La iglesia no es ni debe ser un lugar donde se cumpla con el ritual, sino que, haciendo suyos los valores del Reino, debe convertirse en un factor transformador de la realidad, de búsqueda de la justicia y de la paz, un fermento de dignificación de las personas, una levadura para salvación de los pueblos, no solamente para la eternidad, sino salvación para el hombre en su aquí y en su ahora en forma de dignificación y liberación. El amor a Dios está en relación de semejanza con el amor al prójimo.
En el artículo anterior citamos cinco puntos que debe tener en cuenta este tipo de pastoral. Ahora vamos a agregar otros cuatro que complementan los anteriores y, junto con el artículo anterior, creo que podemos llegar a tener una visión bastante amplia de las características de lo que podría llegar a ser esta pastoral de la inmigración. Estas cuatro características que deberíamos añadir a las cinco dichas con anterioridad son:
- A) La Iglesia debe darse cuenta de que los problemas de los inmigrantes no se solucionan solamente permitiéndoles el ser emigrantes, es decir, favoreciendo la inmigración. Una auténtica pastoral de la inmigración entraría por tomar conciencia de las problemáticas del mundo, en un auténtico espíritu misionero de ayuda a los pueblos pobres para que, con su acción y su denuncia, vaya cesando el despojo a que son sometidos por los pueblos del NORTE rico, vaya habiendo una mejor política de cooperación con inversiones reales, una mejor redistribución de la riqueza y una mayor justicia social que es la base de la paz. O sea, la Iglesia debería darse cuenta de que, además del derecho a la emigración, existe también el derecho a no emigrar y quedarse en los países de origen sin ser objeto de despojo, esclavitud o pobreza. Una pastoral de la inmigración debería darse cuenta de que deben intentar tener voz, influencia y denuncia en el mundo, para que muchos conserven su derecho a vivir con dignidad entre los suyos, porque la tierra y todos sus bienes pertenecen a todos. Una pastoral de la inmigración debe trabajar con la Biblia en una mano y con el conocimiento sociológico, con todo lo que pueden aportar las ciencias sociales, en la otra.
- B) Una pastoral de la inmigración, debe hacer comprender a la iglesia que deben estar abiertos a dar gracias a Dios por la presencia entre ellos de los inmigrantes. Una pastoral de la inmigración debe contribuir a que los inmigrantes tengan una imagen tan buena como los autóctonos, debe medir su forma de hablar de ellos, tanto en los medios de comunicación como en cualquier foro social o religioso, para que la buena imagen de los inmigrantes no se sienta nunca perjudicada ante la opinión pública. Una pastoral debe luchar para eliminar los prejuicios existentes en la opinión pública, las cargas negativas que ciertas palabras o conceptos pueden tener para el colectivo de inmigrantes, luchando contra todo tipo de miedos o temores fundamentados en la ignorancia y en el desconocimiento. Una pastoral de la inmigración debe sacar a la luz lo bueno de las diferentes culturas y hacer posible una convivencia social armónica desde el punto de vista intercultural.
- C) Una pastoral de la inmigración debe reivindicar el sentido profundo de la compasión y de la misericordia, que no consista en un simple paternalismo fofo, sino en un compromiso misericordioso que, a su vez, debe ser justo. Nuestro compromiso con los inmigrantes debe ser, también, una cuestión de justicia, aunque ésta implique también la misericordia y la compasión. Misericordia justa o justicia misericorde. La auténtica compasión se debe transformar en cercanía. Así, la pastoral “para” los inmigrantes, debe devenir necesariamente a una pastoral “con” los inmigrantes.
- D) Luego estaría la atención espiritual al inmigrante como creyente, cuestión que hemos dejado como última, pero que debe ser, a su vez, primera y última, ya que debe de impregnar todo el proceso de la pastoral. En esta atención espiritual es en donde los agentes pastorales se van a encontrar con problemas de consejería que no se adaptan a lo común entre los autóctonos. De ahí la importancia de que los pastores y los que vayan a impulsar la pastoral de inmigración, tengan una formación y una capacitación específica que les ayude en el aconsejamiento socio-espiritual. Una auténtica pastoral de la inmigración debe mostrar que la Iglesia no es extranjera en ningún lugar del planeta ni para ningún hombre. Ningún hombre se debe sentir extranjero en el seno de la iglesia.
En el próximo artículo daremos algunas líneas más de lo que podría ser esta pastoral migrante.
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