Los cristianos que se reajustan a la vida al salir del confinamiento deben buscar el bien común respetando la ley y siguiendo las directrices. Un artículo de Jonathan Tame.
¿Qué clase de ejemplo deben dar los cristianos cuando se trata de seguir las instrucciones del gobierno sobre las medidas para controlar la transmisión del coronavirus?
En los últimos tres meses hemos visto una amplia gama de respuestas desde, por un lado, el estricto cumplimiento de la ley por parte de aquellos que confían en que solo tales acciones los mantendrán a salvo y, por el otro lado, el extremo desprecio en la creencia de que los cristianos son inmunes a la Covid-19 si su fe es lo suficientemente fuerte. (Muchas de estas personas posteriormente enfermaron con el virus, o incluso murieron).
Entre esas posiciones, algunas personas consideran que hay una falta de claridad en las instrucciones; ¿se trata de un consejo de salud pública, una directriz o una norma consagrada en la ley?
El mensaje del gobierno ha cambiado en diferentes etapas; al imponerse el confinamiento, fue el inequívoco: “Quédate en casa”; pero desde la primera flexibilización de las restricciones se ha convertido en: “Mantente alerta”. ¿Cómo sabemos lo que eso significa y cómo se ve en la práctica?
En realidad, el gobierno ha estado emitiendo tanto reglas como directrices todo el tiempo, así como animando a la gente a usar su sentido común, y hacer lo que es “correcto”. Entonces, en el contexto de la pandemia, ¿cuál es la diferencia entre una regla, una directriz y la conciencia?
Una regla tiene una base legal, porque ha sido establecida en la ley. Si la rompes, la policía puede exigirte que la cumplas, y hay sanciones legales si persistes.
Una directriz, por otra parte, no es sólo una especie de regla débil que puede romperse; tiene una base social. Es un deber, no una obligación, y existe principalmente para el bien de los demás, así como para el tuyo propio. No puedes ser forzado a apegarte a una pauta, pero habrá un grado de presión social para cumplirla ya que puede afectar a otras personas.
La conciencia, por otra parte, tiene una base moral, algo que hay dentro de ti que es una guía para saber si una acción es correcta o incorrecta.
Hay dos cosas que vale la pena señalar sobre las reglas. Haciendo eco de lo que Pablo escribió en 1 Tim 1:9, la ley está destinada principalmente a la minoría de personas que están menos preocupadas por el bienestar de los demás y es probable que ignoren cualquier directriz.
Dado que ni su propia conciencia ni la presión social producen cumplimiento, deben establecerse leyes para hacer cumplir los cambios de comportamiento requeridos.
En segundo lugar, las reglas no son definitivas, son circunstanciales. El propósito tanto de las directrices como de las reglas en torno al distanciamiento social, por ejemplo, es limitar la propagación del coronavirus. Ese es el objetivo final, más que la regla en sí misma.
Al decidir qué hacer en la práctica, debemos guiarnos por el principio de responsabilidad. Cuantas más reglas haya, establecidas por el gobierno y aplicadas por la policía, más gente creerá que puede dejar que el Estado les proteja.
Pero cuando las reglas se suavizan y se pone el énfasis en “estar alerta” y otras directrices, significa que la gente tiene que dar un paso adelante y asumir más responsabilidad por su propia salud y la prevención de la transmisión del virus.
La conciencia también entra en juego aquí. Las personas conscientes son más propensas a cumplir tanto con las reglas como con las directrices, para su propio bienestar y el de los demás.
Realmente no necesitan las reglas porque las directrices tienen sentido para ellos, y ya que entienden el propósito final, normalmente pueden sopesar cualquier riesgo y resolver cualquier conflicto que pueda surgir.
El último elemento es la importancia de los líderes públicos para dar el ejemplo. Dado que hay muchas personas que prestan más atención a las acciones de los líderes que a sus palabras, se debe ver que esos líderes siguen las reglas de cerca, aunque su conciencia les permita en algunos casos actuar en contra de las reglas.
Los cristianos que se reajustan a la vida al salir del confinamiento deben buscar el bien común respetando la ley y siguiendo las directrices, lo que nos hace buenos vecinos y buenos ciudadanos.
Jonathan Tame es el director ejecutivo del Jubilee Centre.
Este artículo se publicó por primera vez en el sitio web del Jubilee Centre y ha sido reproducido con permiso.
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