El primer lugar

Las tres películas que compusieron la serie “Matrix”, fueron un gran éxito comercial en todo el mundo. Lo que muchos no saben es que el actor principal Keanu Reeves confesó en una entrevista que no entendía muchas de las situaciones que aparecían en el guión: Incluso algunas imágenes del actor fueron rodadas por ordenador. Por si fuera poco, en la mayoría de las ocasiones el rodaje de las tres películas no siguió un orden temporal, de tal manera que era normal que muchos no comprendiesen lo que estaba sucediendo. Todos dependían cien por cien de lo que el director tenía en su mente.

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A veces, cuando pensamos en nuestra relación con Dios, llegamos a creer que Él se mueve bajo los mismos principios que rigen en nuestra sociedad, y no es así. La manera de pensar del día de hoy implica que todo se hace para alcanzar objetivos y logros, así que muchos creen que la clave en la vida espiritual es poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida…

Y eso no es del todo cierto.

Dios es el autor de la vida y no solamente de ciertos “compartimentos” de ella. Si el Señor Jesús es nuestro mejor amigo, entonces no hay nada en nuestra “lista de cosas importantes” en la que Él no esté: la familia, el trabajo, el dinero, la iglesia, las diversiones, los problemas, las decisiones, los estudios, la casa, ¡Todo! No tenemos absolutamente nada en la vida en lo que Dios no esté presente ¡En todos los lugares y todo el tiempo!

Porque de no ser así, podemos correr el riesgo de darle a Él el “primer lugar”, para más tarde ocuparnos nosotros de todas las demás cosas, y eso es una grave equivocación: Dios tiene que estar en todo, no hay un solo minuto de nuestra vida que podamos pasar sin Él. No hay un solo centímetro cuadrado de nuestra existencia al que Él no tenga derecho.

Todos tenemos razones que fundamentan nuestras decisiones: motivos por los que vivimos y hacemos todo. De esas razones suelen derivarse nuestras creencias, y de éstas la fe. Muchos cristianos viven de acuerdo a sus razones y a sus creencias, pero no se comprometen cien por cien con el Señor, no son capaces de vivir en plena armonía con Él. Vivir a Cristo es no pasar ni un solo minuto sin estar con Él, ni tener un solo pensamiento sin que Él esté presente. Muchos reciben al Señor en sus vidas para ser salvos, pero da la impresión de que son ellos mismos los que manejan “el resto” de las cosas.

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De lo que trata nuestra vida es de honrar al Creador. Disfrutamos de su presencia cuando la vivimos en TODO lo que hacemos. Cualquier otra cosa es perder la belleza de la eternidad de Dios dentro de cada uno de nosotros; esa eternidad que transforma nuestro día a día en cada pequeño detalle: “El Señor cuida siempre de quienes le honran y confían en su amor” (Salmo 33:18).