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Larry Norman en ‘Compañía de la Sal’ (4)

El controvertido “padre del rock cristiano” fue siempre mal entendido. Despreciado por el mundo, por ser demasiado religioso y atacado por los cristianos como poco espiritual.

MARTES AUTOR 97/Jose_de_Segovia 23 DE AGOSTO DE 2022 13:00 h
En la iglesia presbiteriana más grande de Estados Unidos nace la Compañía de la Sal, del ministerio juvenil entre estudiantes de Don Williams.

Irónicamente, fue en el esfuerzo eclesial más organizado de la Gente de Jesús en Los Ángeles, La Compañía de la Sal de la Iglesia Presbiteriana de Hollywood, que aparece a finales de los 60, el espíritu más libre de la Revolución por Jesús con Larry Norman (1947-2008). El café-bar de la que era entonces la iglesia presbiteriana más grande de Estados Unidos, nace del ministerio juvenil entre estudiantes de Don Williams. El modelo del café-bar fue imitado hasta la saciedad por organizaciones como Juventud Para Cristo e iglesias locales, como en la que yo crecí en Madrid, – la de la Iglesia Evangélica Española en la calle Calatrava– o donde conocí a mi esposa –cuando yo estudiaba teología en la ahora desaparecida universidad de Kampen en Holanda–.



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Williams había nacido en Glendale (California), pero había estudiado teología en universidades tan prestigiosas como Princeton o Columbia, donde hizo el doctorado en Nuevo Testamento. Había entrado en el ministerio para estudiantes en 1967, por el apoyo de la famosa patrocinadora evangélica Henrietta Mears, que auspició la fundación de los Navegantes con Dawson Trotman y la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo (conocida en España como Agape) con Bill Bright. Mears muere pocos meses antes de la llegada de Williams a Hollywood. 



La estrategia de Mears era un poco como la del Opus, no tanto los números, sino llegar a figuras clave de la universidad, cuando Williams fue introducido a la contracultura por una estudiante adolescente embarazada llamada Sarah Lemley. La chica le lleva por las calles de Sunset, donde conoce la misión de Arthur Blessitt. Lo que a Williams le llama particularmente la atención es el papel que la música jugaba en la cultura juvenil. Aunque sus gustos estaban en la música melódica de fácil escucha como Ray Coniff, por medio de un estudiante llamado Bob Marlow, Williams descubre la música de Dylan.



[photo_footer]Don Williams había estudiado teología en universidades tan prestigiosas como Princeton o Columbia, donde hizo el doctorado en Nuevo Testamento y entró en el ministerio para estudiantes en 1967.[/photo_footer]



 Primer ‘café-bar cristiano’



Williams escucha con atención las letras del actual Premio Nobel de Literatura y organiza un culto especial, un domingo por la tarde en el otoño de 1967 en la iglesia con el título de “El evangelio según Bob Dylan”. Marlow cantaría algunas de sus canciones y Williams haría comentarios entre medio. Aunque los estudiantes de la iglesia repartieron invitaciones en ‘Sunset Strip’, ninguno esperaba –Williams incluido– que vinieran 1400 hippies de la calle a la Iglesia Presbiteriana de Hollywood. No más de treinta a cuarenta estudiantes de los doscientos que había en el grupo de la iglesia, conectaban con la contracultura, pero de ellos surge la iniciativa del primer “café- bar” evangélico, inspirado en los cafés de folk del Greenwich Village de Nueva York que conocía Williams.



El consejo de la congregación dio quince mil dólares para reformar el piso de arriba del edificio que había al lado de la Iglesia Presbiteriana de Hollywood, donde instalaron el mejor equipo de sonido que pudieron encontrar. Se abrió como club nocturno en el verano de 1968 con el nombre de ‘La Compañía de la Sal’. Los conciertos de los viernes y sábados por la noche atrajeron a centenares de adolescentes por un dólar extra. La iniciativa tuvo tanto éxito que otros establecieron su propio “café-bar” en la playa de Newport (La Tienda del Carpintero) y Santa Mónica (El Café del Cruce de Caminos), pero también hizo posible otros proyectos de Williams.



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La Iglesia Presbiteriana de Hollywood abrió varias casas donde había comunidad de vida e inició un culto más informal –los domingos por la mañana– y otro estilo “underground” –los lunes por la noche–, así como conciertos que llenaban el salón de la iglesia –donde podían sentarse hasta dos mil personas–. Larry Norman llegó a la congregación en el verano de 1968. Vivía en “la pequeña casa blanca” que había a la esquina de la iglesia, en el 6007 de la avenida Carlos de Hollywood. Se convertiría en el principal portavoz de la Revolución por Jesús, con su larga melena rubia, ropa de cuero, ingeniosas canciones, escasas sonrisas y carácter impredecible. 



Poeta y rebelde



Larry tenía dos intereses: los libros y la música. A diferencia de tantos que empezaron a imitarle, las letras de Norman eran inteligentes e imaginativas –algo que brilla por su ausencia en la llamada “música cristiana”, hasta el día de hoy–. En 1963, con solo 16 años, había ganado un concurso de poesía cuyo premio consistía en un desayuno con el Premio Nobel William Golding, autor de El señor de las moscas. En la ceremonia que hubo en Saratoga, Larry le preguntó si era difícil tener ideas para escribir. A lo que Golding le contestó, aplastando su cigarrillo en su plato de huevos revueltos: “Más difícil es controlar la próstata” –dijo levantándose para ir rápidamente al baño–.



Larry vivía con su abuela Lena en medio del movimiento “beat”, en Haight-Asbury, cuando nace la Revolución por Jesús en San Francisco. Los padres de Larry se habían casado en la Iglesia Presbiteriana de la Séptima Avenida –cerca del parque del puente de Golden Gate–, que se convirtió en refugio hippy y albergue de minorías sexuales en los años 70. Vivían en el parque de Buena Vista, donde tenía su casa el escritor Jack London y su estudio, el grupo Grateful Dead. Cuando tienen a su primer hijo, Larry, estaban fuera de California. Por eso él solía decir: “Gracias a Dios que nací, ¡aunque fuera en Texas!”. Poco tiene que ver la cultura liberal de San Francisco con el “cinturón bíblico” de Texas, pero su otro abuelo era hijo de un evangelista itinerante que se había establecido como barbero en Corpus Christi, donde nació su padre y se trasladó en busca de trabajo cuando nace Larry en 1947, que pasó toda su infancia y adolescencia en Frisco –como llaman a San Francisco, los estadounidenses que no son de allí–. 



[photo_footer]En 1963, con solo 16 años, Larry había ganado un concurso de poesía cuyo premio consistía en un desayuno con el Premio Nobel William Golding, autor de El señor de las moscas.[/photo_footer]



El vicepresidente de la Academia de Arte de Nueva York –que presidiera el King´s College–, Gregory Allan Thornbury, dice en su biografía crítica de Larry Norman (¿Por qué el diablo ha de tener toda la buena música?) que probablemente su historia de ser familia nativo-americana –concretamente de los indios Chocktaw y Pawnee–, puede ser tan fantasiosa como muchas de las historias que contaba. Aunque a veces la realidad parece más increíble que la ficción, como cuando su padre fue a la Segunda Guerra Mundial y se rompió una pierna en un accidente de natación, por lo que no pudo salir con su batallón del puerto de San Francisco. Unas semanas después, todos los miembros de su división morían en el desembarco de Normandía. 



Retrato del artista adolescente



Larry tuvo siempre una difícil relación con su padre, Joe. Tenía su iniciativa, sentido de justicia y curiosidad intelectual, pero nunca se entendían. El lado soñador de poeta venía de su madre, Margaret, pero su genio musical lo adquiere de su tía Nina. A ella le dedicó sus primeros poemas con música en el concurso en que estaba Golding. Al quedar viuda en Arkansas se dedicó a cantar en pianos de clubs nocturnos de Kansas City o espectáculos de burlesque. El tabaco le dio una voz profunda, al que pronto se unió el ukelele de su segundo marido, Frenchie, un payaso funambulista que andaba por la cuerda floja vestido de vaquero. Fue él quien enseñó a tocar a Larry con 8 años. Escuchaba sus discos de folk y vodevil, que le llevaron a componer las primeras canciones. 



Hay una grabación titulada Las Cintas del Salón de Estar que no tiene nada que ver con el nombre de la misión evangélica en Haight (Living Room), sino que es literalmente el salón de casa de los Norman, donde registró en un magnetófono sus primeras composiciones. Hay canciones de folk sobre chicas, un tema de protesta contra el Klan, pero también las primeras canciones que hablan de su fe: Moisés en el desierto e Iglesia de pueblo, gente de pueblo. Cualquiera que las oiga –como cuando puse hace poco Moses In The Wilderness en un programa de Radio 3–, reconocerá el genio de Brian Wilson, pero tres años antes de que los Beach Boys grabaran la obra maestra de la historia del pop, Pet Sounds



Como Lennon, Larry recordaba la primera vez que escuchó a Elvis como algo que cambió su vida. Me habló de ello la última vez que estuve con él, antes de morir. Oyó el principio de Hound Dog en la radio del coche de su padre, antes de cambiar inmediatamente de emisora. Su prima trajo el disco a casa, unas semanas después, para oírlo mientras sus madres estaban fuera. El balanceo de la voz de Presley con la reverberación de la guitarra de Scotty Moore le dejaron grabada la frase: “No eres nada más que un perro de caza llorando todo el tiempo”. La identificación de Larry con Elvis era por la alienación con la que vivía una adolescencia fuera de lugar en la iglesia –abofeteado por bailar–, o el instituto –le llamaban “marica” por su afeminamiento–. 



[photo_footer]Larry tuvo siempre una difícil relación con su padre, pero tenía su iniciativa, sentido de justicia y curiosidad intelectual, mientras que el lado soñador de poeta venía de su madre.[/photo_footer]



People!



A Larry le gritó su padre: “Ningún hijo mío se va a convertir en un Elvis Presley”. Según él, “Dios y el rock´n´roll no podían ir juntos”. El año que él, como tantos estadounidenses, vieron por primera vez a los Beatles en televisión, en 1964, Larry tiene ya una foto con un grupo que había formado estando en el instituto con el mismo pelo, botas y traje que los chicos de Liverpool. Se hacían llamar los Back Country Seven e incluían a su único amigo, Gene Mason, así como a su hermana Nancy. Tras dejar su primer semestre en la universidad de San José, donde pensaba estudiar literatura inglesa, Larry se une con su amigo Gene al grupo People!, que firma un contrato con Capitol –el sello discográfico que distribuía a los Beatles en América y producía a artistas como Sinatra–. Como tenía todavía 19 años, sus padres tuvieron que dar el consentimiento legal, ya que en California la mayoría de edad era a los 21.



Larry no solo tenía la voz cantante, sino que componía la mayoría de las canciones. Se hizo amigo de Skip Spence, el batería de Jefferson Airplane, al que acabaron echando al desaparecer en México. Tocaban juntos en un club que había en un barco en Sausalito por unos huevos rancheros. Allí actuó también con Stephen Stills y Neil Young, que estaban entonces en Buffalo, Springfield. El LSD hace estragos y Skip tiene ataques psicóticos que le llevan a ser internado en un psiquiátrico. Puede que la canción Olvida tu hexagrama la escribiera Larry pensando en él. De lo que no hay duda es que ¿Por qué no miras a Jesús? tiene unas líneas inspiradas por el concierto que dio People! con Janis Joplin (Sorbiendo whiskey de un vaso de papel). Cantó tres años antes de su muerte en ese festival, en el parque del puente de Golden Gate, en 1967, junto a Santana, Jefferson Airplane y Grateful Dead. El grupo de Larry actuó al principio de esa “Reunión de las tribus” por el Human Be-In, en que participó el poeta Allen Ginsberg y anunció “el verano del amor”. 



Parte de los conciertos de People! era una obra de trece minutos que hizo Norman inspirada en El Señor de los Anillos. Se llamaba La Épica y representaba a un caballero medieval que se enfrentaba a un dragón con su espada, para librar a una dama encerrada en una torre. Larry había hecho musicales ya en el instituto, pero a causa de The Epic le ofrecieron hacer Hair en Broadway. Cuando lo cuenta en casa hace un extraño trato con su padre para cortarse el pelo. En el avión de vuelta escribe Soy un siervo, no como la mayoría cree, como una canción sobre su relación con Dios, sino con su padre. Larry tiene muchos dobles sentidos en sus textos –no como luego harán muchos músicos cristianos, como una forma de encubrir que hablan de Jesús como si fuera su novia–, sino con la misma ambigüedad y analogía con las que interpretaba la dirección divina.   



¿Señales?



Tras la audición en Nueva York, Larry “siente que Dios tenía para él algo más noble que la glorificación de la droga y la promiscuidad” del musical Hair. En su biografía, Thornbury cree que ni siquiera había leído el guion entero hasta volver a Los Ángeles y que es por eso que lo rechaza. Lo dudo, por la manera en que interpreta también las señales para salir del grupo People! La banda tuvo un único éxito, su versión del grupo británico Zombies, I Love You. Fue número uno en las listas de Japón, Israel, Australia, Italia, Sudáfrica y Filipinas. Les convirtió en teloneros de la gira de los Who en el verano de 1968. Es entonces cuando tiene su encuentro con Paul McCartney en el edificio de Capitol, que Larry cuenta que le dijo en el ascensor que le gustaba su música. Conoce allí también a Woody Allen cuando presentaba su tercer disco de monólogos cómicos.  



[photo_footer]People! tuvo un único éxito, su versión del grupo británico Zombies, I Love You, número uno en las listas de Japón, Israel, Australia, Italia, Sudáfrica y Filipinas.[/photo_footer]



A pesar de los esfuerzos de su agente, el Capitán Mikey, que venía de la radio, su siguiente disco sencillo no tuvo el mismo éxito. La cara B tiene un tema de Larry, curiosamente, que habla metafóricamente del Espíritu Santo. El primer álbum llevaba el título de I Love You. La primera canción se llama Mill años antes de Cristo y la que cierra esa cara del LP es ni más ni menos que Necesitamos más de Jesús y menos Rock´n´Roll. Los hermanos Levin –que formaban el grupo con Larry y su amigo Gene, junto a un batería que encuentra en una tienda de electrónica, Fridkin, para sustituir al miembro fundador, Riolo, que no había acabado el instituto todavía– se meten entonces en cienciología. Aunque Larry también pasa por la “auditación” –el pintoresco proceso por el que Hubbard cree que haciendo preguntas, conectado a un cacharro llamado el “e-metro” se descubren tus traumas del pasado–, al llegar a la cuarta fase lo rechaza. Los Levin se enfrentan a él, según ellos, porque era alguien “difícil” y “narcisista”, pero, según Larry, porque creían que era lo que la cienciología llama una “persona supresiva”. 



El caso es que la noche antes de publicar el disco tienen una actuación en Monterey. Cuando Larry interpreta La Épica de atravesar al dragón con el pie del micro, el escenario se rompe en dos. Al caer entre medio, se atrapa un dedo. Trepa con él sangrando y continua el concierto. El lo vio como una señal de Jesús. En una entrevista de 1971 lo llega a llamar su “bautismo en el Espíritu Santo”. Lo cierto es que dice al grupo que lo deja, pero ellos dicen que no puede ser porque ya le han echado. Al volver a casa le ofrecen trabajar para Juventud Para Cristo, pero él “no sentía paz sobre ello”. Comprensiblemente, cuando el vicepresidente de la Capitol le llama para que trabaje en la composición de canciones para musicales, “sintió mucha paz en ir a Hollywood”.  



“Sobre esta roca”



Cuando Larry llega a la Iglesia Presbiteriana de Hollywood vivía en la calle Gower –conocida como Fila de la Pobreza por vivir allí el mundo del Cine-B–. Iba a trabajar cada mañana a la torre de Capitol, donde se sienta delante de un piano para componer temas para musicales de Broadway. Norman escribió la mitad de los de Alison, que hizo Kay Coley y Ted Neeley –protagonista de Jesucristo Superstar, luego también convertido al cristianismo evangélico, conocido también por ser amante de Gala, la esposa de Dalí–. Aunque aparece como co-autor, Emmet Grogan, otra figura clave del Human Be-In de San Francisco, fue Larry el que escribió letras tan vergonzosas para un cristiano como: “Sí, Papá, he tomado “ácido” / Mamá, no soy un adicto / Sí, Papá, me acuesto con chicas ahora / No, Mamá, ninguna está embarazada / El sexo es fantástico / ¿No estáis contentos de que no sea ‘marica’?” (Amor en la Calle Haight).



Todo esto hacía hasta que salía del trabajo y empezaba a hablar de Jesús con personas que encontraba en la calle. Una de ellas fue Susan Perlman, una chica judía de Brooklyn que al convertirse por el testimonio de Norman funda “Judíos para Jesús” con Moishe Roshen, que tuvo mucho que ver con la conversión de Dylan a finales de los 70. La duda de Larry entonces era si la música podía ser realmente un medio efectivo para llevar a personas a Cristo. Hasta entonces pensaba que no, comparada con la relación directa y personal del testimonio en la calle. Al fin y al cabo, la gente va a un concierto a entretenerse. Guarda por eso su guitarra y grabadora en un armario. La forma en que llega a convencerse de que la música podía ser un medio de evangelización es también peculiar. Tiene un sueño en que está cantando y no puede parar. Es así como compone y graba la única canción de Larry que se cantaba en iglesias, junto a Me gustaría que estuvieras preparado, su Dulce canción de salvación



Todas estas primeras canciones, algunas que hizo para el grupo People!, y otras en las que estaban trabajando para un tercer musical llamado El Aliento del León, están en su maravilloso primer álbum en solitario para Capitol, Sobre esta Roca. El verano de 1969, un ejecutivo simpatizante con sus ideas cristianas le propone grabar el disco. Su única condición es que no le censuraran ninguna de las letras. Sus acompañantes son el famoso Wrecking Crew, que grababa con los Beach Boys o Simon y Garfunkel –entre ellos estaba, por cierto, un cristiano, el guitarrista Mike Deasy–. A causa de una gripe, se encuentra con unos arreglos y orquestaciones a lo Phil Spector que no le gustaron nada. Su voz es algo más ronca e incluye la conocida tos de Moisés en el desierto. Se fotografía en la portada desnudo de cintura para arriba. Las mezclas no le gustaron, pero el resultado es impresionante. Como todo lo de Larry, era demasiado mundano para la Iglesia y demasiado cristiano para el mundo. Le echan de Capitol y empieza a colaborar con la Compañía de la Sal. 



[photo_footer]Larry Norman se convertiría en el principal portavoz de la Revolución por Jesús, con su larga melena rubia, ropa de cuero, ingeniosas canciones, escasas sonrisas y carácter impredecible.[/photo_footer]



“Padre del rock cristiano”



Larry no fue como tantos que vinieron luego, un producto de la “subcultura cristiana”. Hizo el camino a la inversa de muchos. No empezó en la iglesia para ir al mundo, sino que llegó a la iglesia estando en el mundo, pero sin ser de él. Se ha escrito que Paul McCartney dijo que Larry Norman podría ser una estrella si dejaba de hablar de religión. Lo que pasa es que nunca pudo callarse. Se veía como “discípulo de Cristo resucitado, escondido en las filas del enemigo”. Es por eso por lo que cuando comienza a florecer la “industria de la música cristiana contemporánea”, Norman monta su propio sello independiente (Solid Rock), para arruinarse haciendo lo que quisiera. Muere sin dinero para poder pagar siquiera el tratamiento médico que necesitaba.  



El controvertido “padre del rock cristiano” fue siempre mal entendido. Despreciado por el mundo, por ser demasiado religioso y atacado por los cristianos como poco espiritual. A unos quería hablar de Jesús y a otros ofendía con su música. Siempre molestaba a todos. Irritaba a la audiencia, pero decía lo que quería. Hablaba sin parar entre las canciones. No quería dar autógrafos, pero podía estar durante horas con cualquiera que se le acercara, para hablar de cosas serias. Parecía que le interesaban más estas conversaciones, que el concierto en sí. Tal vez estuviera en lo cierto cuando pensaba al principio que el testimonio personal era más efectivo que cualquier concierto.



Como descubre Williams en la Iglesia Presbiteriana de Hollywood, la música es un poderoso medio de expresión, pero un concierto no es una conferencia o un sermón. Es como observaba Larry, una forma de entretenimiento que sin sus interminables charlas no hubiera sido tan irritante para muchos. No hay “canciones cristianas”, porque solo hay personas cristianas. Las palabras y la música no pueden llevar la cruz de Cristo y seguirle (Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23). Dios ha escogido un medio para comunicar su mensaje, que es la Palabra. Es por “la locura de la predicación” que “agradó a Dios salvar a los creyentes” (1 Corintios 1:21). Es ahí donde está la ofensa, tanto para los sabios de este mundo como para los que buscan las señales que demuestran el poder de la religión (v. 22). Pero es en esa debilidad que conocemos a Cristo crucificado (v. 23).


 

 


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