Ante esto, ante las posibles vísperas de la apertura de un proceso de paz, los creyentes no podemos estar ajenos a ello. Los cristianos deberíamos ser los mayores defensores de una cultura de paz.
Sería un error de la iglesia desentenderse de este proceso o, simplemente, posicionarse en alguna de las radicalidades de los grandes partidos políticos, sea el PSOE en el poder o el PP en la oposición. Yo creo que a los cristianos nos queda la tarea de hacer una política de paz que no tiene por qué posicionarse, de forma necesaria, en ninguna política de partido. Las vísperas de un posible pronunciamiento de la banda ETA, debería ser suficiente incentivo para que la Iglesia Evangélica en España se pusiera a orar y a ver posibles estrategias para favorecer una cultura de paz en España.
Hoy hay en nuestro país un clima favorable para que en Euskadi se pueda dar un proceso de normalización sin traumas. Es verdad que hay un gran problema: la falta de entendimiento entre el PSOE y el PP en cuanto a la orientación de este posible proceso de paz. Por otra parte, están las víctimas del terrorismo que, creo que de forma razonable desde sus sufrimientos, rechazan la
paz por presos y exigen el cumplimiento total de las penas de los terroristas. No entienden aquí ningún tipo de generosidad. Yo, en su lugar, probablemente pensaría igual.
No obstante,
los cristianos debemos ser favorecedores de una cultura de paz, en Euskadi, en España y en el mundo. No pueden ser solamente los sindicatos, los empresarios y los diferentes colectivos vascos los que estén arropando esta posible tregua, este posible proceso de paz, esta posible normalización de Euskadi, este posible fin de la banda terrorista ETA. Los cristianos debemos estar concienciados, movilizados y dispuestos a defender un proceso de paz. Luego podrá haber inconvenientes políticos, en la línea de la política de partido para unos o para otros. Puede ser que las víctimas del terrorismo sólo puedan entender este proceso desde el cumplimiento total de las penas y desde el convencimiento de no intercambiar paz por presos.
Puede ser que muchos sólo vean el fin del proceso de paz a través de las intervenciones policiales y las condenas de los jueces. Puede haber otros que no pueden perdonar y sólo tengan deseos del ojo por ojo y diente por diente. Pero hay campanadas de paz a las que los cristianos no pueden cerrar sus oídos. Somos también responsables de las líneas de paz que se puedan ir marcando.
La responsabilidad de los partidos políticos, de la Iglesia y de todos los sectores sociales, va a ser enorme una vez que ETA dé su comunicado, si lo da.
Después del pronunciamiento de la banda, nadie va a ser neutral. Todos nos tendremos que implicar creando caminos de paz. Sabemos que el tratamiento que se dé al caso de los presos va a ser vital. Estoy seguro que no van a haber excarcelamientos masivos, no se puede dar una amnistía que ni la permite la Constitución ni la sensibilidad social. Pero este va a ser un punto central.
Yo creo que para un buen encuadre de esta problemática nos puede ayudar el saber que es cierto que ahí están las víctimas de ETA y sus familiares. Ellos piden verdad, memoria y justicia. Nadie se lo puede negar. Pero además de las víctimas de nuestro pasado reciente, deberíamos tener en cuenta el hecho de tres años en que ETA ya no mata. Ahí se han liberado posibles víctimas entre las que podíamos haber estado tú o yo. También, las víctimas que no se van a producir en los próximos años... y esperemos que nunca más. Esto también debe contar en el balance.
Existen las víctimas del pasado reciente y los que han tenido la suerte de no caer debido a nuevas políticas... y eso cuenta. Son las personas que podrían haber sido víctimas y que no han sido. Los que ya no van a morir, los que no han muerto... y esos también deben contar en el balance.
Yo sé que para las víctimas del terrorismo esta visión debe ser un poco ridícula. Para ellos sólo cuentan los que se han ido, los muertos, los mutilados y heridos. Las lágrimas y la sangre derramada. Pero dejadme mirar hacia el futuro y pensar que hay vidas soñando y riendo porque ETA ya no mata.
Para mí esto cuenta en el balance y me ayuda a estar de acuerdo con este principio del fin de la violencia, con este posible inicio de un proceso de paz... sin olvidar a las víctimas que ya lo han sido, pero con una mirada de esperanza en el futuro, en la alegría de los que viven y podrían haber muerto.
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