Hoy, a cien años de su nacimiento vuelve a avivarse la polémica sobre una tendencia que se ha señalado persistentemente en la escritura de Revueltas: una cierta forma de religiosidad que algunos han asociado a la fe católica que conoció desde muy joven y que lo llevó a leer varias vidas de santos. En estos días de tantas conmemoraciones y recuentos, se ha calificado a sus novelas como “bíblicas”.
Reivindicar el justo sentido humano de la Iglesia quiere decir colocarla ante la sociedad como un agente, un vehículo de lo cristiano. Para la iglesia un apartamiento del Hombre debe significar ante todo un apartamiento de lo cristiano, y en este terreno preciso están sus funciones ante la sociedad.[1]
J.R., “La Iglesia y el hombre” (1938)
Iniciamos este artículo con otro retrato de José Revueltas, que apunta certeramente hacia la síntesis que caracteriza mejor que cualquiera su labor escritural, la realizada entre militancia política y fervor literario:
…José Revueltas representa en América Latina acaso el ejemplo mejor logrado de que los caminos de la disidencia política y de la literatura no necesariamente se contraponen. Marxista comprometido y miembro del Partido Comunista desde los primeros años de su juventud, Revueltas es todo lo contrario del escritor conformista al que le basta saber que la literatura ha de subordinarse ante las tareas que le impone la Gran Política. Aunque no sin contradicciones ni altibajos, su escritura, lúcida e implacable, no quiere limitarse a reflejar la praxis política de su tiempo: también intenta separarse de ella para erigir un testimonio de un profundo valor autocrítico.[2]
Hoy, a cien años de su nacimiento vuelve a avivarse la polémica sobre una tendencia que se ha señalado persistentemente en la escritura de Revueltas: una cierta forma de religiosidad que algunos han asociado a la fe católica que conoció desde muy joven y que lo llevó a leer varias vidas de santos. En estos días de tantas conmemoraciones y recuentos, se ha calificado a sus novelas como “bíblicas”.[3] Así lo ha explicado Publio Octavio Romero: “En las narraciones de José Revueltas podemos verificar lo que constituye una de sus más originales características: su preocupación por los temas bíblicos, que se manifiesta ya sea mediante alusiones y citas directas de los textos sagrados, o haciendo que sus personajes vivan peripecias análogas a las vividas en los pasajes bíblicos o, simplemente, nominando a sus personajes con un nombre tomado de la Biblia”.[4] Los ejemplos para demostrar sus aseveraciones son puntuales:
En “Dios en la tierra”, uno de sus primeros cuentos, la figura de Jehová, Dios arbitrario y terrible del Antiguo Testamento, domina la vida de la población cristera que se cierra con odio y niega toda ayuda a los federales. El pastor protestante, agonista del relato “¿Cuánta será la oscuridad?”, recuerda un pasaje del Evangelio de San Mateo en medio de su miseria y desolación espirituales. El texto de Los días terrenales abre con una suerte de paráfrasis del Evangelio de San Juan: “En el principio había sido el Caos, más de pronto aquel lacerante sortilegio se disipó y la vida se hizo. La atroz vida humana”; y al final del capítulo octavo de la misma novela, Revueltas transcribe parte de un versículo del Apocalipsis [3.17]. El epígrafe de Los motivos de Caín lo componen cuatro versículos del Génesis: precisamente aquellos en que Jehová condena al personaje bíblico a vivir errante y extranjero en la tierra [Gn 4.19, 12-14]; y en su relato autobiográfico, “Cama 11”, el escritor se identifica con Jesucristo.[5]
El personaje del cuento “¿Cuánta será la oscuridad?”, un pastor protestante perseguido y golpeado junto con sus huestes, se transforma según el típico lenguaje revueltiano, al no reaccionar como se espera, en un personaje extraño, deforme, teológicamente hablando. La decepción que causa entre sus feligreses es mayúscula: “El pastor ya no era un hombre de Dios, sino un ser desnudo y sin potestad, y todo estaban desnudos frente a sus propias vidas. Lo ocurrido hasta entonces era más tremendo y más fuerte que la fe y desde ahora comenzarían a contemplar algo extraordinariamente frío, no imaginado nunca”.[6] El cierre de ese relato es sobrecogedor y hasta cristológico, por sus palabras finales: “El viejo pastor protestante, vestido con su calzón de manta y calzado con sus huaraches, parecía dormir, apoyada la cabeza en un montón de tierra y los ojos fuertemente cerrados. Parecía dormir pero abrió los párpados y se convenció de que había perdido la vista por completo. Entonces muy quedamente empezaron a rodar las lágrimas por sus mejillas. Todo estaba consumado”.[7]
Otros estudiosos de su obra han intentado reducir este aspecto de su obra a meras influencias colaterales, pero lo cierto es que desde una mirada somera es posible advertir la tendencia de su literatura a profundizar en ciertas zonas de la existencia humana en las que lo religioso es el único criterio válido para comprenderlas. Algunos más condescienden a atribuir a la influencia de Dostoievski, el énfasis religioso de muchos de sus trabajos.[8] Octavio Paz, con quien mantuvo una larga relación de amistad, matizada por fuertes diferencias ideológicas, trató de explicar sus peculiaridades religiosas en estos términos: “La religiosidad de Revueltas estaba muy alejada de estos fanatismos ideológicos; sus verdaderas afinidades espirituales se encuentran del otro lado, cerca de los cristianos primitivos, los gnósticos del siglo IV o los rebeldes y revolucionarios protestantes de la Reforma. Dentro de la iglesia católica habría sido un hereje como lo fue dentro de la ortodoxia comunista”.[9]
Acaso por estas afinidades religiosas, el dramaturgo católico mexicano José Ramón Enríquez, en un artículo de 1989, recupera su visión incluso para un horizonte de fe. Para ello, cita un viejo artículo de Revueltas de 1938, cuando su autor tenía apenas 24 años, y en el que hace una crítica de la institución eclesial y se aprecia una cierta esperanza en algunos sectores católicos: “La Iglesia y los católicos honestos están reaccionando para hacer florecer el apostolado sobre la tierra. Los que dentro de la Iglesia niegan el espíritu de Cristo y fuera de la Iglesia empuñan las armas para someter los pueblos, están luchando contra la fertilidad de la fe y la fertilidad del Hombre, en búsqueda eterna, en eterna exaltación, en eterna comunión con sus esencias”[10]
Enríquez concluye su ensayo “apologético” con una mirada fuertemente crítica. Para él, el fervor revolucionario y literario de Revueltas: “está en la línea cristiana de ‘por sus obras los conoceréis’, en la más tradicional ortodoxia de que el mensaje se testifica con la vida y que la alianza se sella con la propia entrega hasta la muerte. Revueltas está en la tradición de los profetas y nosotros apenas podemos intuir, desde nuestras limitaciones y nuestra lejanía, cuánto de martirio cristiano hay en la vida de este profeta ateo”.[11]
[1] J. Revueltas, “La Iglesia y el hombre”, en Taller, núm. 1, diciembre de 1938, p. 51. Edición facsimilar: México, Fondo de Cultura Económica, 1982.
[2] Evodio Escalante, “Introducción del coordinador”, en J. Revueltas, Los días terrenales. Ed. crítica. E. Escalante, coord. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992 (Colección Archivos unesco, 15), p. XXI.
[3] Jesús Alejo Santiago, “La de José Revueltas, una vida inverosímil: Aguilar Camín”, en Milenio Diario, 19 de noviembre de 2014, www.milenio.com/cultura/Jose_Revueltas-Jose_Revueltas_muros_de_la_utopia-centenario_Jose_Revueltas_0_412158788.html. Así se expresó Eduardo Antonio Parra: “Sus novelas están llenas de referencias bíblicas, y El luto humano también de referencias prehispánicas, sobre todo en lo que tiene que ver con la muerte. Creo que sí le ha hecho daño el ser un icono de izquierda; le ha hecho daño en el sentido de que lo leen mucho quienes son de izquierda y un poco menos los que son de derecha, cuando Revueltas exploraba la condición humana”. Cf. José Ángel Leyva, “Revueltas y el mal”, en La Jornada Semanal, núm. 1027, 9 de noviembre de 2014, www.jornada.unam.mx/2014/11/09/sem-jose.html: “Son frecuentes las referencias bíblicas de Revueltas en cada una de sus novelas y sus cuentos, sus adjetivaciones connotan siempre esa potencia sobrehumana y antinatural, la cerrazón ante otra fe, otro pensamiento, una humanidad distinta”.
[4] P.O. Romero, “Los mitos bíblicos en El luto humano”, en Texto Crítico, Xalapa, núm. 2, julio-diciembre de 1975, p. 81, http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/7229/2/19752P81.pdf.
[5] Ibid., pp. 81-82.
[6] J. Revueltas, “¿Cuánta será la oscuridad?”, en Dios en la tierra. [1944] México, Ediciones Era, 1979 (Obras completas, 8), pp. 166-167.
[7] Ibid., p. 169.
[8] Cf. Eugenia Revueltas, “Dostoievski y Revueltas”, en E. Negrín, sel. y pról., Nocturno en que todo se oye. José Revueltas ante la crítica. México, Ediciones Era-UNAM, 1999, pp. 241-247.
[9] O. Paz, “Cristianismo y revolución: José Revueltas”, en Hombres en su siglo. Barcelona, Seix Barral, 1984, p. 152. Cf. Guillermo Sheridan, “Paz lee Revueltas”, en El Universal, 10 de junio de 2014, www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2014/06/70693.php; y E. Escalante, “Revueltas y Paz: la confrontación postergada”, en La Jornada Semanal, núm. 1028, 16 de noviembre de 2014, www.jornada.unam.mx/2014/11/16/sem-evodio.html.
[10] J. Revueltas, “La Iglesia y el hombre”, p. 53.
[11] J.R. Enríquez, “Dios, Cristo y cíclope”, en La Jornada Semanal, 18 de junio de 1989, pp. 22-23; en E. Negrín, sel. y pról., Nocturno en que todo se oye. José Revueltas ante la crítica. México, Ediciones Era-UNAM, 1999, p. 265.
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