Es curioso que el brazo que a mí me parece que se dirige hacia el cielo suele ser el más corto. No sé cómo algunos cristianos, los que todo lo espiritualizan, no invierten la cruz con el brazo más corto hacia la tierra, y con el largo, quizás extendiéndolo hacia el infinito, intentan tocar el cielo... a muchos humanos les atrae más lo divino, el ser como los ángeles, que los deberes de projimidad. Por eso hay situaciones difíciles como el tema de las migraciones internacionales que estamos tratando. Es necesario, quizás, que el hombre, sin dejar de mirar hacia arriba, se fije en la grandeza de los brazos horizontales de la cruz. En ellos se mueven nuestros prójimos, los más débiles, muchos inmigrantes extranjeros, los pobres del mundo. Quizás, desde esa horizontalidad de amor y solidaridad humana, aprendamos a ver la importancia del brazo que se dirige hacia el cielo. Lo sabremos apreciar mejor, le daremos un plus de valor. El que dice que mira hacia su responsabilidad con el brazo que se eleva, con lo espiritual, y no mira a la responsabilidad de la horizontalidad de la cruz, a su hermano pobre o diferente, es mentiroso. Espiritualidad muerta.
Así, los brazos horizontales y el que se dirige hacia la tierra hasta horadarla y fecundarla interesan menos... casi nada. Sin embargo, la mayoría de las cruces tienen un brazo largo que se dirige hacia la tierra, se une a ella, la perfora como queriendo entrar en sus entrañas.
Así, la cruz, aunque tenga un brazo que se dirige hacia arriba, no se olvida de la tierra. La cruz es también ecológica, conoce el grito de la tierra, se funde con ella en protesta por su saqueo y el desigual reparto de sus frutos, en protesta por la injusticia. Luego, tiene dos brazos en la horizontalidad como queriendo abrazar a todo el género humano. Los brazos de la projimidad, de la igualdad entre los hombres, los brazos protectores de los débiles. A veces me pregunto: ¿por qué el brazo que se dirige hacia el cielo es más corto?
Yo creo que no es porque sea menos importante. Quizás sea la realidad fundante de todo. Sin embargo, creo que la tendencia de los hombres a querer ser como dioses, tendencia hacia lo espiritual, tendencia a espiritualizar incluso lo que no debe ser espiritualizado. Esto hace innecesario que el brazo de la cruz que se dirige hacia el cielo sea más visible o más largo. Yo creo que a la cruz de Jesús quizás le faltaba el brazo que se dirigía hacia el cielo. Era innecesario, pues el hombre siempre ha tendido a la espiritualidad hasta querer ser como Dios mismo.
Brazo vertical tendente hacia abajo buscando el contacto con la tierra. El hombre, en general, necesita que se le recuerde que es el cuidador de la tierra, el colaborador de Dios en el cuidado de todo lo ecológico. Ya se ha dicho que el grito de la tierra es el grito de los pobres. Por eso, el hombre necesita saber que, además del cuidador de la tierra, debe ser también el cuidador del prójimo: como si de él mismo se tratara. Lo espiritual y lo humano están en relación de semejanza desde que Jesús dijo que el amor a Dios y el amor al prójimo están en esta relación... pero el hombre necesita más que le recuerden el amor al prójimo. Por eso creo que los brazos horizontales de la cruz deben ser más largos. Brazos que nos recuerden al inmigrante, al extranjero dentro de nuestras puertas, al que está en desventaja social. Muchos quieren reconocer el amor de Dios y dicen que le aman. Pero si no reconocen la importancia de los brazos horizontales de la cruz, la Biblia les llama mentirosos. El brazo vertical de la cruz que ellos, los mentirosos, contemplan, mirando hacia arriba, es ficticio, una ilusión, nunca podrán trepar por él. Estarán siempre a ras de suelo como las víboras y las serpientes, buscando a quién morder e inyectarles su veneno, incapaces de amar.
Los brazos de la cruz muestran todo un marco ético para los cristianos. Es la ética del Reino que, cuando la olvidamos y somos insolidarios, nos impide ver la grandeza de la verticalidad de la cruz, de su significado espiritual. Los valores del Reino están enmarcados en los brazos horizontales de la cruz. Quizás también en el brazo que penetra en el suelo y, el vertical hacia arriba lo fundamenta todo. Los hombres y la tierra deben marchar juntos.
Si viéramos la figura de Jesús más cósmica, más histórica... más humana y sus prioridades y compromisos fueran nuestra meta, no nos costaría tanto trabajo ver en el prójimo la imagen de Dios. Le respetaríamos y amaríamos más. No habría razas, ni lenguas, ni etnias, ni nacionalidades que pusieran freno a la igualdad y solidaridad humana. La tierra no estaría tan injustamente tratada ni sus bienes y frutos saqueados para beneficio de unos pocos. Todo eso va en contra del marco ético que crea la cruz. En los brazos horizontales de la cruz está grabada toda una ética comprometida con el género humano. En el brazo que se dirige a la tierra está grabada toda una ética que no debería hacer gritar a la tierra como con dolores de parto esperando su liberación.
El marco ético de la cruz aglutina toda una forma de vida, unos valores y una moral comprometida con el género humano y con la tierra. Por eso, cuando el hombre se refugia en la iglesia buscando el favor de Dios de forma insolidaria, la vivencia de su espiritualidad no traspasa el techo de la iglesia. Le falta la dimensión humana, de projimidad. Le falta la dimensión cósmica, ecológica de solidaridad con la tierra. La cruz espiritualizada que ellos ven, no es la cruz de Jesús. Los brazos de la cruz de Jesús forman todo un marco de servicio, liberación, solidaridad, dignificación y promoción humana. Sólo podremos trepar por al brazo vertical que se eleva al cielo, cuando hayamos sido afectados por la horizontalidad y la verticalidad hacia abajo. “Reconcíliate primero con tu hermano”, nos dice Jesús antes de que pretendamos andar por la sacralidad de los templos, antes de pisar sus atrios o pedir mercedes ante sus altares. No busquemos misticismos ni iluminismos vanos.
El cumplimiento de este marco ético, sin quitar para nada todo su proyecto de salvación para el más allá, fue lo que hizo que a Jesús lo tuvieran que colgar en ella. Jesús nos enseñó que, incluso a veces, hay que ser trasgresor de la ley injusta, de los patriotismos, de las culturas prepotentes y de las tradiciones que esclavizan al hombre y le marginan.
Hoy hay leyes, normas y marcos injustos para la inmigración en España. No hay igualdad de trato, no hay respeto al diferente... pero muchos siguen mirando la espiritualidad vertical de la cruz, mientras olvidan los brazos abiertos en la horizontalidad donde se encuentra el prójimo. Son ilusiones, engaños. Brazos que claman por justicia e igualdad. La tierra produce para todos en equilibrio justo. Cuando miramos sólo hacia arriba, mantenemos a Cristo crucificado y sufriendo por el mundo. Perdemos el marco ético de la cruz. No podremos celebrar la auténtica Semana Santa. Celebraremos la fiesta de Mammón y la alegría de los demonios. El grito del Jesús crucificado subirá hasta el cielo junto con el grito de los pobres y la tierra se oscurecerá otra vez en espera de liberación. ¡Ayúdanos, Señor, a trepar hacia ti dando la mano a nuestro prójimo, al diferente, al pobre, al débil, al enfermo...! Sí. Aunque tengamos que permanecer crucificados contigo y con nuestro costado sangrante.
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