Malas noticias

Simon & Garfunkel formaron el dúo musical más conocido en el mundo del pop del siglo XX. Uno de sus long plays, el titulado Parsley, Sage, Rosemary and thyme (1966) termina de una forma muy curiosa, con una versión de Silent night (la conocida canción de Navidad, Noche de paz), en un juego de voces que se escucha de fondo, entremezclado con las noticias de la radio, en las que se anuncia la muerte de Lenny Bruce y la guerra del Vietnam. Querían contrastar, de una manera rotunda, la noche buena con las malas noticias. 

Creo que a todos nos ha pasado algunas veces: vivimos un día “normal”, pero nos sentimos cansados y tristes ¡Incluso sin saber la razón! No es extraño, no pienses que eres raro si te sucede eso, porque algunas situaciones por las que atravesamos son realmente difíciles, y no podemos cerrar los ojos como si nada sucediera ¡No todo son noches buenas!

No podemos negar el sufrimiento ni mucho menos esconderlo: ni en nuestra vida ni en la de los demás. Aunque no queramos reconocerlo, lo tenemos mucho más cerca de lo que pensamos.

Aún así, sea lo que sea lo que está pasando, no podemos dejarnos llevar. No es bueno que sigamos viviendo como si nada tuviera remedio, permitiendo que el dolor nos venza. ¡Por muy difícil que sea la situación! A veces tenemos que parar y pensar un poco; incluso escribir lo que nos ha hecho sentir mal, porque tenemos que orar y tomar decisiones en cuanto a lo que podemos cambiar y lo que no.  

Digo lo de escribir los motivos de nuestro dolor, porque con el paso del tiempo, será bueno recordar lo que nos ha sucedido y comprobar que Dios nos ha ayudado a seguir adelante. Cuando leemos las situaciones por las que hemos pasado en los últimos años, como nos sentimos, y cómo el Señor usó diferentes circunstancias y personas para consolarnos y ayudarnos, nuestra confianza en Él crece ¡También cuando recordamos las frases de la Biblia que Dios puso en nuestro corazón! Esos momentos a solas con el Señor y con “nuestro pasado”, pueden ser uno de los “ejercicios” más clarificadores en nuestra vida.  

¿Sabes? Los días cambian cuando nos damos cuenta de que hay Alguien que siempre está a nuestro lado y que no nos abandona nunca: “Dad gracias.... al que se acuerda de nosotros cuando estamos abatidos, porque su amor es eterno” (Salmo 136:1,23). Nunca olvides que, ya que su amor es eterno, su cuidado también lo es. Como la compasión de Dios no tiene límites, no importa si estamos tan desanimados que creemos que no hay futuro ¡Dios sigue cuidándonos siempre!

De verdad, gran parte de nuestras preocupaciones o de nuestros sinsabores no deberían durar más de dos o tres minutos ¡No pueden resistir a la eternidad de Dios!