Dijo cosas como Thelma Moore había tenido puestas las mismas medias por seis meses sin lavar y sin por ello dejar olor, que cierta hermana no había tenido agotamiento por 15 años, que una nube de gloria que sobrevoló sus asambleas y enseñó a la multitud que si decían “Hola Jesús” entonces olerían la fragancia de Jesús. Con la fragancia de Jesús sus propios perros no le reconocerían por oler diferente y los insectos no entrarían en casa a causa de “Un Espíritu Santo exterminador”. Pero su osadía se haría mayor cuando en 1960 publicó su “Fórmula para levantar los Muertos”
Toda esta milagrería nos recuerda la milagrería católica del siglo XVII a la que Jovellanos hizo duras críticas por su infantilismo y falta de escrúpulos.
La fundadora de la Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular, Eimee Semple Mcpeherson (1890-1944), según el “Diccionario de los Movimientos carismático y pentecostal” es considerada como “la más prominente mujer líder que el Pentecostalismo ha producido hasta la fecha” Casada tres veces y divorciada dos, con su primer marido Robert Semple había ido a la China como misionera. En 1911 se casó con Harold Stewart McPherson quien se quejaba del histérico comportamiento de ella y su negligencia hacia él, finalizando en divorcio en 1921, por querer dedicarse a predicar. El 1926 desapareció y se creyó se había ahogado mientras nadaba en la Costa de California, pero apareció en México tras un romance y no un secuestro como ella dijo, pues lo síntomas de haber deambulado por el desierto al escapar de sus captores no eran visibles. Al año siguiente de este episodio McPherson rechazó los tabúes sociales contra los que los creyentes bíblicos de aquel entonces mantenían en las iglesias y contra los que ella había predicado y se “rindió a la mundanalidad: su vestuario de trajes de fantasía y faldas cortas, joyería, pieles, su nuevo apasionamiento con los cosméticos y cabellos cortos, todo ello específicamente condenado por las Escrituras” (Robert Bahr,
Menos que Todos los Santos , p. 259).Aimme se volvió a casar con el divorciado David Hutton del que se volvería a divorciar en 1034.
El ministerio de McPherson estuvo caracterizado por el llamado “matar del espíritu”. En una de sus biografías “Menos que todos los santos” de Robert Bahr describe a seguidores yaciendo sobre el suelo después que ella imponía las manos y supuestamente eran “bautizados por el Espíritu Santo”.
McPherson enseñaba que la sanidad está garantizadas por la expiación. Se insistía en que en esta vida presente todos los problemas serán quitados y las enfermedades sanadas si uno tiene fe. La sanidad física es parte del Evangelio. Un Evangelio, el “cuadrangular” donde Cristo es Salvador, bautizador por el Espíritu Santo, Sanador y Rey Venidero. Un evangelio producto de una visión en 1922 que servía para el cuerpo el alma y el espíritu, pero que dejaba la plenitud de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo sin el objetivo principal, que era el perdón de los pecados (1ª Cort 15:1-4).
Pero también su ministerio de sanidad decepcionó a muchos que llegaban a sus reuniones y para ir a la fila de sanidad se requería una tarjeta y estas se limitaban a 75 personas. Aunque existieron algunas notables curaciones documentadas, uno de los biógrafos de McPherson, Daniel Epstein, admitió que aquellas personas sanadas fueron “mayormente enfermedades del sistema inmunológico, o atribuidas a la histeria”. Él dijo: “La Hermana Aimee no tiene el crédito de haber levantado a alguien de la muerte, de haber corregido un labio leporino o un paladar partido, o de haber restaurado un miembro perdido, o un dedo, o un órgano interno” (Epstein,
La Hermana Aimee , New York: Harcourt, Brace Jovanovich, 1993. Sin embargo ella se adelantó en muchas décadas al método neo-evangélial. Según su biógrafo se adelanto a la “teología de creación” de Matthew Fox setenta años antes, donde se enfatizaba la gracia por encima del pecado original, diciendo que con el amor como cebo ella pescaría ballenas, haciendo siempre que su predicación fuese anecdótica y afectiva. Condenó el método del abstemio Billy Sunday quien gritaba a los pecadores con condenación y fuego del infierno, mientras Aimme aconsejaba la “guiémosle con la bondad y simpatía” con el Evangelio de la Reconciliación y el Amor.
La realidad humana sin embargo tiene otros hechos menos espirituales que los relatos de estos sanadores. Vidas tan turbulentas como las de Aimee siempre suelen terminar mal y el ejemplo suele tambalear toda la obra. En 1944 Aimee fallece por sobredosis tras un matrimonio nuevamente fallido. En su testamento le deja a su madre 10 dólares, cuando ellas dos habían sido las administradoras de este imperio evangelístico de Aimme. Ellas eran dueñas del Templo Ángelus, pero en 1927 Aimee quitó a su madre de las posiciones que había mantenido por bastante tiempo en la iglesia cuadrangular y no volvería hasta que hubo una crisis financiera por las malas inversiones de Aimme. En 1929 volvería a marchar definitivamente Mildred del lado de su hija “después de recibir una rotura de nariz durante un explosiva contienda” (Robert Bahr,
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