Tenemos que responder con gratitud tanto con palabras como con acciones. Tenemos que deleitarnos en la comida, lo cual expresa amor a Dios.
“Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido.” (Juan 6:11-12)
Imagínate la escena. Retrocedamos 2000 años atrás, donde un rabino judío controvertido se está haciendo cada vez más famoso. Te suena este rabino, ya sea de oídas o por rumores que te han llegado, y ahora tienes la oportunidad de verle en persona. Él y sus discípulos van en dirección a la montaña que hay por aquí cerca. Decides seguirlos. No estás solo, hay mucha más gente con la misma intención. Y ahora te encuentras sentado en los verdes prados del valle, junto a una multitud de miles de personas. Y aún mejor: estás comiendo, aunque tan solo pan con pescado. No sabes cómo, pero de alguna manera la gente de tu alrededor también tiene comida. Los demás dicen que es un milagro, que esta comida es maná del cielo y que ese rabino no es uno cualquiera. Otros en cambio no están seguros de nada. A medida que va oscureciendo y la gente empieza a marcharse, te das cuenta de que algunos de sus discípulos deambulan por la zona, recogiendo algunas de las pocas sobras de pan y pescado.
Juan 6:1-15 es uno de los pasajes que describe cómo Jesús alimentó milagrosamente a una gran multitud. La narrativa es tan importante que se incluyó en los cuatro evangelios, y es uno de los muchos pasajes bíblicos que nos ha retado e inspirado para realizar este artículo sobre la comida, las relaciones y el medio ambiente.
Compartir los alimentos
Jesús nos da un maravilloso ejemplo cuando pensamos en los alimentos. Proporcionó comida suficiente para las miles de personas que se encontraban allí. En otro momento de provisión milagrosa de alimentos, Jesús dijo: “Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer.” (Mateo 15:32). La compasión de Jesús no fue solo un sentimiento, sino que pasó a la acción y proporcionó comida a todas esas personas. Primera lección para nosotros: si queremos ser como Jesús, tenemos que asegurarnos de que todo el mundo tiene comida suficiente.
El derroche de alimentos es un problema de justicia social. Hay personas sin comida suficiente en todas partes, pero es aún más real cuando tenemos en cuenta las disparidades globales, pues la comida está repartida y distribuida de forma muy injusta. Unas 821 millones de personas en todo el mundo están desnutridas. Mientras que los pobres sufren las consecuencias de un entorno degradado por una agricultura intensiva (contaminación del agua, degradación del suelo, cambio climático), los ricos nunca se sienten satisfechos. Evitar derrochar comida en el hogar expresa compasión y solidaridad con aquellos que no tienen suficiente comida. En otras palabras, es una forma de expresar amor por el prójimo. La comida está hecha para compartirla: tal como Jesús, sus discípulos y la multitud compartieron comida en la montaña hace 2000 años.
Dar gracias por la comida
Jesús dio gracias cuando multiplicó la comida. Este es un paso importante que Jesús estableció. De hecho, en los evangelios Jesús da gracias 11 veces en total. Pero la gratitud no solo se expresa con palabras, también se expresa con acciones. Jesús enseñó a sus discípulos a recoger las sobras. Al hacerlo, también mostraban agradecimiento: a Jesús por la multiplicación y a Dios por crear comida que sustenta la vida. Segunda lección para nosotros: si queremos ser como Jesús, tenemos que responder con gratitud tanto con palabras como con acciones. Tenemos que deleitarnos en la comida, lo cual expresa amor a Dios. Así lo hicieron Jesús, sus discípulos y la multitud en la montaña hace 2000 años.
Actitudes en la actualidad
Hoy en día, la comida en general se ve como un producto asequible en países como el nuestro, y no hay ningún otro ejemplo que lo demuestre de forma más clara que la cantidad de comida que se derrocha. Influenciados por la publicidad y el consumismo de nuestra sociedad, compramos y disponemos de comida sin pensarlo bien. De forma colectiva, no respetamos o reconocemos nuestra pertenencia a la creación de Dios. Nos comportamos como si el suelo, las plantas y los animales solo existieran para nuestra conveniencia, para ser explotados y para alimentar nuestra codicia. Sin embargo, este patrón de sistema alimenticio es insostenible. A medida que profundizamos en nuestro trabajo de investigación, las formas modernas de comer (las cuales se caracterizan por falta de gratitud y de sensibilidad) destruyen el medio ambiente sobre el que nos apoyamos todos.
¿Cómo podemos cambiar? En primer lugar y lo que es más importante: necesitamos cambiar nuestra actitud. Tenemos que aprender las lecciones que Dios da sobre ética alimenticia. En primer lugar, tenemos que deleitarnos en la comida porque eso nos anima a sentirnos agradecidos por la creación de Dios. Todas las personas y animales son dependientes de la creación para obtener comida que les sustente. Es un ecosistema integrado en el cual cada persona es solo un miembro. En segundo lugar, necesitamos aprender a compartir comida con personas de nuestro alrededor, experimentar la alegría de comer juntos y con aquellos que no tienen suficiente comida, en nuestro país y en todo el mundo.
Una actitud diferente nos llevará a tener acciones diferentes. Reducir el derroche en la comida es uno de los cambios en el estilo de vida más importantes y accesibles que todos podemos hacer. El Project Drawdown hizo 100 sugerencias para combatir el cambio climático, y reducir el derroche en la comida se posicionó en el tercer lugar. Así pues, dedica tiempo a leer Juan 6:1-15 y reflexiona sobre la enseñanza de Jesús para tu vida. Y entonces ponlo en práctica. Considera sugerencias sencillas como comprar menos comida, planear platos con antelación y guardar las sobras para comerlas más tarde. La enseñanza de Jesús es más importante ahora que nunca: “no derroches nada”.
Andrew Phillips participa en el programa de graduados SAGE del Jubilee Centre. Se graduó de la Universidad de Oxford, donde cursó el grado de Lenguas clásicas y hebreo bíblico.
Este artículo se publicó por primera vez en el Jubilee Centre y se le ha concedido permiso para publicarse de nuevo.
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