Es fundamental comprender que los romaníes no son homogéneos, sino que son diferentes grupos minoritarios dispersos en numerosos países y continentes. Un artículo de Melody Wachsmuth.
La Tercera Cumbre Europea sobre la Población Romaní, celebrada en Sarajevo (Bosnia y Herzegovina) en octubre, atrajo a 226 participantes de 31 países. Fue una reunión diversa de personas: romaníes y no romaníes, académicos y personas con poca educación formal, pastores, misioneros, músicos, líderes y feligreses.
Significativamente, el tema fue «Sociedades saludables». El contenido práctico intercalado con estudios de casos de la vida real de Bosnia y Herzegovina, Finlandia, Serbia, Rumanía e India ilustró el valor multiplicador de las sociedades saludables y el peligro de las sociedades desiguales con expectativas divergentes. Los grupos, organizados según países y regiones, discutieron sus experiencias, tanto buenas como malas.
¿Por qué este tema en este momento y lugar? Existen dificultades para establecer sociedades de misión mutuamente saludables, un hecho del que dan fe tanto la historia de la misión como mis propias observaciones en el sureste de Europa. A pesar de ello, la asociación con iglesias y comunidades romaníes es vital para compartir nuestros diversos dones y, al mismo tiempo, manifestar la “nueva humanidad” en Cristo.[1]
La mayoría de los estudiosos relacionan a los que hoy se identifican como romaníes o rom con grupos de personas que emigraron del noroeste de la India hace más de mil años. Rom significa simplemente «pueblo romaní» en el idioma romaní; este término se generalizó en Europa después del primer Congreso Romaní de 1971 en Londres, ya que términos como “gitano” tienen connotaciones peyorativas en algunos contextos. Hoy en día, “rom” se utiliza a menudo para abarcar una franja más amplia de personas que pueden identificarse como romaníes, gitanos, sintis, coles, calós, etc.[2] La cuestión de la identificación es compleja porque a veces la forma en que se ve un grupo discrepa con la terminología de los de afuera; en general, espero a oír cómo se identifica una comunidad antes de utilizar cualquier término.
Con demasiada frecuencia, los romaníes aparecen retratados en imágenes estáticas y unidimensionales, a menudo relacionadas con la pobreza o la delincuencia, por ejemplo, ya sea que procedan del Brasil, Francia o Rumanía. Es fundamental comprender que los romaníes no son homogéneos, sino que son diferentes grupos minoritarios dispersos en numerosos países y continentes. Pueden hablar diferentes idiomas o dialectos del romaní y tener diversas prácticas culturales y religiosas. También tienen diferentes historias con las sociedades en las que están insertos. En Europa, por ejemplo, los siglos pasados de duras políticas destinadas a asimilar, desterrar o incluso exterminar a los romaníes (en la Segunda Guerra Mundial) siguen fomentando imágenes negativas de los romaníes en la actualidad.
[photo_footer]Pastores romaníes orando en una aldea romaní/Jason Autry para The Good Story, Co.[/photo_footer]
Sin embargo, a pesar de esas diferencias, algunos cristianos romaníes tienen un sentido de identidad y una visión misionera transnacionales, que se extienden de Europa a América del Norte y del Sur, e incluso a India.[3] Por ejemplo, algunos estudiosos y activistas relacionan a los romaníes europeos con los banjara, una gran tribu de clanes que se encuentra en el noroeste, centro y sur de la India.[4] Srinivas Naik es un pastor banjara que fundó Global Banjara Baptist Ministries (GBBM) y ministra entre los banjara de cuatro estados indios mediante la plantación de iglesias, la formación de líderes y el trabajo social. En Sarajevo, expresó un fuerte deseo de conectarse y adorar con personas de su propio grupo étnico. Describió un sentido de pertenencia: él y los demás romaníes no solo pertenecen a Cristo, sino también los unos a los otros, en términos de etnia e historia.
El cristianismo sigue creciendo a nivel mundial entre los romaníes, en gran parte en formas pentecostales, que van desde los grandes avivamientos que comenzaron en la década de 1950 en Francia hasta el rápido desarrollo en Europa central y oriental tras la caída del comunismo, y el crecimiento de las iglesias en Brasil.[5] Los estudios académicos en diversos contextos han demostrado que el cristianismo contribuye a elevar los niveles de educación y alfabetización, y a disminuir la delincuencia y la distancia social con respecto a la cultura mayoritaria.[6]
No obstante, en Europa, existen realidades paralelas entre los 10 a 12 millones estimados de romaníes:
- Aunque hay romaníes integrados en todas las esferas de la sociedad, muchos se enfrentan a una situación socioeconómica sombría, particularmente en Europa oriental.
- Los grupos romaníes de Europa suelen tener tasas más altas de desempleo, analfabetismo y problemas de salud, así como viviendas de mala calidad y niveles de educación más bajos.
- Se enfrentan a la exclusión social, la discriminación y el racismo. Los prejuicios no siempre son unilaterales: algunos grupos romaníes desprecian a los no romaníes (gadje) o incluso a otros romaníes.
- La vulnerabilidad de los romaníes en determinados contextos los ha convertido en objetivos principales de la trata de personas.
Las cuestiones de discriminación y marginación social no se limitan a Europa. Aunque los rom del Brasil (compuestos por calones y romaníes) han sido objeto de una creciente preocupación política en los últimos 20 años,[7] continúan enfrentando prejuicios. En India, los banjara suelen estar socialmente aislados, carecen de educación y están económicamente desfavorecidos. Aunque los banjara del estado de Naik están clasificados como grupo tribal, lo que les permite un mayor respeto social, en otros estados se los suele clasificar como parias (intocables).
A la luz de esto, creo que hay tres razones principales para que los romaníes y los no romaníes desarrollen sociedades saludables:
1. ¿Un momento kairós?
Puede ser un “momento kairós” en términos de una oportunidad mundial para evangelizar y discipular a los grupos romaníes. En Europa oriental, muchos pastores romaníes han dicho que ahora es el momento para los romaníes, en referencia a su apertura espiritual. En India, Naik relata el tremendo crecimiento de los últimos 20 años, después de que los banjara empezaran a evangelizar a los banjara. De manera independiente, se hizo eco del sentimiento diciendo que ahora es el momento para los banjara; Dios está derramando su Espíritu entre ellos. Pidió que se unieran más socios a ellos de todo el mundo para aprovechar esta oportunidad.
2. Retos desalentadores
Este momento kairós suele producirse en contextos desalentadores cuando se consideran los retos y oportunidades en comparación con las personas y los recursos disponibles. El discipulado es un proceso intensivo limitado por la falta de personas que sirvan. Por ejemplo, Naik describe la capacitación limitada para evangelistas y pastores, lo que lleva a “frutos débiles”. Los problemas que surgen de las comunidades pobres también pueden ser abrumadores: la necesidad de empleo y creación de puestos de trabajo, la educación, la promoción social y política, la formación en el discipulado, la curación de traumas y la educación teológica.
Hay muchos ejemplos de cómo las sociedades han aumentado tanto la calidad como la cantidad de los esfuerzos de misión:
- En Brasil, la Alianza Nacional de Apoyo a los Romaníes (ABRACI) se formó en 2009 para promover la unidad entre los ministerios y crear materiales de desarrollo de capacidad y contextuales.
- Igor Shimura, un activista social y pastor caló, señaló que mediante sociedades nacionales y mundiales están traduciendo la Biblia al idioma caló, han plantado diez iglesias y han organizado congresos misioneros.
- GBBM se ha beneficiado de sociedades externas que, por ejemplo, les enseñaron cómo la narración de cinco historias del Antiguo Testamento puede preparar a una cultura politeísta para el evangelio.
Roma Networks, que organizó la conferencia de Sarajevo, es una organización de base que tiene como objetivo crear redes, investigar y conectarse con el fin de transformar las comunidades romaníes. El énfasis en las sociedades saludables en Sarajevo captó intencionadamente la necesidad crítica de compartir la diversidad de dones del cuerpo, empoderar a los romaníes y sanar la relación entre los no romaníes y los romaníes.
[photo_footer]Dos romaníes en Cluj-Napoca./Gimnhail, CC[/photo_footer]
La frase “traigan lo que tengan a la mesa” plantea la pregunta: ¿qué tipo de mesa? Una mesa redonda asegura que todos se vean y tengan igual acceso a la conversación. Aquí hay algunas consideraciones para los romaníes y los no romaníes al venir a la mesa redonda:
- A la luz de las muchas falsas percepciones y prejuicios sobre los romaníes, es fundamental aprender sobre la cultura e historia romaní en un contexto particular. La iglesia tiene la responsabilidad de ir más allá de las imágenes unidimensionales.
- Escuchar, aprender y construir relaciones sin planes previos cultivan la confianza. Cuanto más tiempo se dedique a las relaciones, menos frágil será la confianza. Esto fomenta la honestidad mutua y la retroalimentación, necesarias a la luz de la falta de comunicación intercultural que sin duda ocurrirá. Las sociedades situadas en un paradigma transaccional, enmarcadas en términos de los que tienen recursos y los que carecen de ellos, pierden la identidad y la función del Cuerpo de Cristo.
- Los cristianos romaníes necesitan verse a sí mismos como personas que contribuyen y aprenden en la iglesia mundial. Un intercambio mutuo de entendimiento teológico y misionero enciende el fervor evangelizador, enriquece la iglesia en su contexto, desactiva el territorialismo ministerial y desafía las barreras étnicas. Por ejemplo, varios ministerios banjara en India forman parte de un Consejo Cristiano Banjara de India (BCCI), que celebra actos conjuntos que demuestran la unidad, y los etnocentrismos entre los rom y los calones en el Brasil desaparecen en la iglesia.
- Las sociedades en pie de igualdad entre las iglesias de Europa occidental y oriental (y en otros lugares) desempeñan un papel fundamental en el tratamiento de problemas sociales complejos. Por ejemplo, la migración Este-Oeste en Europa aumentó rápidamente tras la caída del comunismo y la posterior expansión de la UE. Para los migrantes romaníes, al igual que para otros, esto tuvo resultados positivos y negativos:
- Aunque muchos inmigrantes romaníes se integran bien mediante redes de empleo y familiares, la vulnerabilidad de otros conduce a la explotación o a la dificultad de navegar por los nuevos sistemas sociales.
- Los más pobres o los implicados en delitos aparecen con mayor frecuencia en los medios de comunicación, propagando estereotipos y temores sociales.
- Las iglesias de Occidente pueden no estar seguras de cómo ayudar a las personas que dependen de la mendicidad o con experiencia laboral poco calificada.
Sin embargo, la oportunidad de misión fluye de manera multidireccional. Pastores romaníes envían ancianos para supervisar las nuevas iglesias en el Oeste y los romaníes y no romaníes comienzan proyectos de misión en el Este. Es un tema complejo que requiere más aprendizaje mutuo tanto para aprovechar las oportunidades misioneras como para afrontar los problemas.
En última instancia, como señaló Charles Van Engen, “el conocimiento cristiano sobre Dios se ve como acumulativo, mejorado, profundizado, ampliado y expandido a medida que el evangelio toma forma en cada nueva cultura”.[8] La humilde colaboración en la mesa redonda de Cristo nos lleva primero a esta mayor comprensión de Dios, y luego a una participación más rica en su misión. Recientemente, me senté en mi pequeña iglesia multiétnica en Croacia y me maravillé de que un pastor romaní estuviera predicando mientras croatas, serbios, estadounidenses y romaníes asentían con la cabeza. En esta parte del mundo, eso es un notable testimonio de lo que es posible bajo el señorío de Jesús y la gracia del Espíritu.
Melody Wachsmuth es doctoranda en el Oxford Centre for Mission Studies y especializada en la investigación del pentecostalismo romaní en Croacia y Serbia.
Este artículo se publicó por primera vez en la web del Movimeinto Lausana y se ha reproducido con permiso.
Notas
[1] Andrew Walls, The Cross-Cultural Process in Christian History (Maryknoll, NY: Orbis, 2002).
[2] Dos ejemplos ilustran la complejidad: en algunos contextos, los grupos se identifican a sí mismos como gitanos, mientras que para otros es ofensivo. Los sinti no se identifican como romaníes.
[3] Ver, por ejemplo: Marcos Toyansk, The Romani Diaspora: Evangelism, Networks and the Making of a Transnational Community, Razprave in Gradivo: Revija za Narodnostna Vprasanja (2017) 79:185–205.
[4] The Banjara: A Nomadic Tribe of India and Possibly One of the Cousins of Europe’s Roma. (2007), 45-65; B. Shyamala Devi Rathore, A Comparative Study of Some of the Aspects of the Socio-Economic Structure of Gypsy/Ghor Communities in Europe and in the Andhra Pradesh, India, European Journal of Intercultural Studies 6:3 (1996), 15-23; Donald Kenrick, Historical Dictionary of the Gypsies (Romanies) 2nd ed (Maryland: The Scarecrow Press, 2007).
[5] Manuela Cantón-Delgado, Gypsy Leadership, Cohesion and Social Memory in the Evangelical Church of Philadelphia, Social Compass (2017), Gypsy and Traveller International Evangelical Fellowship 2014 Report, Rene Zanellato; Magdalena Slavkova, Prestige and Identity Construction Amongst Pentecostal Gypsies in Bulgaria in D Thurfjell & A Marsh eds. Romani Pentecostalism: Gypsies and Charismatic Christianity (New York: Peter Lang International Academic Publishers, 2014): 57–74.
[6] Ver, por ejemplo: Tatiana Podolinská and Hrustic, Tomas, Religion as a Path to Change? The Possibilities of Social Inclusion of the Roma in Slovakia (2010); Miroslav Atanasov, Gypsy Pentecostals: The Growth of the Pentecostal Movement Among the Roma in Bulgaria and its Revitalization of Their Communities, Asbury Theological Seminary (2008).
[7] Florencia Ferrari and Martin Fotta, Brazilian Gypsiology: A View from Anthropology, Romani Studies 24.2 (2014),11-136; 113.
[8] Charles Van Engen, Five perspectives of Missional Theology, in Appropriate Christianity, ed. Charles Kraft (2005), 183-202; 197.
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