Hay otros retos de la evangelización en relación con el hombre. Son los desafíos que emanan del contexto sociocultural en el que vivimos, marcado por las nuevas tecnologías, la fuerza de la economía y de los mercados, la valoración de lo útil, la admiración ante lo que tiene resultados prácticos, la valoración de lo que funciona… que desemboca en el consumo desmedido. También esperamos que en la Serie haya habido elementos suficientes para estar atentos al contexto sociocultural, económico y político del mundo. La evangelización debe estar contextualizada.
En la Serie hemos querido ir mostrando como todo en este sistema-mundo va dirigido a proporcionarnos bienes de consumo en abundancia de manera que parece que la vida comienza y se agota en el consumo, consumo al que, finalmente, se le rinde culto idolátrico, se le sacraliza y nos convertimos en adoradores de objetos y aparatos que nos producen un placer vano y efímero que nos hace seguir intentando nuevas líneas consumistas que acaban consumiendo la vida misma. Este es el otro escándalo humano en contraposición con la pobreza y la injusticia en el mundo. La evangelización debe cambiar valores, debe ser un claro contravalor ante las corrientes materialistas y consumistas.
Habréis notado en la serie que si no es fácil la evangelización que pide solidaridad y misericordia para con el empobrecido e injustamente tratado, tampoco lo es la evangelización en estos contextos sociales marcados por las nuevas tecnologías y el consumo. Gran parte de la población está secularizada y vive de espaldas a Dios. Para muchos, en nuestros contextos sociales tecnoeconómicos y consumistas, Dios ha muerto o no ha existido nunca. Al menos, muchos intentan vivir si la hipótesis de Dios.
Hemos visto que muchos llenan sus vacíos buscando nuevos dioses o ídolos relacionados con la tecnología, el mercado, el consumo, los deportes, el propio terruño o la búsqueda de sensaciones pseudoreligiosas que se convierten en el enemigo de la evangelización. A nuestros conciudadanos les vale lo que les sirve para algo de manera práctica, lo que es rentable, produce placer o muestra claramente su eficacia. Viven inmersos en una filosofía en la que predomina la lógica de lo que funciona, una lógica pragmática y funcional. No parece que éste sea el terreno adecuado para la evangelización, pero es uno de los grandes retos evangelísticos después del reto del Evangelio a los pobres.
La serie se ha movido en un contexto social en el que se idolatra lo útil y se entroniza la economía y lo rentable, la indiferencia religiosa está servida. El más allá y la salvación eterna no atraen especialmente porque nos hallamos instalados en la finitud. Sin embargo, entre las rendijas de lo útil y del consumo sacralizado, se intentan colar los viejos demonios del pasado. A muchos les atrae lo misterioso, lo mágico, lo esotérico, el ocultismo y las brujerías… se producen búsquedas de sentido que no puede llenar la tecnología ni el consumo. El ser del hombre no puede agotarse en la búsqueda de lo pragmático y lo útil y se convierte en un ser en búsqueda de sentido. La dificultad para encontrar el auténtico sentido de la vida produce vacíos existenciales e insatisfacciones que aumentan la sed por lo misterioso, por sacralizar parcelas de la realidad.
Hemos querido dejar claro que la evangelización debe contextualizarse en el ámbito de estas inquietudes y debe intentar dar respuestas de sentido. La evangelización tiene que mostrarse como las líneas de sentido y la mano tendida que no deja a los hombres olvidados y reducidos a ser víctimas de la lógica funcional del sistema consumista. La evangelización tiene que devolver sentido a la existencia frente a los vacíos, la finitud en la que el hombre se ha instalado y llevar una visión crítica de la realidad, inconformista con los patrones sociales intentando la redención del hombre en su totalidad. Una evangelización crítica con la realidad social e inconformista, tiene que ser también denunciadora.
Insistimos una vez más en la línea que ha tenido la serie: Una evangelización madura y eficaz no puede despreocuparse de las cadenas que oprimen al hombre en su aquí y su ahora, no puede ofrecer solamente una salvación metahistórica. Tiene que ser liberadora en nuestro aquí y nuestro ahora, una evangelización preocupada por la dignificación del hombre en su totalidad, rehabilitación que no puede dejar de lado la búsqueda de la justicia, una evangelización profética que denuncia los ídolos del sistema sociocultural y económico que produce tantas víctimas: las víctimas del sinsentido de la vida, las víctimas de la insolidaridad que produce el sistema consumista, las víctimas del ocultismo y los demonios del pasado.
Queremos decir también como final de la serie que el evangelista debe ser también el gran escuchante del clamor de los hombres, fundamentalmente de los hombres sufrientes, sea por la injusticia y la insolidaridad, sea por el vacío y la búsqueda frenética de un sentido que no son capaces de encontrar. La evangelización, en su afán de acercar el reino de Dios y su justicia, debe centrarse también en el estudio de lo que diariamente oprime y preocupa al hombre, debe centrarse también, de forma especial, en el aquí y ahora humano y hacerse una evangelización humanizadora, que promocione socialmente a las personas. Una evangelización que viva la espiritualidad y esté abierta hacia el misterio de la salvación eterna de los hombres, sin desentenderse de las situaciones injustas y anómalas que oprimen social y espiritualmente a los hombres… una evangelización humana y humanizadora.
Conclusión: Hay que dotar a la evangelización de un rostro humano, de preocupación por la suerte del hombre en su historia presente. Una evangelización de misericordia en todos los sentidos: misericordia por las situaciones de injusticia que oprimen a los hombres y que nos lanza a la acción social compartiendo la vida y el pan, intentando mejorar las situaciones de vida de las personas en medio de sus inquietudes y focos de conflicto, y una evangelización que nos separa de un mero humanismo que incluso puede ser ateo. Una evangelización que proclama el nombre del Señor. En el fondo, volvemos al tema de esta serie: compartir la vida, el pan y la Palabra en busca de la liberación de las personas en su aquí y en su ahora -liberación de la pobreza compartiendo y dignificando, de la injusticia y del sinsentido de la vida- y de salvación para la eternidad.
FIN DE LA SERIE.
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