude sentir al escuchar un mensaje, que Dios y su hijo Jesucristo se encontraban en mi corazón y no sólo era el hablar, sino el atreverse a vivir el desafío y reto de ser verdaderamente cristiano. Ya no se trataba de sólo ganar un concurso de oratoria sino de tomar el escudo de lo que significó la resurrección de Jesucristo y lo que Dios quería y quiere para mí y para la humanidad.
¿Cómo ha compaginado usted sus tareas profesionales con su militancia eclesiástica?
Primero fue estudiar la Palabra de Dios, y a partir de allí, pude asociarla con la vida diaria que todo hombre vive y paralelamente con mis estudios de derecho. Bajo esta nueva perspectiva pude comprender mejor la serie de injusticias, pobreza, inequidad, que vive mi México y todas las ciudades del mundo, y entre ellas las injusticias de las mujeres por ser libres y dignas. Entendí mejor las luchas que todo ser humano debe librar para poder vivir en una sociedad más justa, para rechazar ser esclavo de muchas cosas materiales en donde impera la mentira, la desigualdad y desamor. Paralelamente las reglas y principios cristianos no se separaron de mi vida profesional.
¿Cuáles fueron las etapas que vivió usted hasta llegar a la certeza de que Dios la llamó a servirle como pastora? ¿Quiénes fueron los modelos o ejemplos eclesiásticos que la impulsaron para avanzar en este camino de estudio y servicio?
Primero fue estudiar la Palabra de Dios, (la que nunca se termina de estudiar) y sentir en mi corazón que Dios tenía un llamado para mí, para servirle, que debía asociar mi cristianismo con la vida diaria y aunque al inicio nunca pensé que podía ser pastora, si imaginaba con gusto ser maestra, o poder escribir un libro o varios sobre las enseñanzas de nuestro Dios para que la gente que iba conociendo asumiera la bandera del cristianismo”.
Tuve como inspiración a mis maestros y conferencistas del Seminario Teológico Presbiteriano. Al estudiar Teología por extensión y escucharlos, tanto al Pastor Hugo… Dan…. y a varios conferencistas pude ver remotamente la posibilidad de que algún pudiera ser Pastora, pero al saber que la que había sido mi maestra, Amparo Lerín, había sido nombrada Pastora, en mi corazón nació una ilusión todavía lejana, de ser pastora y poder servir al Señor dentro de esa actividad, más comprometida, mas formal”
¿En qué aspectos se centraron sus estudios teológicos?
Mis estudios han sido, reconociendo a Dios como Creador, Justo, Dios de Pacto y desde luego cristrocéntricos.
¿Qué repuesta ha habido hacia su ministerio en la iglesia donde ahora se congrega?
Actualmente me congrego en la Iglesia Presbiteriana Bethel en donde su integrantes me han ofrecido calidez humana, me han abierto sus puertas, pero además, es un iglesia que se preocupa por el mundo que lo rodea, los necesitados, desvalidos, pobres, y en acciones consistentes en misiones, y trabajos que no realizan muchas otras iglesias, una iglesia que no hace distinción o selección de clases. En lo personal me han acogido con amor y apoyado totalmente.
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