Es por eso que, si yo tuviera que hacer la promoción del Congreso, la haría de diferente manera a las líneas que se están marcando con los artículos de promoción publicados en diferentes medios. Con esto no queremos decir que hagamos una crítica fácil de los encargados de promocionar oficialmente el Congreso. No es esa la idea, y lo que escribimos lo hacemos desde el respeto y, si hubiera crítica, sería, lógicamente, constructiva y que suma.
Nosotros echamos de menos que en los artículos de promoción del Congreso no se aproveche la ocasión para lanzar un reto al pueblo evangélico madrileño buscando el compromiso sociopolítico de los cristianos, un reto que nos interpele a la vivencia de un cristianismo comprometido. Un reto que ponga en el centro de la vivencia de la espiritualidad cristiana un compromiso radical con los débiles, pues en las temáticas del congreso se enmarca toda la misión diacónica de la Iglesia, aunque pueda tener otros flecos diferentes. Pero, quizás, es que nosotros, desde Misión Urbana, sentimos más en carne viva la situación social de los débiles del mundo, los desequilibrios y las desigualdades que afectan tanto a España, como a su Cuarto Mundo Urbano, como al ochenta por ciento de la humanidad. Y pensamos que estas líneas de compromiso se deberían estar ya marcando desde los artículos de promoción, y motivar a la asistencia, no solamente diciendo que no se excluye a nadie, o que vamos a mostrar un mejor rostro ante las instituciones y autoridades laicas, pues esto se tiene que dar simplemente por entendido. ¡Cómo se podría entender que en Madrid, una denominación o un grupo evangélico iba a quedar excluido de este Primer Congreso Protestante! Pensamos que estas reflexiones de no exclusión de denominaciones u otras similares, son líneas secundarias, y que se debería insistir más en la importancia del reto de las temáticas sociales en busca del compromiso cristiano. Y esto lo decimos por simple convicción y con deseos de ayuda sin querer poner en evidencia el trabajo de nadie.
Nos parece que ya la propia promoción del Congreso podría ser un foro donde mostrar que desde la conversión, desde el nuevo nacimiento, se puede o se debe pasar al compromiso socio-político que nos demandan los débiles del mundo, animándonos a participar en movimientos sociales, entidades evangélicas que hagan trabajo social, ONGs cristianas que nos van a lanzar a la concienciación espiritual y ética de que debemos ser manos tendidas hacia los más débiles y voces de concienciación y denuncia. Esto, necesariamente, va a tener siempre implicaciones políticas.
Nos parece también que el Congreso se podría promocionar ya como una forma de pasar desde las acciones sociales denominacionales o de los compromisos y la praxis de las Asociaciones, Entidades u ONGs evangélicas, a una praxis y a una acción comunitaria en donde se implique todo el pueblo evangélico de Madrid, tomando conciencia de la necesidad de la misión diacónica de la iglesia local, entendiendo por iglesia local a todo el conjunto de evangélicos de Madrid en el ámbito interdenominacional. El Congreso debería promocionarse como un reto de integración de las iniciativas particulares de las iglesias o de las denominaciones, de la denuncia y de la participación sociopolítica de individuos u otras entidades, a una forma más conjunta de trabajo, más comunitaria y necesaria para la acción sociopolítica y las demandas morales y éticas de nuestra sociedad.
Se podría aprovechar la promoción del Congreso como parte de las dinámicas necesarias de promoción del compromiso social cristiano, mostrando la urgente necesidad de transformaciones sociales profundas. Se podría ir fundamentando la oportunidad del Congreso en la necesidad de preparar a los cristianos para una labor de liberación integral de las personas, que implica también, de forma necesaria, la salvación de estas personas en su aquí y su ahora, de prepararlos para mostrar nuevos valores que son contracultura con los valores consumistas y, para ello, cualquier tipo de mediación es buena y necesaria, sean mediaciones desde la propia iglesia, desde los movimientos sociales, desde los movimientos políticos o fuerzas económicas.
Se podría promocionar trabajando también desde las ópticas culturales, con el análisis de nuevas preguntas como las que nos animaran a pensar en el modelo social que queremos para nuestros entornos y para nuestro mundo. Promocionar preguntando si estamos encarnando las utopías del Reino de Dios en nuestras vidas y en nuestras iglesias. Preguntando cuáles son los temas éticos y morales que se deben mover dentro de las acciones políticas, o también desde qué valores morales, éticos y cristianos debemos analizar nuestro mundo. Preguntarnos también desde qué perspectivas actuamos en nuestra evangelización o en nuestra acción social o en la carencia de ella, si nos movemos desde la perspectiva de los ricos e integrados en el sistema de cosas de este mundo, o desde las perspectivas de Jesús, que se puso del lado de los marginados, débiles y proscritos del mundo, para desde allí analizar, de manera crítica, toda la sociedad, la cultura, la economía y la política del momento, siempre en solidaridad con los desclasados y excluidos del sistema sociopolítico y económico que rinde culto al dios Mammón.
Se nos debería retar, en la promoción pre-congreso, a acercarnos a éste para analizar cuáles son nuestras prioridades y estilos de vida y qué voluntad de compromiso, ayuda y voluntad sociopolítica tenemos de cambiar el mundo con la irrupción de nuevos valores encarnados en la misión de la iglesia y en la vida de los cristianos. Pues el amor cristiano que nos enseñó Jesús, su concepto de projimidad, comienza con dar compañía y todo tipo de asistencialismo a los más débiles, y termina centrándose en líneas solidarias de denuncia de las estructuras injustas y la acción sociopolítica contra todo tipo de exclusión. Y
creemos que desde estos postulados se debería estar promocionando un Congreso con el tema de la Iglesia y la Sociedad, tema que podría y debería animarnos a asumir nuestra misión que, en estos temas, debe ser necesariamente diacónica y sociopolítica.
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