El Día de las Escritoras es una conmemoración iniciada en España en octubre de 2016 para recuperar el legado de las mujeres escritoras, hacer visible el trabajo de las mujeres en la literatura y combatir la discriminación que han sufrido a lo largo de la historia. La celebración, de carácter anual, se convoca el lunes más cercano a la fecha del 21 de octubre, festividad de Teresa de Jesús.

El Día de las Escritoras surgió por iniciativa de la Biblioteca Nacional de España, la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE) para compensar la discriminación histórica de las mujeres en la literatura.

A pesar de los muchos nombres de escritoras que los especialistas conocen y estudian anteriores al siglo XIX, rara vez aparecen mencionadas en los manuales de estudio y ni siquiera en los programas de historia literaria de la universidad en España. En el Siglo XIX gran parte de las mujeres escritoras tenían que publicar con un seudónimo de hombre para ser tomadas en serio. Émily Brontë y sus hermanas fueron muestra manifiesta de ello. Cumbres Borrascosas fue publicada bajo el seudónimo de Ellis Bell; ningún editor se atrevía a publicar, pues consideraban que ellas solamente escribían novelas de corte romántico.

El siglo XX se inició con un cambio de tendencia con la pionera Virginia Woolf, que comenzó en 1905 a escribir para el suplemento literario del Times y 10 años después publicó su primera novela, y con Marguerite Yourcenar, pero se producen pocos avances significativos.

Según Laura Freixas, presidenta de Clásicas y Modernas, «aunque las escritoras cosechen buenas críticas en los lanzamientos de las novelas pero en los rankings con los mejores libros que se hacen a final de cada año las mujeres no están. A pesar de que hay muchas mujeres escritoras con éxito en España el Premio Nacional de Narrativa lo ganó una mujer (Carme Riera) por última vez en 1995. Llevamos 21 años en el que cada año se lo lleva un hombre».

El premio más importante de literatura en lengua castellana, el Premio Cervantes, solo se ha concedido desde su institución en 1976 a cuatro mujeres: María Zambrano (1988), Dulce María Loynaz (1992) Ana María Matute (2010) y Elena Poniatowska (2013). Cuatro frente a 37 hombres.

El Premio Nobel de Literatura desde su creación en 1901 hasta 2017 ha premiado a 13 mujeres y 100 hombres.

Más información en Wikipedia.

Mensaje sobre la Escritura 

Cualquier mujer que sea capaz de detenerse en su rutina y se acerque a un papel en blanco es capaz de escribir algo. Tenemos amplia gama de experiencias, ya sean individuales, íntimas o colectivas; a modo de sueños, ilusiones o deseos; y por qué no, incluso abundarán amargas frustraciones. Cuando las mujeres escribimos lo hacemos de una manera particular e inédita, quizá porque dirigimos mañana tras mañana la mirada hacia nuestro corazón. Percibimos la vida desde adentro, desde donde la regalamos luego. 

Podemos escribirnos la carta que nunca recibimos. Podemos escribir para otras y para otros lo que pensamos que les gustaría leer, algún tema que alimente sus almas. Tenemos capacidad para escribir como niñas y como adultas. Cuando una historia nos empuja a compartirla, podemos redactarla como cada una sepa, sin faltas de ortografía o adornando las páginas con todas las que nos podamos permitir, porque lo importante es compartir, contar, escribir. 

Escribamos sin temblor en los dedos, sin miedo. Seamos valientes escribiendo. Derramémonos ante los ojos que quieran leernos. Inundemos los ojos de quienes quieran leernos. Hagámoslo sobre la vida diaria, sobre el cansancio, la desdicha, la sorpresa, la risa, la alegría; permitámonos narrar algún milagro. Sintamos alivio escribiendo. 

Escribamos para reflexionar, para pedir perdón, para romper soledades, para unirnos. Escribamos presagios, intuiciones y ensueños. Miremos nuestro interior y escribamos sobre nosotras. Seamos protagonistas de nuestras historias. Usemos la escritura para cambiar las reglas del juego, para dar nuestra opinión. Pongamos equilibrio en la balanza literaria. Porque parece que no es siempre el mismo, dejemos que los hombres escriban sobre su mundo y hagámoslo nosotras sobre el nuestro. Testifiquemos. Seamos eco de vivencias jamás contadas. Seamos hadas y la escritura nuestra varita mágica. 

Y un buen consejo: escribamos siempre con bolígrafos nuevos. Eso evitará que nos quedemos a medias tintas a la hora de expresarnos.