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En libertad y unidad: los congregacionalistas en tiempos de cambio

Para nosotros, lo primero y más importante en la mesa de debate es la Biblia. Nos guiamos por ella y eso es lo que nos hace ser congregacionalistas. Esto no nos cierra los ojos a los desafíos de la época.

ACTUALIDAD AUTOR 953/Johannes_Reimer TRADUCTOR Rosa Gubianas 27 DE JULIO DE 2022 09:45 h
Imagen de [link]Priscilla Du Preez[/link], Unsplash.

El congregacionalismo como oportunidad y problema



La mayoría de las iglesias libres europeas están constituidas de forma congregacional. La autonomía de la respectiva congregación local es un bien superior.[1]



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En su forma local es el cuerpo de Cristo y en todos los asuntos de organización, doctrina y conducta de vida se adhiere a la verdad que ha discernido de las Escrituras. El profesor bautista alemán Ralph Dziewas afirma correctamente:



“Tanto en materia de doctrina como de ética, la comunidad local de creyentes busca la voluntad de Dios en las Escrituras y solo es vinculante lo que la congregación local -basada en las Escrituras- cree que es obligatorio. El congregacionalismo, por decirlo sociológicamente, es el centro del discurso teológico-ético y es también la autoridad de decisión para las convicciones compartidas localmente”.[2]



Ninguna autoridad supralocal puede anular las decisiones de la congregación local particular en el marco de estas convicciones, ya sea un liderazgo de pacto o asociación o el órgano de gobierno de la propia congregación local particular. Es la asamblea local de creyentes la que establece los principios de la fe y la vida.



La autonomía de la congregación da al congregacionalismo una amplia flexibilidad para adaptar su doctrina, organización y liturgia a las condiciones locales. Así, la congregación puede actuar de forma misionera sin tener que buscar primero la aprobación del liderazgo eclesiástico por encima de ella.



Lo que suena tan positivo ha llevado, por otro lado, a divisiones permanentes entre las congregaciones. Las iglesias libres son conocidas por permitir rápidamente la desunión, la discordia y la división a causa de las diferencias estructurales y de contenido entre sus líderes.



La historia de los metodistas, los bautistas, los hermanos, las iglesias evangélicas independientes y las numerosas iglesias pentecostales ofrecen muchos ejemplos de ello.



Esto se debe tanto a la decisión de principio de resistirse a todas las estructuras de apariencia autoritaria fuera de la congregación local como al compromiso acentuado de seguir a Jesús en el marco de la respectiva congregación local.



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La libertad que se reclama para la congregación local individual en relación con una asociación congregacional rara vez se concede al miembro individual de la congregación. Más bien, desde el surgimiento del congregacionalismo en la Inglaterra puritana, ha prevalecido algo así como una rígida obligación de creer.



Esto, a su vez, ha conducido repetidamente a la separación de los individuos de sus respectivas congregaciones y al surgimiento de otras comunidades[3]. 



La simple constatación de que una sola congregación local alcanza rápidamente sus límites cuando se trata de cuestiones como la correcta confesión de fe, la misión, la formación de sus trabajadores, el compromiso con la libertad de fe en el mundo y mucho más, llevó a las fusiones de congregaciones individuales desde principios del siglo XIX.



Y la cuestión de un fundamento común de la fe ha determinado la agenda de quienes se han encargado de la dirección de tales uniones desde entonces.



A menudo, la tarea de mantener la unidad de una confederación de congregaciones resultaba una sobrecarga inconmensurable. Una y otra vez, profundas divisiones impregnaron lo que inicialmente se percibía como una cooperación armoniosa.



Ninguna iglesia libre en Alemania y pocas en el resto de Europa se han salvado. Recientemente, los bautistas cristianos evangélicos congregacionalistas, que llegaron a Alemania desde la Unión Soviética en la década de 1970, se desintegraron en 16 asociaciones[4], y las congregaciones pentecostales de los llamados alemanes rusos en 9[5].



Y las razones son siempre las mismas: desunión en materia de doctrina, liturgia y ética.



En tensión entre la libertad y la unidad



Los conocedores del congregacionalismo destacan que son los dos polos de las creencias congregacionales los que determinan en gran medida su destino: la libertad y la unidad. No es equivocado hablar aquí de los principios básicos del congregacionalismo.



Un creyente se une voluntariamente a una congregación local, decide libremente apoyar a la congregación financieramente y participar en ella. La voluntariedad es un rasgo distintivo de la Iglesia Libre. Y el “libre” de la Iglesia Libre marca la pauta.



La voluntariedad lidera la congregación local y, por tanto, una comunidad que quiere tener reconocidos, a partir de las Sagradas Escrituras, sus principios de fe que han de seguirse incondicionalmente.



La adhesión a la congregación es voluntaria, pero una vez que ha tenido lugar conduce también al compromiso con la congregación como colectivo, que se configura esencialmente por la unidad de la fe en Jesucristo y presupone la unanimidad.



Si esto falta, ya no se pueden descartar las tensiones dentro de un breve tiempo y la división es una consecuencia potencial.



La autonomía y la voluntariedad por sí solas no pueden establecer la identidad de la respectiva iglesia libre. Si éste fuera el caso, tanto las congregaciones locales como las asociaciones de iglesias libres se parecerían a un batiburrillo de colores, que ya no podrían salir de la disputa sobre la fe y el estilo de vida correctos.



No en vano, las congregaciones congregacionalistas y las asociaciones congregacionalistas se han dotado de los correspondientes principios de fe, que muestran un marco claro en el que los respectivos miembros tienen que vivir su fe y establecer así la unidad del cuerpo de Cristo.



Esto puede ser decidido por las congregaciones individuales por sí mismas, así como por las asociaciones federales para todas las congregaciones miembros.



Pero estas declaraciones de fe comunes no pueden ser reivindicadas en el congregacionalismo como una tradición confesional que se sitúa al lado de la Escritura y como una clave hermenéutica para resolver las cuestiones de la vida.



Más bien, son barandillas que siempre conducen a una investigación renovada de la Escritura “si en este caso concreto es también como se decidió anteriormente”. Y pueden dejarse de lado, modificarse o incluso rediseñarse completamente a nivel local y nacional, según sea necesario.



Visto así, las congregaciones congregacionalistas son “comunidades transformadoras”; se dejan transformar por los principios de la fe y al mismo tiempo las transforman preguntando de nuevo por la verdad bíblica para el contexto en cada nueva situación.



La Sagrada Escritura, y no los textos confesionales, proporciona la orientación más importante para la fe y la vida en el congregacionalismo. A ella se dirige la iglesia local o incluso una asociación de iglesias locales, cuando se plantean nuevas cuestiones.



El recuerdo constante de la Biblia debe poner fin a toda arbitrariedad frente a las corrientes de pensamiento y de vida determinadas por el espíritu de los tiempos, el llamado Zeitgeist.



A pesar de toda la disposición de los cristianos misioneros a adaptarse, la fe y la vida de los cristianos deben revelar su alteridad, liberada por el Espíritu Santo. Los seguidores de Jesús están llamados a ir por todo el mundo y a discipular los espacios socioculturales, la etnia, y a instruirles para guardar todo lo que Él, Jesús, les enseñó (Mt. 28,19).



Deben cambiar el mundo y no dejarse llevar por el mundo. Los congregacionalistas son inconformistas.



Los cambios van y vienen



Vivimos en un mundo que cambia rápidamente. Los principios que ayer definían nuestras sociedades hoy ya se tiran por la borda. Y las personas que se aferran a esos principios son rápidamente tachadas de anticuadas, fundamentalistas y obstinadas.



No es de extrañar que los cristianos que se aferran a la voluntad de Dios expresada en la Biblia se estén convirtiendo en el hazmerreír del mundo multiopcional. Donde todo vale, las personas con principios son rápidamente tachadas de fundamentalistas.



Los congregacionalistas se enfrentan a los retos del mundo cambiante. Son libres de hacer todo lo que el espíritu de la época les exige y sin embargo, se distancian de él, sabiendo que no todo lo que es posible les edifica espiritualmente (1Cor 6:12).



Y nada es más importante para un seguidor de Jesús que crecer espiritualmente en toda la grandeza de Cristo (Ef. 4:12-14). Quieren crecer en la plenitud de Dios, la theosis, y no en la figura alabada y aceptada por el espíritu de la época, levantada en un monumento hoy solo para ser destruida con igual eficacia mañana.



El congregacionalismo puede responder al cambio de los tiempos porque está diseñado para la transformación. El cambio no es un problema teológico o sociológico. La mutación no está bloqueada aquí por una tradición que pretende aplicarse de una vez por todas.



Las congregaciones locales son libres de reconsiderar sus tradiciones de fe y de censurar en cuestiones de ética y moral. Son iglesias libres en todos los sentidos. No conocen guardianes de la fe en el pináculo de sus templos. Y allí donde existen, han cambiado en principio a otro tipo de congregación.



Pero al igual que las congregaciones congregacionalistas se resisten a los dictados de la fe desde fuera, también se resisten al espíritu de la época. Nada sería menos congregacionalista que renunciar al control en el proceso de cambio.



Con el apóstol Pablo, no se dejan presionar por las estructuras de pensamiento del mundo sino que son transformadas por el Espíritu de Dios en el sentido de su Palabra eternamente válida (Rom. 12:1-2).



En medio de un mundo cambiante se transforman en “su imagen” de una gloria a otra. Los desafíos de los tiempos los llevan así a acercarse a su Señor y a su Palabra y a los demás.



El mundo en el que vivimos hoy plantea nuevas preguntas y quién, si no Él, nuestro Señor, conoce la respuesta. Sería una locura buscar respuestas en las personas e incluso considerarlas más pertinentes a los tiempos que las formuladas por nuestro eterno Señor.



Cambios tiene que haber y también los cristianos pasan por serias transformaciones, pero lo hacen guiados por el Espíritu Santo que los conduce a toda la verdad.



Pero nosotros seguimos un enfoque diferente



Una y otra vez escucho a los cristianos decir que no quieren ser formados espiritualmente solo por la fe bíblica. Para ellos, el Espíritu de Dios es el espíritu del mundo, que también está activo más allá de los conceptos bíblicos.



Y ven el Espíritu de Dios en el espíritu de la época, que ha hecho posible nuestros valores democráticos en los últimos siglos. ¿Dónde estarían hoy las mujeres si hubiera prevalecido el llamado “principio bíblico” de que “las mujeres deben guardar silencio en la iglesia?”



¿O la actitud apolítica hacia la esclavitud? O ... y ahora se enumeran todo tipo de males de la historia de la llamada cristiandad. ¿No fue en última instancia el espíritu de Dios?



¿Y no es el mismo espíritu hoy en día el que libera a los hombres y las mujeres para vivir su amor por el mismo sexo con su orientación sexual alternativa? Es cierto que algunos pasajes bíblicos hablan en contra de esto. Pero también había pasajes de este tipo en los otros casos, ¿no es así?



Sí, solo puedo decir que hubo transgresiones masivas de la Iglesia en su larga historia. Y sí, gracias a Dios, el Espíritu de Dios no dejó sola a su Iglesia. Él fue quien activó a los hombres y las mujeres de su Iglesia para que se levantaran contra la esclavitud y lucharan por los derechos de la mujer.



Y no, no ocurrió en la nebulosa de un espíritu mundial, sino siempre estrechamente ligado a las Sagradas Escrituras. Solo así se podían superar las convicciones surgidas de una determinada lectura de las Escrituras.



Y después de eso, la gente no se sintió menos atraída por las Escrituras sino que hubo despertares espirituales que se apoderaron de naciones enteras. Los cristianos que ayudaron a dar forma a nuestra democracia procedían de la fe en Dios, apreciaban y conocían las Escrituras y se inspiraban en ellas. De ahí obtuvieron su identidad y se sintieron motivados a ser activos para la sociedad.



Hoy en día, los autoproclamados transformadores de la sociedad obtienen su identidad a partir de vagas afirmaciones científicas, orientaciones egoístas como la inclinación sexual y otras cosas. Seguirlos sería fatal para la iglesia.



Por supuesto, en una sociedad de mentalidad abierta, todo el mundo tiene derecho a ser bendecido según sus propios deseos. Y si aquellos de entre nosotros que creen haber encontrado un enfoque alternativo quieren seguirlo deberían tener el derecho de hacerlo, pero por favor, no en nuestro medio.



Porque para nosotros, lo primero y más importante en la mesa de debate es la Biblia. Nos guiamos por ella y eso es lo que nos hace ser congregacionalistas.



No, esto no nos cierra los ojos a los desafíos de la época, y no, no nos hace despreciar los descubrimientos científicos, ni nos excluye del discurso con personas de otras opiniones.



Como iglesia misionera, nos dirigimos a todas las personas porque todas son amadas por Dios y tratamos de conducirlas a la fe liberadora en Jesucristo, nuestro Señor.



Pero al mismo tiempo, como iglesia local, reivindicamos nuestro derecho a formar la fe y la vida a partir de las Sagradas Escrituras y a ser continuamente transformados por ellas bajo la guía del Espíritu Santo.



 



Johannes Reimer es profesor de Estudios Misioneros y Teología Intercultural y director del departamento de Compromiso Público de la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés).



 



Notas



[1] John Huxtable en su definición de congregacionalismo: "El congregacionalismo es una forma de orden eclesiástico basada en la convicción de que la congregación local es el elemento fundamental y esencial de la iglesia" (John Huxtable, Art. Congregationalismus; en: TRE 19, 1990, 452), de hecho cada congregación local individual es en su forma el cuerpo de Cristo (Cf. Erich Geldbach, Art. Congregationalismus; en: ELThG II, 1993, 1151s.



[2] Dziewas, Ralf: Por qué cambian las congregaciones. Reflexiones teológicas y sociológicas sobre la mutabilidad de las congregaciones locales en el congregacionalismo, en: Haubeck, Wilfrid / Heinrichs, Wolfgang (eds.): Gemeinde der Zukunft. El futuro de la Congregación. Aktuelle Herausforderungen der Ekklesiologie, Witten 2011 [Theologische Impulse 22], 107.



[3] Dziewas, Ralf: Verbindlichkeit im Kongregationalismus, en: Hailer, Martin / Hafner, Johann Evangelist (eds.): Binnendifferenzierung und Verbindlichkeit in den Konfessionen, Frankfurt a.M. 2010 [Beiheft zur Ökumenischen Rundschau 87], pp.243-265.



[4] Ver más detalles en John N. Klassen: Russlanddeutsche Freikirchen in der Bundesrepublik Deutschland. Grundlinien ihrer Geschichte, ihrer Entwicklung und Theologie, Bonn: VTR 2007.



[5] Leonard Frank: Gemeindeaufbau Russlanddeutscher Pfingstgemeinden in der UdSSR und der BRD. Tesis doctoral inédita. Pretoria: UNISA 2017.


 

 


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COMENTARIOS

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Alfredo
28/07/2022
10:15 h
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"para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad". 1 Tim.3:15. La Biblia no dice que la Escritura es la columna y fundamento de la verdad sino la Iglesia. "desde el surgimiento del congregacionalismo en la Inglaterra puritana… desunión en materia de doctrina, liturgia y ética" . Si la metodología de Solo Escritura no es bíblica no se está siguiendo al Espíritu Santo sino una tradición humana.
 



 
 
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