Pues sí. Los bancos de los países ricos estaban inundados de dinero en la década de los setenta. En esta década los países de la OPEP disminuyen la producción petrolífera y los precios del petróleo se quintuplican llegando a costar en poco tiempo cinco veces más. Son los petrodólares la causa de la inundación de dinero en los bancos de muchos países del pequeño Norte Rico. Este dinero no podía estar parado e improductivo, sino que tenía que seguir siendo rentable. Solución: Ofrecer créditos a los países pobres a bajo interés. Ya llegaría la subida… y llegó condenando a los países pobres a la dependencia, a ser financiadores de los países ricos.
La Deuda externa llegó a ser un arma de dominación política y económica. Un arma de muerte y de condena al subdesarrollo de los pueblos pobres. Una bomba cuyos efectos negativos superó al lanzamiento de muchas bombas atómicas. Una bomba que mataba por hambre, por subdesarrollo y por dependencia unida a la imposibilidad de exportaciones y comercio justo. Si en 1980 los países más pobres exportaban cerca del 8% ya en los años 90 sólo hacían una exportación simbólica del 1,4%. Sólo entre los Estados Unidos, La unión Europea y Japón, exportaban el 73% en esos años. Toda una catástrofe para el mundo pobre. La excepción era la del 20% del mundo rico que serían los beneficiarios del sacrificio de los pobres debido a las transferencias de capitales del Sur pobre al Norte rico. Todo un despropósito, un desatino, un escándalo y una vergüenza humana al aumentar la pobreza en el mundo.
La voz de los creyentes en el mundo podría ser importantísima. Si los cristianos del mundo se concienciaran en torno a estos temas en defensa de los débiles siguiendo las directrices bíblicas, seguro que podrían influir incluso en instituciones multilaterales como son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en la redistribución de fondos para los países pobres. ¿Quién influye en las directrices que son determinantes en la distribución de fondos de estas instituciones? El principal país es los Estados Unidos, un país cristiano o, al menos, religioso. Si su vivencia de la espiritualidad cristiana les llevara a seguir la línea de Jesús de posicionarse al lado de los pobres como obediencia al concepto de projimidad que nos dejó Jesús, seguro que el mundo y la situación de los pobres podría cambiar.
Sin embargo
se están marcando políticas elitistas en donde los pobres no son sujetos de su propio desarrollo, sino que los enriquecidos que ponen su dinero son los que mandan y subordinan pensando que son ellos lo que saben qué hay que hacer con los pobres del mundo marcando políticas asistencialistas manchadas de cierto paternalismo fofo e inútil para el desarrollo de los pueblos pobres. En estas políticas lo único que se refleja son los intereses y la imagen del orden mundial que marcan los países ricos. Ven el posible desarrollo de los pueblos pobres en función de los intereses de los poderosos.
Desde estos puntos de vista habría que decir que tanto los Estados Unidos, como la Unión Europea, como el Japón, son culpables de la exclusión en que viven los pueblos del mundo pobre… mientras los cristianos callan y se dedican a cumplir con sus fiestas solemnes y sus rituales dando la espalda al dolor y el sacrificio de los pueblos pobres. ¡Dios quiera que algún día se llegue a vivir el cristianismo y el seguimiento a Jesús en autenticidad y en compromiso, y no solamente como una religiosidad vana que no sirve para echar una mano acercando los valores del Reino de dignificación y liberación de las personas a los pueblos pobres!
O empezamos a vivir el cristianismo en compromiso con el prójimo, con el hombre, con el hermano despojado o apaleado, o haremos del cristianismo otra forma de vivir el ritual que en nada se diferencia de cualquier otro intento de rito que, incluso, nos puede alejar del Dios de la vida. De ahí que en la entrada a los templos cristianos se debería hacer la pregunta: ¿Dónde está tu hermano? ¿Qué has hecho con tu hermano? De la respuesta debería depender la admisión de las personas o no a los atrios del Altísimo, no sea que sus alabanzas y prédicas acaben resonando como metal molesto o címbalo que retiñe a los propios oídos de Dios que acabará cerrándolos a estos ruidos insolidarios en los que se convierten muchas de las alabanzas al Dios altísimo. Una vez más hay que decir que debemos rescatar la denuncia profética con la que entronca Jesús mismo.
Creo que el cristiano hoy debe preocuparse por al situación de su prójimo en el mundo pobre, por la Deuda Externa, por la desigual redistribución de las rentas, por el comercio justo… por la justicia en el mundo. Si no es así, es posible que los textos bíblicos tengan que repetirlos las propias piedras que podrían hablar así siguiendo las palabras de Dios a los profetas: “No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes… restituid al agraviado, haced justicia… Venid luego”. Necesitamos activar el auténtico concepto de religión que aparece en la Biblia, la religión pura y sin mácula. Será la forma de liberarnos y exculparnos de ese escándalo y vergüenza humana que es la pobreza de más de medio mundo… nuestro prójimo colectivo al que no podemos dejar tirado al lado del camino.
Si quieres comentar o