Esta pandemia que nos azota desde hace ya demasiado tiempo está coartando de forma brutal la manera de relacionarnos con los demás. La escasez de contacto físico y el distanciamiento social nos produce tristeza, soledad.

Quiero dejaros tres textos que evocan esos gestos cotidianos que tanto hemos echado en falta.

Abrazo

Qué doliente ese sentimiento de soledad frente al espejo.

Ha pasado casi un año y él sigue penando su ausencia.

Desearía tenerla cerca, cara a cara. Sentir aquellos largos y delgados brazos enlazando su torso, acercando los corazones para que de forma unísona bailen al son de un mismo latido.

Ese abrazo tan anhelado quedó pospuesto y ahora él sabe que jamás se producirá.

El viento mueve las hojas recién brotadas. Es primavera. Sin embargo su corazón alberga un largo y triste invierno.

Besos

Esboza una amplia sonrisa. Mira impaciente su reloj. Ya queda menos.

Atusa sus enmarañados cabellos grisáceos sin dejar de sonreír.

Por fin después de un largo tiempo de aridez hoy llegó el día que tanto ha deseado. El maravilloso día en el que volverá a ver a sus nietos.

Ya ha sido inoculada con la pócima mágica así que no hay temor a ser contagiada.

Espera con la inquietud de una adolescente a que suene el timbre de la puerta y pueda ver de nuevo los rostros de sus tres soles.

Han sido largos meses de espera, pero hoy, con toda seguridad y saltándose algún que otro protocolo vigente, besará con fervor la cara de esos chiquillos sintiendo como cada beso lleva implícita la esencia de todos aquellos besos mutilados que nos les ha podido dar. 

Caricias

- Tengo miedo. No cuelgues todavía, esta habitación de hospital es demasiado silenciosa. 

- No voy a hacerlo. Pero no tienes por qué temer. 

- Tengo miedo a cerrar los ojos y no poder abrirlos de nuevo. Este bicho es traidor.

- No pienses eso. Todo saldrá bien. Te recuperarás.

- Eso dicen. Pero tengo miedo. 

Ella comienza a cantar una antigua canción que ambos escuchaban cuando eran jóvenes. 

Vida

Si quieres mi vida

Dilo calladito

Que te la daré

Dame sólo un poco

Nada más que un poco

De ese amor que escondes

Y serás mi bien.

Acaricia con sus palabras al ser amado. Las manos están lejos y no pueden arrullar, son las palabras cálidos dedos que atraviesan el miedo haciendo fluir la esperanza.