El uso de las Escrituras en Patricio de Irlanda: “Podrían pincharle donde quieran y descubrirán que su sangre es una sustancia extraña llamada Biblina, es decir, que la propia esencia de la Biblia fluye de sus venas”.
Por Ian Atkinson
“Podrían pincharle donde quieran y descubrirán que su sangre es una sustancia extraña llamada Biblina, es decir, que la propia esencia de la Biblia fluye de sus venas”.
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A muchos nos sonará esta evaluación de John Bunyan por parte de Spurgeon, y con razón, como podría testificar cualquiera que haya leído El Progreso del Peregrino. Pero es poco común que las personas piensen en Patricio de Irlanda de la misma manera. Más bien, vienen imágenes de un trébol que trae buena suerte, cerveza verde, y procesiones por ciudades grandes como son Dublín y Chicago. El propósito de esta reflexión es ilustrar que los escritos de Patricio merecen la misma evaluación que disfruta el legado de Bunyan, pues era un hombre completamente empapado por las Escrituras.
Tengo costumbre de leer los escritos de ‘Saint Patrick’ alrededor de la fecha en que se celebra su día (el 17 de marzo), y de nuevo me ha dejado impactado lo alentadores y rotundamente llenos de Biblia que son. Y esto es lo que me gustaría compartir aquí.
Patricio es un hombre rodeado de una nube de especulación, mitos y leyendas. Aun así, hay un consenso en cuanto a la fiabilidad y la contemporaneidad de sus propios escritos: La Confesión (Confessio), y su Carta a los Soldados de Coroticus (Epistola ad milites Corotici), desde los cuales se puede trazar una línea general de la vida del hombre.
De entre estos dos escritos, quiero enfocar esta reflexión en su Confessio, siendo un documento mucho más extenso. Además, es un documento que muestra a una persona quien, como diría Spurgeon, “no puede hablar sin citar un texto bíblico”. Pero este conocimiento bíblico no se quedó en el nivel intelectual: la Confesión no deja lugar a dudas en cuanto a su conocimiento a nivel experimental y emocional.
Patricio evidentemente tenía interiorizado una cantidad de material bíblico, sí, pero a la vez vivió la Palabra. Los únicos acontecimientos de su vida necesarios para entender el uso de las Escrituras son su esclavitud en Irlanda con 16 años, de la cual se escapa seis años después y vuelve a Bretaña. Luego recibe el llamado del Señor a volver a esta misma gente entre la cual sirvió como esclavo, ahora sirviendo como misionero.
Sin meternos en un estudio exhaustivo de su biografía, simplemente quiero proporcionar algunos breves ejemplos de su uso de las Escrituras en cuanto a su propio testimonio.
Patricio empieza su Confessio identificándose de una forma concisa, pero a la vez llenísima de alusiones bíblicas: “Yo, Patricio, un pecador, una persona simple del campo, y el menor de todos los fieles…” (Conf. 1). Nos deja ecos tanto del apóstol Pablo (Efesios 3:8, 1Timoteo 1:15) como del profeta Amos (1:1; cf. Conf. 46). Sin embargo, poco después, incluye también sus propios dones como ‘apóstol de Irlanda’, dudando de su habilidad de escribir, de expresarse, de animar y alentar a los hermanos a través de sus palabras (Conf. 9-12), faltándole elocuencia (1 Corintios 1:18-31), con matices y frases en su argumento que parecen ser sacadas de las dudas de Moisés o Jeremías mismo (Éxodo 3-4, Jeremías. 1:6).
Confessio 1 sigue contando como fue captado y llevado como prisionero y esclavo. A nivel espiritual, aunque creció dentro de una familia creyente (tanto su abuelo como su padre sirvieron en la iglesia como anciano y diácono respectivamente), “en aquel momento, ni siquiera conocía al Dios verdadero.” Si estamos tentados de concluir que quizás fue por falta de conocimiento, más tarde confiesa abiertamente: “mis pecados me impidieron realmente entender lo que leía” (Conf. 10). Podemos trazar sin mucha imaginación los patrones dejados por los hijos de Aaron, Nadab y Abiú (Levítico 10), y los de Elí, Hofni y Finees (1 Samuel 2, 8), y las consecuencias de rechazar y desdeñar la fe depositada en sus familias. Patricio reconoce que el Señor “me guardaba antes que lo conociera” (Conf. 2), sonando a la experiencia del mismo Jeremías, que “antes que te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5).
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Volvió al Señor durante sus años de esclavitud. Sigue siendo peccator, pero Patricio no usa esta realidad como excusa de manchar su testimonio, aparentemente compartiendo la visión luterana de ‘simultáneamente pecador y justo’. Apela a su rectitud e integridad entre las iglesias irlandesas a lo largo de los años entre ellas (Conf. 48-50). “Todos saben, y Dios sabe, como he vivido entre ustedes desde mi juventud, con fe verdadera y con sinceridad de corazón. Hacia los paganos también, entre los cuales habito, he vivido en buena fe, y seguiré haciéndolo. Dios sabe que no he engañado ni siquiera a uno de ellos, ni pienso hacerlo, por la causa de Dios y su iglesia” (Conf. 48). Escrito durante su vejez (Conf. 62), podemos imaginar la inspiración que recibió del ejemplo de Samuel y su discurso de despedida (1 Samuel 12), además de la apelación de Pablo y su forma de vivir entre la iglesia tesalonicense (1 Tesalonicenses 2:1-12). Al final, entendió su vida gastada del todo por amor a las iglesias (Conf. 51; 2 Corintios 12:14-17).
Aún así, no parece un hombre que se engaña a sí mismo. Siendo peccator no le dejó la autoestima por los suelos, por usar términos modernos, y realizando su ministerio de forma íntegra tampoco le llevó a jactarse, sino: “Entiendo que no he llevado una vida perfecta… Pero reconozco esto delante el Señor, que no me avergüenzo en su presencia. No miento, desde mi juventud que llegué a conocerlo, el amor y la reverencia hacia Dios crecía en mí, y hasta ahora, con la ayuda del Señor, he mantenido la fe” (Conf. 44). Disfruta de la misma perseverancia de la cual habla el apóstol Pablo en 2 Timoteo 4:6-8.
En conclusión, espero que esta pequeña reflexión pueda servir al lector como invitación de leer la Confesión entera, para apreciar los ecos, las imágenes, las alusiones y los ejemplos bíblicos y, sobre todo, el amor evidente que mostraba este hombre hacia el Señor y su Palabra hace tantos años, y cómo afectaba cada faceta de su vida entera.
Espero que podamos aprender algo del celo de Patricio y cómo se situaba su propia vida dentro de los planes de Dios a lo largo de la historia de redención, que el Señor sigue realizando hasta el día de hoy. Su llamado, su integridad y su perseverancia le llevaban a la adoración: “¡Sean asombrados, todos los grandes y los pequeños quien temen a Dios!” (Conf. 13). Que seamos asombrados de lo que Él puede hacer,
Él que nos ha ofrecido “un don tan grande y un don que da vida… el conocer y amar a Dios, incluso al precio de dejar mi tierra y mis padres” (Conf. 36).[i]
Ian Atkinson – Doctor en Lenguas Bíblicas y profesor – Málaga (España)
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[i] Se puede encontrar una traducción en castellano aquí: https://www.celtica.es/confesion-de-san-patricio-confessio/ y en varios otros idiomas, incluyendo el original aquí: https://www.confessio.ie/
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