Es la cuarta vigilia de la noche. Es el momento del horror, del problema, de la pesadilla. Es cuando uno casi ni siquiera se considera humano. Es como en las peores pesadillas de Kafka. Uno se siente un insecto retorcido, abandonado, infravalorado, privado de dignidad. La noche parece eterna. Uno está en un túnel que parece que no tiene fin... No hay solución. Nadie vendrá. Nadie puede ayudarme.
Puede ser el problema de los pobres del mundo, de los hambrientos. Los niños mueren en los brazos de sus madres por falta de alimentación. No hay salida, no hay esperanza. Se está en medio del mar encrespado. Nadie viene dispuesto a la ayuda. Es la situación de muchos de los desempleados en el mundo. Sobrante humano. Ni siquiera quieren explotarlos como en los momentos de las peores revoluciones industriales... Uno de los pobres en una situación de pobreza y de exclusión extrema, me decía: “No soy nada, un bulto, un poco de grasa”. Una barca rota azotada por las olas de un mar encrespado en la que sólo queda ya, por unos minutos, una tabla de salvación. Todo se ha ido a la deriva. La tabla pronto dejará de sostenerme.
También otro tipo de sufrientes: los enfermos que sufren dolor y están desahuciados en situaciones límite, los maltratados, los torturados, los despreciados, los infravalorados y robados de dignidad. Vidas azotadas y lanzadas en medio de la cuarta vigilia de la noche en medio de un mar encrespado. El horror, la desesperanza.
¿Hay algún mensaje para ellos? ¿Se puede andar sobre el sufrimiento, sobre el horror y la tragedia? ¿Podemos andar sobre nuestro propio problema? El texto que comentamos es el de los discípulos en medio de la cuarta vigilia de la noche, azotados por un fuerte viento y con grandes olas que hacían naufragar la pequeña barquilla en la que iban. Todo un símbolo del sufrimiento humano. ¿Cómo podremos andar sobre nuestro problema?
Jesús da ejemplo: aparece andando sobre el problema de sus discípulos. Se puede andar sobre la causa del sufrimiento de los otros para intentar que ellos también puedan caminar por encima de sus horrores. En medio de la cuarta vigilia de la noche y de las ondas, las olas y los vientos, el sol puede comenzar a despuntar. No es fácil. Cuando la noche es dura y oscura, cuando sólo se perciben tinieblas, puede que los sufrientes del mundo, al acercárseles Jesús, aunque sea por medio de sus discípulos y de sus seguidores en el mundo, pueden parecer fantasmas.
Los cristianos necesitan identificarse en medio del sufrimiento de los pobres, oprimidos, torturados y marginados del mundo. En medio de los sufrientes de nuestra historia. Para eso tenemos que aprender a andar sobre las olas, las ondas y los vientos del sufrimiento humano, aprender a andar sobre las injusticias, los desequilibrios y las causas de la pobreza y del sufrimiento con pies solidarios, bocas denunciadoras y brazos arremangados dispuestos al servicio.
Jesús puede caminar sobre las aguas encrespadas del sufrimiento humano y nos pide que nosotros también aprendamos a caminar sobre estos vientos y olas. Si nos perciben como fantasmas, debemos de identificarnos: Tened ánimo. Somos nosotros, los seguidores del Dios altísimo. Queremos ayudaros a que vosotros también podáis caminar sobre la cuarta vigilia de vuestra noche, sobre las aguas encrespadas de vuestro sufrimiento. Contáis con la solidaridad, la voz y el compromiso con la justicia de todo un pueblo. Somos el pueblo de Dios, agentes de liberación, manos tendidas que os ayudarán a caminar sobre las aguas en la cuarta vigilia de la noche de vuestro sufrimiento.
Los cristianos debemos trabajar para que el sol comience a despuntar en los lugares de conflicto, en los focos de marginación, en las zonas de mayor pobreza. El sol no comenzará a despuntar hasta que nosotros, siguiendo las órdenes del Maestro, no nos lancemos a caminar sobre las aguas encrespadas en las que están tantos de nuestros coetáneos.
Si el pueblo empobrecido y sufriente, cuando nos acercamos a ellos, nos confunden en medio de su noche con fantasmas, como ocurrió a los discípulos con Jesús, ¿tenemos nosotros argumentos suficientes para identificarnos como agentes de liberación del Reino? Jesús fue contundente: “Tened ánimo; yo soy, no temáis”. Y los discípulos identificaron a Jesús después de haberle confundido con un fantasma.
¿Tenemos las suficientes señas de identidad los cristianos para con los pobres, los oprimidos y los sufrientes del mundo que están en su cuarta vigilia de la noche, en medio de su valle de sombras de muerte? ¿Podemos los cristianos decir con autoridad a los pobres y excluidos de la tierra que tengan ánimo, que somos nosotros, los seguidores del Maestro y que echen fuera todo temor?
El Apóstol Pedro pudo andar sobre las aguas encrespadas en la cuarta vigilia de la noche, mientras mantuvo su mirada fija en el Señor. Cuando miró los problemas, los vientos y las olas gigantes, comenzó a hundirse. Nos da la clave para poder enseñar a caminar a otros sobre su sufrimiento: Hay que mantener la mirada fija en el Señor. Mantener la mirada fija en su ejemplo, en sus prioridades, sus estilos de vida, su denuncia y su compromiso con los débiles del mundo.
Podemos actuar. ¿Por qué dudamos, hombres de poca fe? Yo muchas veces no encuentro salida para la acción en el mundo. Me limito a mi trabajo con los pobres de la tierra en Misión Urbana. No tengo ni los medios, ni las relaciones, ni las infraestructuras suficientes. Me gustaría tener y dar más visión. Es posible actuar. Es posible caminar sobre las aguas. Es posible sanar heridas y comunicar paz y felicidad. Los cristianos del mundo deberían ser más esa levadura que ponga en movimiento la solidaridad de los cristianos de la tierra. Si se consiguiera, los vientos se calmarían, volvería la paz que se fundamenta en la justicia... y el sol comenzaría a despuntar. ¡Levantaos, cristianos del mundo, y comenzad a caminar sobre las aguas! El sol de justicia puede deslumbrar la tierra y curar todas las heridas.
Si quieres comentar o