En estos tiempos de incertidumbre las iglesias locales se están encomendando a la tecnología para mantener su ritmo litúrgico. Sin embargo, también es cierto que para algunos este parón obligado representará un respiro: se da la paradoja entre algunos evangélicos que el domingo puede llegar a ser el día más estresante de la semana. ¿Podrán estos disponer al fin de un día de reposo para dedicarlo al Señor con la suspensión de las reuniones dominicales? Por estos motivos, hemos de poner en valor algunas oportunidades que la actual situación ofrece a las iglesias evangélicas de España.

En primer lugar, existe la oportunidad de dar un salto tecnológico y de cooperación. Uno de los grandes retos es que como pueblo evangélico reflexionemos y nos eduquemos sobre la mayordomía de la tecnología. Más concretamente, un uso desde la integridad de las redes sociales, con excelencia, que glorifique a nuestro Dios en todo momento. Ni que decir tiene que el Smartphone puede resultar ese caballo de Troya que se adentra hasta el alma para sacar lo más perverso de nosotros mismos. Sin embargo, es evidente que esta tecnología tiene sus ventajas y puede ser utilizada con un propósito noble y vivimos un momento crucial en ese sentido. 

Por ello, más allá de los útiles manuales que serán necesarios en muchas iglesias, como el publicado por la coordinadora de las Asambleas de Hermanos y del cual se ha hecho eco Protestante Digital, las iglesias en general deberíamos trabajar en dos líneas que son necesarias: La primera es trabajar en red. Será mucho más enriquecedor que diferentes iglesias puedan aunar recursos y capacidades técnicas para poder ofrecer una reunión en streaming que pueda ser abierta a diferentes comunidades cristianas, incluso incorporando aquellas que no se puedan permitir organizar este tipo de evento online. Una muestra de unidad en medio de la adversidad, una manera de unirnos cuándo se nos pide que nos separemos. 

La segunda reflexión es poner en valor todo el capital joven de las iglesias que se puede incorporar a esta tarea. Partiendo de la base que un evento online debe ser tan excelente como uno analógico (por llamar así al culto habitual), también es cierto que el canal no es el mismo y el mensaje se debe adaptar al medio por el cual se transmite para que llegue con la misma potencia. Son los jóvenes habituados al lenguaje visual de las redes sociales que podrán aportar buenas ideas de cómo realizar estos cultos online para que sean lo más atractivos para la gloria del Señor. 

Aquí es también dónde entran en juego todos aquellos hermanos y hermanas que trabajan desde el ámbito más técnico de nuestras reuniones, aquellos que están justo en el lugar contrario del foco y del micro, aquellos que pocas veces los verás en un púlpito son los que deben ser reconocidos. Es por su servicio y sus conocimientos técnicos que se puede plantear la posibilidad de realizar un evento online y es de justicia que se reconozca.

Un culto para todos 

Finalmente, tenemos la oportunidad de trabajar en una reunión online de alabanza a Dios pensada para toda la familia, para todas las franjas de edad que conviden en la iglesia. Solemos tener programas infantiles, juveniles y de adultos que se desarrollan en paralelo, no obstante, esta es una oportunidad para entender que será toda la familia la que esté conectada con el resto de la comunidad desde su casa, desde su propia pantalla, y debe ser un espacio que les incorpore a todos. 

Así pues, tenemos muchas oportunidades y debemos animarnos a aprovechar este reposo forzado trabajando en red, aprovechando los recursos jóvenes, poniendo en valor las capacidades técnicas en nuestras iglesias y pensando el culto para toda la familia. Esta nueva realidad debe servirnos para glorificar al Señor de nuevas maneras, con nuevas ideas, pero con la misma excelencia de siempre. Y además, para reposar.