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Nosotros lloramos a los muertos

Nosotros, cristianos evangélicos, lloramos con todos los que han sufrido y llamamos a los cristianos de todo el mundo a recordarles especialmente en sus oraciones.

PAZ Y RECONCILIACIóN AUTOR 953/Johannes_Reimer TRADUCTOR Rosa Gubianas 04 DE MAYO DE 2023 18:48 h
Imagen de [link]Adrienne Merrit[/link], Unsplash., Unsplash.

Cada persona que muere en la guerra es demasiado



En la guerra mueren personas. Rara vez son sólo soldados. Y aún más anómalo es que la gente merezca morir. Tampoco lo merecen la mayoría de los soldados de ambos lados del frente. Siguen a sus comandantes porque han hecho un juramento a su país y han sido enviados al frente para resolver los conflictos en los que está implicada su nación. Bastantes de ellos se negaron a coger un arma y luego se vieron obligados a hacerlo bajo amenaza de fuertes penas de prisión. Por cierto, esto sucede a ambos lados del frente respectivo. Como está ocurriendo actualmente en la guerra entre Rusia y Ucrania[1]. O también entre Etiopía y Tigray, donde incluso, por desgracia tan típica de África, se envía a niños a la guerra. Especialmente el uso de niños soldados como comandos asesinos muestra lo pérfida que se ha vuelto la maquinaria bélica en el mundo[2]. No es a estos soldados a los que hay que responsabilizar en primer lugar sino a los que provocan la guerra, reclutan personas para la misma de forma indigna y las envían a la conflagración. Sí, matan, pero ellos mismos mueren en el proceso. El trauma con el que regresan estos combatientes es indescriptible.



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[destacate]La guerra ha vuelto a mostrar su espantoso rostro incluso aquí, en Europa. Armenios, azerbaiyanos, ucranianos y rusos han perdido la vida.[/destacate]Por supuesto, en las guerras modernas no sólo luchan los ejércitos regulares. Cada vez con más frecuencia los gobiernos recurren a ejércitos libres, milicias profesionales y empresas militares privadas que se ganan el sueldo matando. Estas empresas existen en muchos países del mundo, especialmente en Occidente[3]. A estos combatientes profesionales a menudo no les importa por quién van a la guerra. Lo que importa es el precio.  



Así, el Grupo Wagner, originario de Rusia y registrado oficialmente en Argentina, puede encontrarse del lado de los sirios chiíes y al mismo tiempo luchando contra los combatientes musulmanes por la libertad en Malí, Sudán, Congo, en Ucrania en la guerra contra un pueblo hermano y en la República Sudafricana como guardia de un gobierno dictatorial. Voluntarios de muchos países del mundo luchan en el Grupo Wagner[4]. Sería una estupidez confundir a estos milicianos con reclutas propiamente dichos.  



No cabe duda de que también son seres humanos, pero su enfoque brutal y sus crímenes de guerra hablan por sí solos y quizá uno u otro asesino profesional encuentre su justo castigo en el campo de batalla.



Como cristianos evangélicos, sin embargo, nos oponemos por principio a cualquier homicidio. Para nosotros, la pena de muerte también está descartada para los criminales que la hubieran merecido, aunque rechazamos con repugnancia todo crimen de guerra y exigimos un castigo justo. La muerte de personas nos llena de profundo dolor y nos obliga a orar por los afligidos y por una pronta paz.



Del lado de los afligidos



Cientos de miles de personas han perdido la vida en el transcurso de las guerras de 2022. Muchos de ellos civiles, madres e hijos. La guerra ha vuelto a mostrar su espantoso rostro incluso aquí, en Europa. Armenios, azerbaiyanos, ucranianos y rusos han perdido la vida[5]. Y en África decenas de miles de personas murieron en Etiopía, Tigray, Malí, Congo, Camerún, por nombrar algunos países con conflictos bélicos.



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“Apenas nos queda un pueblo en Armenia donde no se llore a las víctimas de la guerra de Azerbaiyán y Turquía contra Armenia”, me decía el otro día un buen amigo de Ereván. “Nuestra población está gravemente traumatizada. Es bueno que ustedes, los de la Alianza Evangélica, vengan a nosotros. La oferta de terapia traumatológica es un primer pequeño paso hacia la normalidad. Pero, ¿la habrá alguna vez?”.



[destacate]Sus hijos fueron obligados a ir a la batalla y murieron por los grandes objetivos de los políticos, pero a sus familias sólo les quedó el dolor y las lágrimas.[/destacate]Las palabras de los refugiados ucranianos suenan parecidas. “Apenas podemos contar los muertos”, me dijo una madre del este de Ucrania. “Rápidamente te ves atrapado entre los soldados que luchan y luego te preguntas de qué arma salió la bala que alcanzó a tu ser querido”.



Historias como ésta se oyen por todas partes en países con tensiones, enfrentamientos y guerras. “Esta solía ser nuestra aldea”, dijo un pastor sudanés a nuestro personal mientras visitaba la zona. “Hoy es un cementerio”.



Asimismo, en los cementerios de Azerbaiyán y Rusia se construyen cientos de tumbas nuevas cada día. También ante ellas, las madres se paran y lloran. Sus hijos fueron obligados a ir a la batalla y murieron por los grandes objetivos de los políticos, pero a sus familias sólo les quedó el dolor y las lágrimas.



Nosotros, cristianos evangélicos, lloramos con todos los que han sufrido y llamamos a los cristianos de todo el mundo a recordarles especialmente en sus oraciones. Oremos por los niños que han perdido a sus padres, por las madres que lloran por sus hijos y maridos, por las familias que ya no pueden encontrar consuelo en toda esta pérdida. La súplica es la mayor ayuda que podemos prestar a las personas necesitadas. Imploremos por ellos. Y también por aquellos cuyos corazones ya no pueden confiar y sólo pueden odiar y clamar venganza. No hay nada que estas personas necesiten más que la reconciliación y la paz. Y sólo Dios, al parecer, puede darles esa paz.



Llorar juntos es un primer paso para superar la ira, el odio y el deseo de venganza. No, el luto no sustituye a las justas negociaciones de paz. Siempre que sea posible, nosotros, los cristianos, también debemos participar en la promoción de la paz. Y sí, los crímenes de guerra también deben abordarse abierta y completamente con independencia del bando que los cometa. Por regla general, los tribunales neutrales se ocuparán de ellos. Desde luego, cuentan con nuestro apoyo.



Pero nosotros, la comunidad cristiana, el sacerdocio real de Dios, estamos más bien en el camino como pastores y consoladores. Lloramos con los que lloran y nos alegramos con los que se alegran. Y esto también y especialmente en tiempos de tensiones, guerras, asesinatos y homicidios. Somos sacerdotes de Dios en el mundo y los sacerdotes representan a las personas ante Dios y a Dios ante las personas.



Domingo de luto en Pascua



Como cristiano evangélico, hice un llamamiento específico a mis hermanos y hermanas en la fe de las diversas asociaciones evangélicas y ecuménicas para que el primer domingo después de Pascua fuese un día de luto por las víctimas de las guerras. E invitamos a las familias de los afligidos de los países de donde proceden estas víctimas a que nos den los nombres de sus difuntos. Queremos llevarlos a ellos y a sus familias especialmente ante el trono del Dios justo.



[destacate]Como cristiano evangélico, hago un llamamiento específico a mis hermanos y hermanas en la fe para que el primer domingo después de Pascua sea un día de luto por las víctimas de las guerras.[/destacate]En realidad, cualquier día de luto también puede aprovecharse para orar por la paz. Invita a tu iglesia a representantes de refugiados de zonas en guerra que vivan en tu ciudad, dales espacio para que expresen sus sentimientos y ora por ellos y por su dolor y pide a Dios que les dé paz interior. Como nadie, Jesús invitó a la gente a venir a él y encontrar la paz. “Venid a mí todos los que estáis cansados y sobrecargados. Yo os aliviaré”, dijo Jesús (Mt 11,28). Jesús quiere y puede dar paz a las personas atribuladas. Y sólo cuando las personas que sufren encuentran descanso en Dios pueden trabajar por la paz y la reconciliación.



Pero todavía no, argumentarán los escépticos. ¿Por qué no esperar a que acabe la guerra, callen las armas y deje de morir gente?



No, como cristianos evangélicos no podemos ni queremos esperar. Las personas están muriendo ahora. Y ahora debemos llorar con los que lloran. Y la paz nunca llega sola. Especialmente en tiempos como éstos, necesitamos personas que se levanten contra la guerra y a favor de la paz. Quién más debería ocuparse de esta cuestión si no somos nosotros, los cristianos, a quienes Dios mismo ha designado embajadores de la reconciliación (2 Cor. 5:18-20). La organización de la que formo parte, la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés), se fundó hace 176 años por esta razón, entre otras. En cualquier caso, espero que estemos allí.



 



Johannes Reimer, jefe del Departamento de Participación Pública de la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés).



 



Notas



[1] Véase, entre otros, mi artículo: "Los que rehusan no son ni cobardes ni traidores", 30 de diciembre de 2022.



[2] Véase el Informe UNESCO: Los niños soldados en África y en el mundo. En: UNESCO, 7 de febrero de 2023.



[3] Lista de empresas militares privadas de todo el mundo (25/3/2023).



[4] Ver aquí (25/4/2023).



[5] No es posible obtener cifras exactas. Véanse las estimaciones sobre la guerra entre Rusia y Ucrania aquí (25/3/2023)


 

 


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