El Día de Acción de Gracias también tiene sentido aquí en Paiporta, una de las poblaciones más afectadas por la riada de hace un mes.
Por todo lo vivido aquí en lo que llaman “la zona cero” de la DANA, casi se nos pasó la fecha. Me despedía aquí en Paiporta de mi amigo Chus, que vino de Barcelona 4 días con un permiso laboral para servir como voluntario. Al despedirse, me contaba que su objetivo era llegar a casa a tiempo de celebrar Acción de Gracias en familia.
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Ahora que mi agenda y rutinas se han difuminado totalmente, ni había caído que estamos ya en este momento del año.
Y sin embargo, ¿no tenemos motivos los que vivimos aquí en la Horta Sud para dar gracias? Creo que sí, estos son algunos que se me ocurrían hoy.
1. Gracias por la misericordia de Dios. Estamos bien, Él nos ha protegido. Esa tarde, mi mujer y la profe de baile de nuestras niñas decidieron suspender la clase por el fuerte viento, aunque el aviso oficial llegaría horas después. Yo decidí no bajar al parking subterráneo a sacar el coche. Ninguno de los 70 vecinos en nuestro edificio desapareció, ni hay víctimas mortales entre amigos que tenemos en el pueblo. Más de 40 personas perdieron la vida sólo en Paiporta, una cifra que cuesta de asimilar. Pero como me decía un padre del cole que se unió a la Guardia Civil buscando a supervivientes, solo en nuestro barrio se hicieron decenas de salvamentos ese noche.
2. Gracias por los destellos del Creador en cada vecino. En medio del caos, todos hemos visto “lo mejor del ser humano”, como se suele decir; la ‘imago Dei’, dirían los teólogos. Los vecinos que albergaron a gente de las plantas bajas en su casa. Los que salieron a desbloquear las puertas de fango. El que llamó a sus compañeros bomberos en otras partes de España para que vinieran urgentemente. La que repartía medicamentos en un carrito de compras porque las farmacias estaban destrozadas. El que consiguió bombas de achique de sus contactos, el que llamó a su amigo el del 4x4. La que organizó la llegada urgente al barrio de botas, lejía, comida caliente. El que andó hasta el puesto de comando de los militares fuera del pueblo para pedir una cuba de fango para la finca… Todos pusieron de su parte e hicieron lo que sabían hacer mejor en esos primeros días, mostrando aspectos del carácter de Dios.
Hace 1 hora he visto el primer coche verde militar en el barrio, tras 7 días. En el almacén de nuestro edificio llega fruta.
Amigos llegan a casa andando 45mins desde Valencia y traen pequeñas cosas que valen oro. Sus abrazos y oído atento . Nuevas amistades con vecinos.
— Joel Forster (@joelfwal) November 5, 2024
Y todo esto sin hablar de los voluntarios que cruzaron desde Valencia por el puente peatonal del Turia para venir a hacer lo que las autoridades aún no habían conseguido organizar.
3. Gracias por la iglesia. ¡Qué gran idea de Dios crear este cuerpo infinito! Es imposible contar las muestras de cariño que hemos recibido en este primer mes. Centenares de personas identificándose con lo que hemos vivido, expresando con honestidad sus oraciones, su lamento, y su apoyo. Ha sido abrumador y a la vez algo que nos ha sostenido en momentos de bajón emocional. Nuestra iglesia local en Valencia, que al segundo día llegaba con 2 coches al alba para traer agua, comida y papel de WC para nuestra familia y algunas otras. La iglesia de Medina del Campo en Valladolid que traía botas de mujer para repartir en el barrio. Los de Alicante que aparcaron bajo la lluvia y se cruzaron Paiporta en el fango con cajas de Kärcher al hombro.
Esta mañana a las 7'25h recibiendo a amigos de la iglesia, los primeros que han entrado en Paiporta al salir el sol. Agradecido por poder ser familia en medio del desastre. Material para unas 5 familias, amigos y vecinos que no tienen familiares cerca. pic.twitter.com/jGnSH2QPc4
— Joel Forster (@joelfwal) November 1, 2024
Los transportes coordinados por las iglesias de Valencia ciudad que respondían con exactitud a las necesidades cambiantes del día a día, en contacto con los creyentes sobre el terreno. Los amigos que me dieron el valor de vaciar el trastero lleno de lodo. Los que venían en bici a llevarse ropa sucia y traerla de nuevo limpia. Los que venían simplemente con dulces y ganas de hablar y orar. Y la iglesia también a nivel internacional, que ha dado generosamente para la ayuda a personas que han perdido mucho más que un coche o un trastero.
4. Gracias por las risas de los niños y niñas. Algunas familias se los llevaron a casa de los abuelos, otros se han quedado. Pero todos los ‘nens i nenes’ han vivido todo esto en primera persona. Un mes después, no hay parques a los que ir en mi barrio y ninguna escuela ha abierto. Y aún así, qué respuesta a las oraciones son su alegría, sus juegos, sus dibujos de bomberos y tractores, sus canciones, incluso cuando se pelean. Recordaré bien la excursión en lanzadera-bus a los 20 días para ir a un parque infantil en Valencia ciudad. Cruzar el puente con las niñas y encontrarnos con la tranquilidad de la normalidad, ellas escalando los “castillos” y subiéndose a los columpios, nosotros los padres observando con una sonrisa y disfrutando de la calma de un lugar sin fango ni sirenas.
5. Gracias por vivir en un país con recursos. Es verdad, todo falló ese día, y la frustración es muy grande en estos pueblos. Y es verdad, qué insoportable cómo en España incluso un desastre natural es visto por algunos, especialmente en redes sociales, como una excusa más para lanzar fango al adversario. La ayuda gubernamental llegó muy tarde, y aún hoy tenemos muchas preguntas sobre muchas cosas. Pero aún con todo, doy gracias por vivir en un estado que tiene herramientas para responder y un sistema que, aunque lentamente, funciona. Gracias por las ayudas disponibles para los afectados. Y gracias por la alcaldesa de mi pueblo, y su trabajo en medio tanta tensión. También doy gracias por las autoridades en niveles superiores, incluido el presidente de la Comunidad Valenciana, que como todos los otros responsables gubernamentales carga estas semanas con el estrés y la presión de sus propios errores en una situación que desbordó a absolutamente todos.
6. Finalmente, doy gracias por las buenas noticias del evangelio. El libro infantil más leído en nuestra casa en los días previos a la DANA (¡y también las primeras noches después de la riada!), era uno llamado “Siete promesas”, de Rebecca Paramio, una creyente de aquí en Valencia. De forma sencilla, presenta un versículo de la Biblia en cada página, con un color del arco iris. Leer este librito con mis hijas antes de dormir fue mi principal dosis de Biblia tras el desastre, cuando era difícil concentrarse por la ansiedad. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), era la segunda promesa, por ejemplo: “Dios siempre está a tu lado”. Otra: “El Señor es mi pastor, nada me faltará (Salmo 23:1), que apunta a que “Dios te da todo lo que necesitas”. Es fascinante ver cómo la Palabra de Dios brilla sin competencia en momentos de desesperanza y temor como los actuales.
Esta noche otra vez leyendo el libro más leído en casa últimamente. Es curioso como las palabras de la Biblia impactan de forma diferente en una situación así. Gracias a Dios por las Biblias infantiles. #paiporta pic.twitter.com/sfQ5YL3Te6
— Joel Forster (@joelfwal) November 1, 2024
Así que sí, es Día de Acción de Gracias, incluso en Paiporta o en Picanya, Alfafar, Aldaia, Massanassa, Benetússer, Sedaví, La Torre, Castellar, Riba-Roja…
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La Biblia nos llama a dar gracias en todo tiempo y en todo lugar. El primer supermercado en Paiporta ha abierto justo a tiempo para comprar una buena comida. Ya tengo ganas de escuchar los motivos de agradecimiento de los que nos sentaremos a la mesa.
Joel Forster, miembro del equipo de Protestante Digital y director de Evangelical Focus.
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