En España, no hace muchos años, el pluralismo religioso no existía. Se sabía que había algunos musulmanes, otras confesiones cristianas como los protestantes y algunas otras religiones minoritarias como la judía, pero el pueblo llano no tenía conciencia del pluralismo religioso en la misma medida que lo tiene hoy con la presencia de la inmigración. Además, hoy, en el ámbito popular, todos saben que, del 70% de personas en España que se declara católico, un grandísimo porcentaje de éstos que así se declaran no tiene compromiso alguno con la iglesia católica.
Hoy todos perciben una España en la que, claramente se da la convivencia con otras religiones. Muchos inmigrantes, en situaciones de inseguridad y de vulnerabilidad, se aferran más aún a su universo religioso y lo potencian. Eso lo podemos percibir claramente en las iglesias evangélicas en donde, con el fenómeno de la inmigración, se han agregado contingentes de fieles evangélicos, de allende los mares y las fronteras, que han cambiado la faz de las congregaciones protestantes en España, pero esto se percibe también en toda la realidad social. Quizás el islamismo se perciba de una manera muy especial ya que se da una abundancia de centros culturales islámicos y con una presencia importante que se percibe en la escuela, en el comercio, en la medicina y en todo el ámbito social en general.
Todo este fenómeno debe acabar teniendo una clara influencia en las sociedades democráticas que, a su vez, son sociedades de acogida de inmigrantes. Así, el pluralismo religioso tiene hoy una fuerza y una vigencia en el mundo que nunca antes ha tenido. Ya no solamente se perciben atisbos de otras religiones en las películas o en los medios de comunicación, sino que tenemos a personas de religiones diversas como vecinos. No solamente captamos los olores exóticos y diferentes de sus cocinas o de sus restaurantes, sino que el pueblo sabe que también sus convicciones religiosas son diferentes.
Nuestros hijos, en las escuelas, están siendo conscientes de ese pluralismo religioso. La forma de percibir el hecho religioso de la próxima generación en España, estará a años luz de cómo nosotros la hemos percibido desde nuestra infancia y hasta hace no muchos años. El escenario religioso de los países de acogida de inmigrantes ha cambiado. Este escenario, indudablemente tiene que tener una gran influencia en la vida política, social y cultural de nuestros pueblos y ciudades… de nuestros países.
Es muy posible que todo esto incida en la manera de ser religiosos. En nuestras sociedades, por ejemplo, casi nadie podía decir que era católico por elección personal. Los evangélicos españoles, la mayoría convertidos desde el catolicismo, habían practicado esa elección personal, pero eran un tanto anticatólicos, la única religión de referencia que les había defraudado. Los judíos lo eran por referencia desde un punto de vista histórico en donde tampoco se hablaba mucho de elección personal, y los musulmanes eran un tanto extraños a la cultura española, gentes provenientes de otros países y de otros ambientes. Pero el escenario hoy puede ir cambiando.
Nuestros hijos van a vivir un pluralismo religioso que nosotros no hemos ni soñado. En el futuro próximo, en el de los próximos años, la elección individual se puede ir haciendo cada vez más presente y se puede tener más en cuenta.
Así, la religión institucionalizada que se acepta solamente por el hecho de haber nacido en un país, aunque no se viva como experiencia religiosa ni como una forma de espiritualidad, puede ir cambiando, puede ir accediendo, incluso, a la aceptación de un pluralismo interno que puede ir transformando sus estructuras arcaicas, puede ir perdiendo en número de fieles, pero no se puede confundir esto con el secularismo, con una secularización de las ciudades. Los que no se integren en la espiritualidad de las grandes religiones conocidas y de las que estamos hablando, se irán integrando en las llamadas nuevas espiritualidades en las que abundarán el esoterismo, el ocultismo y la vuelta de los viejos demonios del pasado. Pero esto no es secularización. La experiencia religiosa sigue siendo fuerte en los hombres, en la humanidad.
Yo creo que ni la iglesia ni la escuela deben poner resistencia a este pluralismo religioso. La historia y la filosofía de las religiones, las diferentes cosmovisiones de las diversas religiones del mundo, se deberían explicar en las escuelas.
Nuestros hijos hoy están mamando la pluralidad religiosa y van a vivir en ella. La elección personal y la responsabilidad con su propia fe va a ser más determinante que nunca en todas las creencias.
Por eso, quizás el diálogo interreligioso que se ha visto como algo lejano y que no ha formado parte de la preocupación de casi nadie, se vaya articulando en el futuro con más fluidez y naturalidad. Las grandes confesiones religiosas también deben de tener en cuenta el pluralismo religioso. Esto les puede llevar a ser más dialogantes y más abiertas y plurales en sus estructuras internas, en muchos casos arcaicas y obsoletas y que necesitan una corriente de aire fresco que las renueve.
Quizás esa corriente transformadora pueda ser la vivencia del pluralismo religioso de nuestras sociedades. Esto nos puede ayudar más a ver en el rostro de los migrantes del mundo, el multiforme rostro de Dios.
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