Caretas

Bien conoces de qué hablo. 

Sin apenas darte cuenta has ido perdiendo años de vida entre quehaceres absurdos que nunca aportaron nada nuevo, nada útil. Fingiendo ser quien no eres. Falseando tu identidad, portando una careta. 

 Has intentado huir de ti mismo acordonando tu vida para poder existir en una atmósfera plagada de aislamiento, pero, te has dado cuenta que el destierro no es tan maravilloso. 

Una muralla erigida a tu alrededor te sirve de escudo para así no tener que exponerte a la crítica, a la rudeza de la vida, a los sinsabores a los que todo mortal está expuesto. 

Sigues pensando que estás por encima de todo lo humano y crees ser autosuficiente. 

Te acomodas en la linde del sendero para ver pasar la vida, la tuya, la ajena, y con un elevado concepto de ti mismo te dedicas a someter a juicio todo lo que ante ti se muestra, sin tener que ser partícipe de nada, simplemente observando para luego proceder a sentenciar.  

Sin embargo, cuando crees que nada ni nadie puede otear tu vida, esta se deja ver claramente, porque la careta por mucho que oculte la realidad, al final cae por sí sola.  

Vives dentro de tu mundo cercado por un muro, abrazado a la absurda idea de no necesitar nadie.  

¿Aún no te has dado cuenta que eres una vil marioneta que él mueve a su antojo? 

Ese cruel adversario, padre de mentira, ha insuflado en ti un falso concepto de amor propio que te hace esclavo de su farsa.  

No puedes ofrecer nada, porque alejado de Dios, no tienes nada que ofrecer. 

No busques atisbos de amor, hace tiempo que desechaste ser querido. 

Si eres incapaz de pedir ayuda, no estás preparado para ofrecerla. 

Valorarás a otros cuando descubras que tras esa mueca absurda de prepotencia se esconde un ser tremendamente acobardado que posee una abrumadora necesidad de ser liberado.  

Serás capaz de sonreír sin miedo el día que descubras una sonrisa amiga en un rostro extraño. 

Nadie puede dar lo que no tiene, así que no busques en otros la perfección que jamás tendrás, la compasión que nunca has mostrado, el afecto que ignoras, la valentía que no tienes. 

Acuna en tu interior aquellas virtudes que deseas ver crecer y riégalas con el agua de tu constancia. Recogerás valores que nunca creíste poder poseer y encontrarás que los demás pueden ser receptores de todo lo que hay en ti. 

Cada uno ha de mostrar a través de sí mismo lo que habita en su interior, lo que realmente es.