Nadie puede decir hoy que el nivel de consumo del 20% del mundo rico es universalizable. Nadie puede afirmar que el mundo rico puede continuar con su consumo desmedido hasta ver si los países pobres nos alcanzan, nadie debe afirmar que, con la generación de riquezas que produce la economía y el mercado neoliberal, llegarán a rebosar las arcas de los ricos y algo les llegará a los pobres y les sacará de su pobreza. La única solución viable sería llegar a una civilización de la moderación en donde se compartieran con más justicia las riquezas del mundo.
No es universalizable la civilización del consumo desmedido, del gasto de energías sin límite que hay en el Norte rico… simplemente porque no es un consumo sostenible, acabaríamos destrozando definitivamente el planeta tierra y saqueando todos sus recursos. Los pobres no pueden correr detrás del pequeño mundo rico intentando alcanzarlo en su nivel de consumo. Simplemente están excluidos, despojados, oprimidos, humillados y ofendidos. Así, en diferentes gradaciones, está el 80% de la humanidad.
Los pobres presionan de alguna manera. Se ve en las riadas de migrantes del mundo en busca de una posibilidad digna de vida. Riadas que son como la punta de un iceberg que muestra un malestar en el mundo más grande de lo que muchos suponen en esa isla protegida y depredadora del mundo rico. El mundo rico se defiende, pero no sabemos lo que podremos resistir defendiendo lo que no es nuestro, lo que pertenece a todos por igual.
Aunque los ricos del mundo son cada día más ricos, son también cada día un número más pequeño. La riqueza se acumula en pocas manos. Los pobres, sin embargo, son legión y cada vez más pobres, aunque tienen más posibilidades de que, a través de varios canales de información, les llegue noticia de cómo viven esas minorías enriquecidas a costa del mantenimiento de la pobreza en el mundo. Cada vez el mundo rico se verá más obligado a defender lo acumulado, lo que, realmente, no es suyo, sino producto del despojo y la escasez de más de media humanidad. En el mundo se pueden llegar a crear fuertes tensiones.
Leo una frase de San Francisco de Asís publicada en un libro titulado “Nuestros Señores los pobres” expresión medieval que hoy no usamos al ser sustituida por el concepto de opción preferencial por los pobres que se usa tanto entre los católicos. La frase de San Francisco de Asís es ésta: “Si tuviéramos bienes, necesitaríamos armas para defenderlos”. Vosotros diréis si hoy se están usando armas o si se necesitarán más armas en el futuro para defender tanta injusticia, pero la situación es preocupante. Es por eso que se puede afirmar que, por egoísmo propio, deberíamos centrarnos más en la justicia social, en la liberación de tatos oprimidos y excluidos del mundo.
Sin embargo, no es bueno sembrar miedo,
hay que sembrar ideas solidarias, ir creando espacios de concienciación, de sensibilización social. Ir creando líneas de solidaridad, de projimidad, de amor cristiano. Si estas líneas no triunfan es porque también los cristianos del mundo rico se sienten integrados en las mismas formas consumistas de aquellos que no tienen esperanza. No se dan cuenta del hecho de que es imposible servir a Dios y a Mammón. Que el Dios de las riquezas es incompatible con el Dios de la vida.
Si seguimos al Dios de la vida, al Jesús que nos introduce en el mundo todos los valores del Reino, al Dios que es amor y que nos da a entender que amar y compartir es participar de su propia naturaleza; si seguimos al Dios verdadero, no va a ser muy difícil el poder entrar por las líneas de una civilización de la moderación, una civilización liberadora de ese 80% de excluidos del mundo, de una civilización justa e igualitaria en donde las renuncias se vean como algo positivo y no como un problema o una carencia.
Si seguimos al dios Mammón, disfrazado del Dios verdadero, si los valores
“mammonistas” entran en nuestras congregaciones y vivimos como los que no tienen esperanza, la situación cambia y será posible estar alabando a ese dios disfrazado de verdad, pero de espaldas al grito de los pobres del mundo. No habrá liberación, ni solidaridad, ni projimidad. Estaremos lanzando al mundo al abismo de la destrucción… y todos vamos en el mismo barco.
De nada servirá, finalmente, al mundo rico, su confort insolidario y su ostentación de riquezas. El mundo desequilibrado se pude ir a pique como un barco al que le entran en su interior grandes vías de agua. No queda más remedio que buscar para el mundo nuevas formas alternativas de vida más solidarias y liberadoras en donde se pueda redistribuir, de forma moderada para todos, la riqueza del mundo que es limitada y muchos de sus recursos van mostrando su finitud. No se puede saquear la tierra indefinidamente.
¡Señor, ayúdanos a ir viendo formas cristianas y éticas tendentes a formar una comunidad alternativa en el mundo fundamentada en los valores del Reino que tú nos enseñaste! ¡Enséñanos a vivir moderadamente y con sencillez para que los graneros acumulados del mundo puedan romperse, esparcirse y servir de alimento a todos! Así habremos acercado tu Reino y tu justicia al mundo.
Si quieres comentar o