Los guionistas pueden incluir en la trama cualquier cosa que se les ocurra, por disparatada que sea: como se trata de ciencia-ficción sólo tienen que vestirlo con lenguaje seudocientífico.
Dentro del variopinto y dinámico mundo de las series de televisión existe un género que se ha abordado en todas las épocas despertando siempre el interés de la audencia. Nos referimos al de las aventuras intergalácticas. Si usted piensa que queda mejor decir “series de marcianos”... allá usted.
Resultaría prolijo confeccionar una lista de las más importantes, pero vamos a hacerlo de todos modos: Star Trek, V, Perdidos en el espacio, Stargate, Babylon 5, ¡Vaya vecinos!, Roswell, De otro mundo... seguro que al lector le suena más de uno de estos nombres.
En las tramas de este tipo de series suele aparecer un lugar maravilloso que es el cuartel general de los buenos. Este sitio suele llamarse Cuántico, no me pregunten por qué. Es un nombre que lo dice todo sin decir nada y ahí radica su eficacia. Hay que poner nombres eficaces cuanto tratamos asuntos de ciencia-ficción para dotar de verosimilitud a la narración.
Bueno, puede que Cuántico lo haya uno oído en una serie de misterio o de espías, ya no lo recuerdo. Yo en esas cosas no me fijo. Los productores de ciencia ficción bastante tienen con conseguir que veamos sus series, como para exigir que además nos fijemos.
Como hemos al principio del tercer párrafo, en la ciencia ficción televisiva los buenos luchan contra los malos. No es que hayan hecho un alarde de imaginación los guionista, no. Uno sospecha que es porque son los mismos guionistas que hacen el resto de las series, quizá sobreestimulados con café cargado. En estas aventuras todo sucede a toda prisa. Claro: hay que recorrer instancias intergalácticas y la tecnología ya permite cambiar de planeta casi en un supiro.
Los protagonistas suelen llevar trajes de plexiglás que parecen más incómodos que pa qué, pero dan la apariencia de futuro lejanísimo porque ahora nadie en su sano juicio se pondría algo como eso ni para carnavales. También suelen ser ceñidos, pero esto apuesto a que es una estrategia para el lucimiento de los jóvenes actores y actrices. Así, si son malos, por lo menos lucen tipo.
Otra cosa que caracteriza a estos productos es el extraordinario margen de posibilidades que ofrece a los guionistas la propia idisincrasia del tema: los escritores pueden incluir en la trama cualquier cosa que se les ocurra, por disparatada que sea: como se trata de ciencia-ficción sólo tienen que vestirlo con lenguaje seudocientífico. Por ejemplo, todos tragamos con que los malos de V se alimentasen de ratones, como si fuese lo más normal del mundo. Bueno, los que más tragaron fueron los actores, por hacer un chiste fácil. Luego, claro, se pusieron en el mercado gominolas con forma de rata. Yo eso no lo recuerdo, pero si lo dice internet...
Uno llega a pensar que lo que forzó a los creadores de la serie a poner a la bella Diana a engullir ratones vivos fueron las presiones de algún lobby ultra-mega-super conservador, para conseguir así rebajar la sensualidad que emanaba el personaje. Bueno, la sensualidad la emanaba la actriz, ustedes ya se hacen cargo. Hasta que echaba la cabeza hacia atrás, abría la bocaza y se zampaba una rata viva: no he visto en la vida mayor aniquilación de la libido humana en menos tiempo.
A modo anecdótico, señalar que esta famosísima serie se basaba en las teorías de los reptilianos, que no vamos a exponer aquí porque ya bastante cargado de disparates está el artículo. Aunque, bien pensado, ¿por qué no?:
Los reptilianos o draconianos son supuestos reptiles humanoides (no confundir con humanoides reptiles) que aparecen relacionados con asuntos de ufología (marcianos, para entendernos) y teorías conspiratorias. Lo de las teorías conspiratorias sí que se lo van a buscar ustedes en otro lado porque si no no acabamos nunca.
Estos reptilianos viven entre nosotros sin que nos enteremos y podrían ser el hombre del butano o la señora que nos vende el pan, salvo por el hecho de que ahora casi todos tenemos gas ciudad y compramos el pan en el súper, por lo que la probabilidad de que sean esas personas es muy pequeña. Y además sólo era un ejemplo.
Lo cierto (es un decir, porque todo esto es mentira) es que estos seres, que son originarios de Orion y hay quien dice que de ahí viene su obsesión por los coches Ford Orion (lo cual también es mentira porque me lo acabo de inventar) poseen gran fuerza, telepatía e invisibilidad. Ja. Ja, ja.
Bien, ya sé que no se compadecen con el tono didáctico que debería tener esta exposición algunos comentarios que estoy intercalando pero es que no me puedo reprimir.
También son andróginos y se pueden reproducir sin una pareja. Buenoooooo.
Entre sus planes están la implantación de un orden mundial y la preparación de la segunda venida de Jesucristo. Sí, han leído bien. Aquí ya entran ganas de vestirse de flamenca y ponerse a dar unos pasitos de baile, sin castañuelas ni nada.
Mejor regresamos al asunto de las películas de ciencia-ficción, que ya les digo que son mucho más normales que las cosas estas de los reptilianos.
La inmensa mayoría de las películas de ciencia-ficción que involucran a extraterrestes, salvo que tengan tratamiento de comedia, retratan a estos como seres malvados. Es lo mismo que harían los extraterrestes que viesen lo que ocurre aquí abajo con nosotros: nos pintarían como auténticos demonios, pero en este caso con cierto conocimiento empírico.
A los marcianos suele atribuirse un tipo de civilización mucho más avanzada que la nuestra. Eso es ya puro recurso narrativo: ¿qué juego darían unos marcianos cavernícolas, unos cohetes propulsados con carbón, unos robots que funcionasen con pilas?. Por no hablar de que todavía está por ver un solo marciano con rictus de bobo y la baba colgando, en plan el marciano tonto del pueblo o así.
Para finalizar, voy a desvelar un secreto: Cuántico existe. Es un pueblo situado en el estado de Virginia, de unos quinientos habitantes. Lo escriben “Quantico”. Está a la vera del río Potomac y acoge a una base de marines. ¿Qué relación tiene este lugar con el tema de este artículo? ¿Ha sido usted engañado por el despliegue verbal de un redactor sin escrúpulos?
En la localidad de Quantico se encuentra la academia de formación del FBI. A- migo.
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