Hace bien, el músico australiano, en seguir leyendo la Biblia. Es así cómo ha adquirido un “sentimiento en general de que hay algún tipo de divinidad en el mundo”.
La cultura marginal que ha creado el rock desde los años 60 ha idolatrado siempre la figura del artista “maldito”. La genialidad de estos personajes suele estar en proporción directa a su desconocimiento popular, pero también al grado de autodestrucción al que estas personas llegan en su inevitable proceso de decadencia y caída. En ese sentido supongo que Nick Cave ha dejado de ser un “maldito”. Sus conciertos en Madrid y Barcelona, este fin de semana, han sido todo un éxito de crítica y público.
A sus 67 años con traje y corbata, ya no parece el cantante de punk australiano que tocaba en los clubs de Londres y Berlín. Aunque fue heroinómano durante quince años, Cave ha leído siempre la Biblia y sigue fascinado por Jesús, aunque esté lleno de dudas. En sus actuaciones parece ahora un predicador pentecostal. Tras la trágica muerte de sus dos hijos, es como si hubiera “renacido”. Su nuevo álbum, Dios salvaje (Wild God) muestra más esperanza.
Después de muchos años sin dar entrevistas, ha hablado en varios medios sobre el libro de conversaciones que ha hecho con Sean O´Hagan, Fe, esperanza y carnicería (Sexto Piso 2024) y su nuevo disco. “La clave del éxito de una entrevista con Nick Cave –dice la prestigiosa revista musical inglesa MOJO– es no preguntarle sobre religión, si no se pasa todo el tiempo hablando de Dios”.
[photo_footer]Aunque fue heroinómano durante quince años, Cave ha leído siempre la Biblia y sigue fascinado por Jesús, aunque lleno de dudas.[/photo_footer]
“Soy creyente –dice Cave–, aunque no voy a la iglesia, ni pertenezco a ninguna religión en particular, pero creo en Dios”. De hecho, le parece que la mayor parte de sus letras tienen “un carácter espiritual”, ya que “tienen que ver con esta búsqueda de Dios”. Porque “muchas veces siento muy fuerte la presencia de Dios, y otras muchas siento una gran ausencia, pero ausente o presente, creo en Él”. Puesto que dice: “no puedo creer que simplemente pases por la vida, para luego morir”. Sin embargo, “no me considero cristiano”. Ya que “para ser cristiano tienes que vivir de determinada forma, y en este momento me encuentro incapaz de hacerlo”. Dice: “Me gustaría serlo, aspiro a ello, aunque sería un mal cristiano, pero tengo que decir que estoy profundamente interesado en Cristo, no tanto por su divinidad, sino por su lado humano”.
Nick Cave cantó en el coro de la catedral anglicana de Australia durante cuatro años. Absorbió las palabras, imágenes e historias de la Biblia, que ha pasado toda su carrera literaria y musical intentando entender con sus historias de violencia, muerte y redención. Visita iglesias, pero no se considera parte del cristianismo como “religión organizada”, aunque escribe sin pudor alguno sobre Dios, Jesús, el diablo, la misericordia, el pecado, la condenación, el infierno, la oración, santos, ángeles y apóstoles.
En 1996 dio una charla radiofónica para la BBC sobre su comprensión del cristianismo con el título La Carne hecha Palabra. Dos años después publicó el prólogo al Evangelio según Marcos de la llamada Biblia laica, que muestra su pasión por Jesús, pero también su identificación con el Dios del Antiguo Testamento. Prefiere a ese “Dios salvaje” al Cristo domesticado del cristianismo popular.
[photo_footer]Cave tiene ahora un libro de conversaciones con Sean O'Hagan, "Fe, esperanza y carnicería" (Sexto Piso 2024).[/photo_footer]
¿Cómo busca a Cristo Nick Cave? Porque él vivió hace mucho tiempo. “Conozco la Biblia razonablemente bien –dice–, desde una edad muy temprana, porque iba a la iglesia muy a menudo”. De hecho, asegura: “Siempre me interesó la Biblia, siempre la he apreciado, y me encanta como está escrita”.
Al principio dice que “disfrutaba con el Antiguo Testamento por sus salvajes relatos, esas terribles e injustas historias, y pensé en este concepto de Dios que hacía sufrir a tanta gente por su culpa”. Luego, “comencé a leer el Nuevo Testamento en la época en que estaba escribiendo el libro Y el asno vio el ángel (Pre-Textos 1991), tomando un montón de pastillas, y me impliqué mucho en la lectura”. Siguió haciéndolo luego, “disfrutando con las historias, comparando los diferentes evangelios, unos con otros, y de ese modo adquirí una visión muy académica de todo este asunto”.
“Me gusta mucho Marcos, por su urgencia”, dice Nick. El prólogo al texto bíblico lo publicó en castellano también el suplemento cultural de El País, Babelia. En él dice: “Está claro que la narrativa de Marcos se centra de modo primario en la muerte de Cristo”. Cave contrasta en su lectura, el Cristo que descubre en el Evangelio, con “el que la Iglesia nos ofrece, plácido y sin sangre, que sonríe benigno a la infancia, de exquisita compostura aun en el momento del suplicio”. Esto para él, “constituye la negación absoluta de Cristo, de su dolor poderoso y creativo, de su furia ardiente tan vívidamente reflejada por Marcos”.
“El cristianismo liberal, que es del que uno siempre escucha, todos esos sacerdotes o lo que sean, con los que he estado en contacto, me han parecido siempre tan inconsistentes como endebles”, dice Cave. “Eso verdaderamente me irrita”. Por otro lado, sabe que hay un cristianismo conservador, que “en cierto sentido es emocionante, porque es muy dogmático y extremo”, pero al mismo tiempo le parece que “no puede existir en la sociedad en que vivimos”. Ya que se teme que en esas comunidades “la gente tiende a vivir en una especie de aislamiento, al no haber nadie alrededor que sea como ellos, para poder creer en lo que ellos creen, y apoyarse unos a otros”.
La cuestión para Nick es a otra. Él ve a Cristo más como un hombre. No habla del nacimiento virginal o la resurrección. Ha leído sobre “eso que llaman cristianismo radical –dice Cave–, que no cree en Dios, aunque sí en Cristo”. Aunque el problema para él es que “incluso para esa forma de cristianismo, necesitas cambiar de vida”.
La biografía de este cronista del lado oscuro de la vida está lejos de poder considerarse una vida ejemplar. Nació en una familia acomodada, ya que su padre era profesor de literatura y su madre bibliotecaria, pero él se rebeló, teniendo constantes problemas en la escuela. Entonces sólo le interesaba matar conejos. Tuvo finalmente que ser internado en un centro de Melbourne. Es allí donde empieza a hacer música con un compañero llamado Mick Harvey. Es la época del punk, y con él forma toda una serie de grupos, a cuál más siniestro: Boys Next Door (Los chicos de la puerta de al lado) a finales de los 70, Birthday Party (Fiesta de cumpleaños) en los 80, y finalmente los Bad Seeds (Malas semillas). Harvey cree que “siempre ha sido un egoísta, queriendo siempre llamar la atención”. Según él, “todavía es así”.
A la trágica muerte de sus dos hijos a causa de la droga se une la de su compañera en Birthday Party y los Bad Seeds, Anita Lane, después de la del pianista Conway Savage. “Realmente no me importaba demasiado destruirme –dice Cave–. Mi reacción normal era tomar heroína y beber constantemente”. Cuando su padre murió en 1978 de un accidente de coche, Nick tenía sólo 19 años. Se hizo entonces drogadicto hasta los 34 años.
Es cierto que ha sobrevivido, pero también dice que ha “aprendido gradualmente a ser destructivo de una forma más segura, que no te acabe matando”. Porque “hay dos lados en mí –dice Cave–. Uno constructivo, abierto y cuidadoso, pero otro extremadamente destructivo y cerrado a todo. Cuando ese lado me domina, me vuelvo loco por todo y con todos, y no quiero ver a nadie”. Es entonces cuando el cantante se enfrenta a lo que se suele llamar ahora, sus “demonios internos”.
[photo_footer]Vestido de traje y corbata, su nuevo álbum, "Dios salvaje", muestra más esperanza.[/photo_footer]
Sus letras son, por eso. a menudo salvajes y violentas. Predomina un tono macabro y sanguinario, que puede ser horroroso por su oscuridad. Tiene historias de canibalismo, automutilación, tortura, crímenes, amputaciones y linchamientos. Ese lado siniestro, siempre al borde del abismo, es lo que le hace también suspirar por redención.
La verdad, dice Cave, es que “la gente se siente atraída a menudo a ir a la iglesia por desgracias personales. Yo iba cuando una chica me dejaba. Sin embargo, no encontraba alivio en la oración, quizá es porque me irritaba la manera de culto”. De hecho, observa que “a veces los sermones incluyen verdaderas mentiras, porque los sacerdotes no entienden la Biblia”. Aunque confiesa: “amo el ritual de la iglesia, ya que me ayuda a meditar espiritualmente, y a superar la desilusión con el mundo”.
“Yo siempre he tenido esta fe, aunque en otra época no podía decirlo con la misma convicción”. El problema, dice, es que “no ha pasado nada en mi vida, no he tenido ninguna revelación”. Ya que asegura: “para mí, creer en Dios no cambia mi vida. No es un obstáculo, ni una liberación, no influye en mi conducta”. Para él, “creer no tiene nada que ver con la moralidad, sino con la libertad y la inspiración”. Está por eso “lejos de certidumbres”. Por eso afirma: “mi fe está hecha de dudas”.
[photo_footer]"Soy creyente", dice Nice Cave, "aunque no voy a la iglesia".[/photo_footer]
Yo creo, sin embargo, que está en “el buen camino”. Dice: “Leo la Biblia cada día, tanto por razones personales como creativas”. Y cuenta: “comencé básicamente disfrutando de los giros de las frases que usaba, pero se ha convertido cada vez más en una fuente de inspiración”. ¡Y no lo olvidemos!, “la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
Hace bien, Nick Cave, en seguir leyendo la Biblia. Es así cómo ha adquirido un “sentimiento en general de que hay algún tipo de divinidad en el mundo, que no puedo realmente tocar, pero que me impide decir que uno simplemente muere, y todo se acaba”. Por eso asegura: “Creo que hay algo ahí, pero no creo en el cielo y en el infierno". Aunque hasta de eso duda, por lo que añade: “Espero de verdad no estar equivocado en esto”.
Cave dice: “Mi camino a Dios es como el viaje de un vagabundo solitario, cuya percepción del mundo está basada en la Duda′. Por eso confiesa: “Tengo y fe tengo dudas”. Aunque como canta en Ella ya no es la chica de nadie (Nobody´s Baby Now), la cuestión es “descubrir el misterio de Jesucristo, el Salvador”. Y para eso, ¡no hay nada mejor que leer los Evangelios!
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