Tradiciones

Hace tiempo oí por la radio un cuento de Thomas Harris, comentado por Jorge Bucay. Me pareció interesante y por ello lo trascribo tal cual lo recuerdo, decía así:

Una pareja de recién casados regresa de su luna de miel y ella desea sorprender a su marido con una comida que a él le encanta.

Prepara jamón al horno y lo hace de la forma que su madre le enseñó. Después de cocinado lo presenta ante su marido que lo come gustosamente, tras elogiarla por su buen hacer en la cocina le pregunta por qué cortó el extremo de la pata del jamón, cuando a su parecer, ese es un hueso muy jugoso.

Ella sorprendida por la insignificancia le responde que su madre siempre lo prepara así, que tendrá su lógica.

Él le explica que su madre lo horneaba entero y era aún más rico. 

En esa disyuntiva estaban cuando ella decide preguntar a su madre la razón de aquella forma de cocinarlo. Su madre le responde que así lo había aprendido de su madre, pues esta lo preparaba siempre de aquella manera. Para aclarar dudas y quedarse un poco más tranquilos fueron a visitar a la abuela y le preguntaron cómo cocinaba el jamón. La abuela comenzó diciendo que primero precalentaba el horno a 250 grados, después embadurnaba la carne con aceite y salpimentaba la pieza, aderezándola con eneldo, tomillo y otras hierbas provenzales. Antes de introducirlo en el horno cortaba el extremo de la pata.

Fue en ese momento cuando ambos con desmedida curiosidad preguntaron: 

- ¿Por qué, por qué cortas la pata?

La abuela muy calmosa contestó:

- Mi horno es muy pequeño y si no la corto no cabe.

Sirva esta anécdota  para hacernos comprender la superficialidad de ciertas tradiciones que se llevan a cabo sin tan siquiera saber el por qué de su origen, a menudo, un mero hecho de conformidad hace que broten y se instalen como procedimiento rutinario que parece tener una sólida cimentación.

Hay costumbres que se establecen y por querencia las dejamos anidar hasta constatar que forman parte de nosotros, que su presencia es ineludible.

Las costumbres se implantan a través de su repetición mientras que las tradiciones, según la RAE, son un legado de valores y creencias transmitidos de una generación a otra.

Lo cierto es que al ser transmitidas van creciendo poco a poco hasta instalarse en el escenario del día a día con la fuerza de algo cargado de lógica y protegida por quienes no desean que la tradición se pierda.

Al franquear diferentes épocas hay prácticas que van siendo modificadas para estar acorde con los nuevos tiempos.

Al abordar este tema me hago preguntas : ¿por qué hago lo que hago? ¿por qué pienso de la forma que pienso?

No quiero caer en las redes del costumbrismo, del hacer por hacer, de seguir una mera tradición sin sentir realmente que lo que hago está avalado por una profunda convicción, un creciente conocimiento de Dios: Él es quien rige mi vida.

Dios no cabe en ningun emboltorio tradicional, no hay que modificarlo para que siga estando vigente. Mi Dios no pasa de moda porque nunca ha estado de moda. Él es tan grande que no puede ser encasillado en nimias y decadentes tradiciones.

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[title]Por un año más[/title]

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