Una de las grandes causas de las desigualdades económicas en nuestro planeta es
el comercio injusto. Es de alabar la labor de todos aquellos que en el mundo luchan por un comercio justo, desde los que tienen las pequeñas tiendas de comercio justo en medio de los países enriquecidos, hasta los que luchan por qué no se cierren los mercados del primer mundo a los productos del mundo pobre, hecho que, lamentablemente, se produce con el agravante de que los países ricos exigen a los países del sur pobre que se abran a nuestros productos. Hay que felicitar a todos los que trabajan buscando las alternativas a las economías injustamente tratadas en la comercialización de sus productos. La injusticia en el comercio debe ser eliminada para poder conseguir otra economía más justa.
Otras de las causas de que en el mundo se dé una economía injusta es el relacionado con las finanzas. Los
préstamos ofertados desde los países ricos al mundo pobre con la consiguiente subida de intereses, ha dado lugar a la carga de la deuda externa. Este es un factor de desequilibrio económico mundial de un peso increíble para que la economía mundial siga navegando en la injusticia. Cantidades enormes de millones de dólares se transfieren cada año desde los países pobres al mundo rico hasta el punto de que estos países empobrecidos sirven de financiadores del bienestar del norte rico. La ayuda al desarrollo que dan los países ricos a los pobres se aproxima a ser diez veces menor que lo recaudado por la deuda externa.
El desequilibrio del dinero que se transfiere del mundo pobre al rico en relación con lo que se transfiere del rico al pobre, es enorme. La economía mundial se desequilibra e impide el que los pobres puedan comprar alimentos. Si compran alimentos, no pueden pagar la deuda externa. Así, las políticas de ajuste que se producen para poder pagar la deuda externa, puede llevar a la muerte a miles de niños. Habría que seguir luchando por la condonación de la deuda, para que se pueda producir un año de jubileo al estilo de lo legislado en el Antiguo Testamento para que la economía entrara en vías de mayor justicia económica. El esfuerzo que tendría que hacer el primer mundo sería insignificante en relación con el que están haciendo desde el mundo pobre para poder cumplir con sus pagos.
También, la economía mundial para ser justa tendría que ir viendo las formas de aportar capital y tecnología al mundo pobre sin que sirvan de lucro para los países del primer mundo. Es el problema del
escándalo de las inversiones que los países ricos hacen en el mundo pobre.
Siempre se busca el lucro, el aprovecharse de las materias primas y de la mano de obra barata sin que, a la larga, se creen infraestructuras ni riquezas para los países pobres. Las inversiones, raramente acaban siendo positivas para los países en los que se invierte. Las empresas que invierten en el mundo pobre no lo hacen pensando en favorecer a estos países, sino en el generar beneficios para la propia empresa. Así, pues, los esfuerzos que se hagan para el control de las grandes compañías multinacionales estarán incidiendo en la justicia económica. Hay que controlar abusos y conseguir que la inversión extranjera beneficien a los países pobres en los que se invierte creando infraestructuras y proveyendo a estos países de la tecnología que necesitan para ir saliendo adelante mejorando su economía. Si no se trabaja en la concienciación de las compañías inversoras haciendo cumplir códigos éticos que impidan los abusos y que generen riqueza para el país en el que se invierte, nunca se acabarán cortando los abusos y la economía mundial se seguirá desequilibrando injustamente. Habría que estudiar formas de ir dando tecnología a estos países e industrializarlos sin necesidad de que tengan que recurrir a estas compañías inversoras.
Habría muchas otras causas que no podemos analizar ahora, pero
los cristianos se deberían plantear qué hacer y cómo actuar en medio de este maremagnum de economía injusta para acercar un poco más del Reino de Dios y su justicia a un mundo que padece de la injusticia económica. El Reino de Dios se acerca allí donde se hace justicia y se dignifica a las personas, donde se liberan a los oprimidos y a los pobres del mundo.
Habría que hacer también una llamada a los cristianos ricos e influyentes para que también puedan convertirse en agentes de liberación económica, agentes de una economía más justa en el mundo, un mundo que pertenece por igual a todos.
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