¡Qué pena que sólo se hable del Cántico de María en torno a las fechas de Adviento! Esto en el mejor de los casos, pues no es el pasaje bíblico sobre el que más se predica, no es sobre el que más se reflexiona. Nunca he oído un comentario del Cántico de María de forma extensa y comprometida, pero es el cántico que deberíamos tener frecuentemente en nuestros labios, lo deberíamos recitar y cantar para, así, no cometer ese atentado contra el Dios de la Biblia de olvidarnos de los pobres y de los hambrientos del mundo.
Por otra parte, quizás es que nos asusta la contrapartida: es un Cántico que proclama a un Dios contrario al proceder de los ricos acumuladores de este mundo. ¿No cantamos, ni recitamos, ni predicamos sobre este Cántico porque, posiblemente, nos da miedo decantarnos contra los acumuladores injustos de este mundo, a quienes muchas veces rendimos pleitesía al adherirnos a un valor antibíblico que la sociedad da como bueno, que es la riqueza como prestigio?
¡Fuera miedos! Saquemos del baúl de nuestros recuerdos estos textos no comentados, citados solamente, cuando se hace, en los románticos momentos de la celebración del Adviento, cuando nos preparamos para la Navidad, en muchos casos, como simple fiesta de invierno, fiesta consumista. ¡Luz a la integralidad del Evangelio! ... aunque esto nos comprometa. Quien no quiera comprometerse, no podrá ser discípulo del Maestro.
El Cántico de María ya es un precedente del Evangelio a los pobres, se une a ellos y se posiciona contrario a la acumulación de los ricos que desequilibran la balanza del que debería ser un justo reparto o redistribución de los bienes del planeta tierra. Su denuncia se une al aserto bíblico de que la escasez del pobre, su miseria, está en la mesa de los ricos.
¿Cómo entender el Cántico de María? ¿Desde qué parámetros? ¿Cómo entender estos alegatos a favor de los pobres y en contra de los enriquecidos del mundo? Pues para entender este Cántico, hay que partir de dos ideas fundantes, de dos ideas que confirman un lugar conceptual desde el cual se puede fundamentar todo el Cántico de María: El concepto de bajeza y el concepto de sierva.
María parte de esta idea fundante, una especie de lugar teológico del cual no nos debemos de apartar para entender el cantar:
“Dios ha mirado la bajeza de su sierva”. Por tanto, los prepotentes, los que confían en el reconocimiento y honores del mundo, los que se afianzan en el poder, en las riquezas, en el lujo y lo fastuoso, jamás van a entender el Cántico de María.
A los arrogantes y orgullosos, les está vedado el entendimiento de este precioso Cántico. Sólo lo entenderán bien, los que comprenden el Evangelio a los pobres, los que comparten renunciando a las acumulaciones de riquezas, aquellos a los que no les importa acerarse y solidarizarse con lo que muchos llamarán la bajeza del mundo, con los pobres de la tierra... aunque para Dios, en sus parámetros divinos, esto no sea bajeza, sino la mayor riqueza espiritual a la que se puede aspirar.
Así afirmamos: Cántico de María, precedente del Evangelio a los pobres. Cántico concienciador de los humildes, de los que no consideran que la vida consiste en la abundancia de los bienes que se poseen. Cántico de aquellos que se consideran Siervos del Dios Viviente. Cántico de los solidarios, de los que practican la projimidad, de los que se bajan de su tren de la prosperidad, para bajar a la arena de la realidad tendiendo una mano a los sufrientes del mundo, uniéndose al Dios que exalta a los humildes.
“Dios miró la bajeza de su sierva”. Parece que este no es un valor que se desee entre los cristianos del mundo, pero María era plenamente consciente de que este era un valor liberador, potenciador de la espiritualidad cristiana. María pone este valor como el fundamento de su relación con Dios, con el Omnipotente, con aquel que colma a los hambrientos de bienes y envía vacíos a los ricos. Desde ahí María comprendía la preocupación de Dios por los pobres, comprendía la misericordia de Dios, su justicia y santidad. Contactó con el poder de Dios y, por eso, fue consciente de su bajeza.
El Cántico de María es el que ya, desde antes de nacer Jesús, está abriendo camino y visión para lo que después se llamará el Evangelio a los pobres, aunque, como siempre decimos, no es que el Evangelio sea exclusivamente para los pobres, sino que también es para los ricos, siempre que estos se arrepientan y cambien como hizo Zaqueo.
María, desde su Cántico, está iluminando lo que será la enseñanza de Jesús, los valores del Reino que a los últimos pone como primeros. Estaba presagiando que el Evangelio a los pobres iba a ser la seña de identidad del Maestro. Cuando a Jesús le preguntan por su identidad, por si era Él el que había de venir, por su identidad como Mesías, Él responde: Decid a Juan: “A los pobres es predicado el Evangelio”. Esas eran sus señas de identidad.
Os dejo con este primero de los retazos del Evangelio a los pobres que vamos a ir comentando del Nuevo Testamento, de los cuatro Evangelios que, en ocasiones, por considerarlos tan conocidos, los leemos de manera rápida y no profunda. Habrá otro artículo más sobre este sensacional y maravilloso Cántico. No nos des tranquilidad, Señor, hasta que no entendamos tu Palabra.
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