Dominar el mundo

El trío Los Panchos llenaron el mundo hispano de canciones que sirvieron para “enamorar” a millones de personas. David Ortiz era uno de sus integrantes, y en una reciente entrevista desveló que su vida no era tan limpia como parecía: había tenido problemas con el consumo de diversas sustancias, se encontró al borde de la ruptura familiar y su futuro parecía no tener sentido. Hasta que encontró a Dios y se entregó cien por cien en sus manos. Su primer cd en solitario se tituló: Poderoso, poderoso, porque David quería decir al mundo que Dios tiene poder para cambiarlo todo, tal como hizo en su vida. ¡Aún lo que nos parece imposible!

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La última palabra que Dios usa para definir el fruto del Espíritu es “Dominio propio” (otras versiones dicen “templanza” Gálatas 5:22-23). ¡Quizás lo más difícil de conseguir n la vida! Alguien dijo una vez que la persona capaz de dominarse a sí mismo tiene el poder para gobernar el mundo… y puede que sea cierto.

Tener dominio propio es tan sencillo como saber cuando hablar y cuando callar. Cuando hay que actuar y cuando hay que esperar. Tan simple como decir “no” a todo lo que nos hace daño y tomar las decisiones correctas en la mayoría de las ocasiones. Tan sencillo como poder descansar, cuando todo a nuestro alrededor se derrumba, sin sentir la necesidad de querer arreglar lo que otros dicen y hacen. Tan fácil como no permitir que nadie ni nada nos influya cuando tenemos que ser justos o ayudar a alguien. Tan simple como mantener la calma cuando todos parecen haber enloquecido. La verdad es que, tener dominio propio es tan “sencillo” que solo llenos del Espíritu de Dios podemos vivir así, realmente, es demasiado complicado intentar hacerlo por nuestras propias fuerzas.

Quizás el Señor colocó esta cualidad, el dominio propio, al final de la lista porque sabía que sólo cuando estamos llenos de Él y hemos experimentado cada una de las anteriores características, podemos dominarnos a nosotros mismos. Como si de una escalera se tratara, solo cuando amamos podemos vivir alegres, y entonces tendremos paz; de esa paz viene la paciencia y de ella la amabilidad. Entonces comprendemos que a partir de ahí podemos ser bondadosos, fieles y mansos. ¡Y la guinda del pastel es el domino propio! Es difícil, lo sé, pero la promesa de Dios sigue siendo un regalo para cada uno de nosotros: “Esto es lo que yo doy a los que me sirven: la victoria. El Señor es quien lo afirma” (Isaías 54:17).

La victoria más importante en nuestra vida es aquella que nos ayuda a vencernos a nosotros mismos ¡El Señor la ha colocado en nuestras manos! Pídele al Espíritu de Dios que te llene por completo, y todo surgirá de una manera sobrenatural. Casi sin darte cuenta, habrás aprendido la lección más difícil en la vida, la de dominarse a uno mismo.