La palabra ‘mucho’ es bien indicativa de la abundancia que contiene lo que aparentemente es carente, pues no sólo hay lo justo sino que hay excedente.
La tendencia a menospreciar lo pequeño está bien marcada en la naturaleza humana, que siempre busca lo grandioso e imponente, si bien, tantas veces, detrás de lo que es impresionante puede estar escondida la decepción, al constatarse, a la postre, que tal magnitud no era sino apariencia pasajera. Pero es evidente que la seducción que ejerce lo magnífico es muy poderosa, porque el gusto por lo deslumbrante es lo más fácil de seguir, al llevar aparejada la comodidad de tener a mano lo más deseable. En cambio, lo pequeño está asociado con lo escaso, lo pobre, lo insignificante y lo que no tiene ninguna importancia ni trascendencia, todo lo cual va unido a lo penoso e ingrato. La conclusión a la que se llega es que al poner en la balanza lo grande y lo pequeño, no cabe duda en cuanto a qué escoger y qué desechar.
Por esa conclusión y en materia de recursos económicos se deduce que lo exiguo es despreciable, no teniendo ninguna posibilidad de abrirse paso ni de proporcionar provisión presente y mucho menos esperanzas de futuro. De este modo se huye, como de la peste, de todo lo que tenga que ver con lo menguado en cuanto a medios económicos.
Pero hay un tweet de Dios que va en la dirección contraria y es el que dice: ‘En el barbecho de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio.’ (Proverbios 13:23).
En primer lugar hay que constatar el realismo del tweet, al mencionar el barbecho de los pobres, es decir, el terreno de labor que personas de clase social humilde tienen. Naturalmente, la extensión de ese terreno es minúscula, por eso es la propiedad de gente pobre. Nada tiene que ver con las grandes extensiones de los ricos terratenientes, ante cuyo panorama la vista se pierde, porque no alcanza a vislumbrar sus límites. En cambio, el barbecho de los pobres es bien identificable y fácilmente medible, siendo captada toda su superficie en un solo golpe de vista. La sugerencia inmediata ante tal perspectiva sería que eso no vale para nada y no merece la pena gastar ningún esfuerzo en lo que nada o casi nada producirá. Pero lejos de razonar de esa manera, este tweet enseña que en realidad hay mucho pan potencialmente alojado en el insignificante recurso.
Si se trabaja con tesón, si se administra con sabiduría, ese campo tiene posibilidades y va a producir el alimento necesario para vivir. La palabra ‘mucho’ es bien indicativa de la abundancia que contiene lo que aparentemente es carente, pues no sólo hay lo justo sino que hay excedente. Así pues, lo poco da mucho, siempre y cuando haya esfuerzo, ingenio y cordura.
El problema que se presenta con el reducido campo no reside en la falta del campo sino en la falta de quienes son dueños del campo. La falta de juicio por parte de ellos se puede mostrar en una mentalidad que no sabe apreciar lo que se tiene y que anula totalmente cualquier iniciativa de antemano, condenando de esa manera al pequeño campo a la esterilidad. En lugar de centrar los esfuerzos en lo que se tiene, se está anhelando siempre lo que no se tiene o lo que otros tienen, dejando así pasar el tiempo y las oportunidades de hacer lo que hay que hacer. La falta de juicio puede consistir también en no saber usar apropiadamente los recursos que se poseen, queriendo fantasiosamente imitar lo que otros hacen, sin darse cuenta de las diferencias existentes.
Pero la verdad que transmite este tweet de Dios va mucho más allá del mero aspecto de la economía, pudiéndose aplicar a otros ámbitos de la existencia humana. Hay facultades y dones naturales con los cuales hemos sido investidos, los cuales, si se ejercitan, disciplinan y encauzan debidamente, incluso a pesar de dificultades que puedan presentarse, tienen la capacidad de desarrollarse y llegar lejos. Lo mismo ocurre en el terreno espiritual, en el que si nos quedamos envidiando lo que otros logran y nos consideramos miserables, invalidaremos el potencial que Dios nos ha dado; pero si ponemos en marcha lo que tenemos, aunque sea pequeño, rendirá abundante fruto.
Dios le preguntó a Moisés: ‘¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.’ (Éxodo 4:2) Una vara no es gran cosa; en realidad no es nada más que un palo. ¡Qué recurso más ridículo! Pero con esa insignificancia, Moisés convirtió el agua del Nilo en sangre, el polvo de la tierra en piojos, produjo fuego y granizo, trajo la langosta y abrió el Mar Rojo para que pasara Israel en seco. Aquella trivial vara, escondía, en Dios, un potencial insospechado, siendo una vara de mando, una vara de autoridad.
No menosprecies lo que piensas que son escasos recursos que Dios te ha dado, porque en el barbecho de los pobres hay mucho pan.
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