La expresión de Keats que ha escogido Faithfull para hablar de la “capacidad negativa” recuerda al lenguaje del apóstol Pablo en Romanos 7, cuando reconoce que “no hace el bien que quiere, sino el mal que no quiere”.
Si es cierto “que la vejez no es una batalla, es una masacre” –como dice un personaje de Philip Roth en su libro inspirado por un devocional puritano–, más sorprendente aún es que algunos sobrevivan. Si hay alguien que ha conocido “el lado salvaje de la vida”, esa es Marianne Faithfull. Ella ha experimentado el sexo, las drogas y el rock con una intensidad tal, que la mayoría apenas se puede decir que probó algo en su juventud. Aunque su lenguaje resulte ofensivo para muchos, para mí tiene la honestidad brutal de quien conoce su “capacidad negativa”. A sus 72 años, la musa de los Rolling Stones ha escogida esta expresión de una carta del poeta romántico Keats, para hacer en París con Nick Cave y su banda lo que será probablemente su último disco, pero también uno de los testimonios más emocionantes y conmovedores de cómo esa “capacidad negativa” puede arruinar nuestra vida.
Marianne viene de una familia refugiada de guerra en Londres con un oscuro título aristocrático austrohúngaro, al ser su madre –la baronesa Erisso– nieta del inspirador del término masoquismo, Leopold von Sacher-Masoch, autor de la novela La Venus de las pieles (1870) –llevada recientemente al cine por Polanski–. La abuela era una bailarina judía que había hecho teatro con Bertolt Brecht y Kurt Weill. El nombre de Faithfull viene del matrimonio de su madre con un comandante del servicio de inteligencia británico de origen galés, que era profesor de literatura italiana en la universidad de Londres, donde ella nace en 1946, aunque pronto va a vivir a una comuna con su padre en el condado de Oxford.
Sus padres se divorcian cuando ella tenía 6 años. Al principio se queda con su madre en Reading, pero a causa de sus problemas económicos, va becada a un colegio interna durante la semana en un convento de monjas. Siendo todavía adolescente, empieza a hacer teatro y canta en clubs de folk. En 1964 conoce a un artista llamado John Dunbar en la universidad de Cambridge. Se queda embarazada y se casan al año siguiente. Con él, tuvo su único hijo. Poco después le dejó para irse a vivir con los Stones. Aunque se la relaciona particularmente con Mick Jagger, ella estuvo también con Brian Jones y Keith Richards. A ellos les debe su éxito con la canción As Tears Go By –que recrea maravillosamente en su último disco–, pero ellos le deben a ella también la inspiración para algunas de sus mejores canciones.
En el 66 vivía ya con Brian Jones en su camino de autodestrucción, junto a la ya fallecida Anita Pallenberg. Las dos están tan unidas a los Stones, que la compañía del grupo paga durante mucho tiempo las facturas de mantenimiento de sus apartamentos, como si fueran parte de la banda. En ella estaba incluido también entonces el manager y productor Andrew Oldham, que conoce Marianne a la vez que a su marido y firma también la canción que le hizo famosa. El mundo de los Stones siempre ha sido algo endogámico. Compartían todo. No es casualidad que estén todavía juntos y en activo.
MUSA DE LOS STONES
Aquellos años que yo también vivía en Londres, la capital británica fue el centro de la cultura y la moda juvenil. Ella dice que no puede separar el sexo de la droga durante esa época. Al principio sólo fumaban marihuana, pero en 1967 dice en un programa de la BBC que “las drogas son la puerta de la percepción” y “algo como el LSD es tan importante como el cristianismo”. La redada que hizo ese año la policía en busca de droga en casa de Richards es la más famosa de los 60. Faithfull es detenida desnuda, envuelta en una colcha de piel. El incidente “me destruyó”, recuerda. En el proceso se la describe como “una ninfómana drogadicta”. A causa de ello perdió la custodia de su hijo en 1970. Adicta ya a la cocaína, separada de Mick, intenta suicidarse. “No puedes siempre conseguir lo que quieres”, le canta Jagger en la canción que le dedicó en el disco de 1969, Deja que sangre. Ese verano apareció Brian Jones muerto en una piscina, probablemente a causa de una sobredosis.
Invitados por George Harrison, Mick y Marianne fueron el verano del 67 a Gales para conocer al gurú Maharishi. Los Beatles abrazaron su mensaje de amor y paz anunciando que dejaban el LSD. Mick solía llevarla a sitios que él consideraba sagrados como capillas o colinas solitarias. Al traducirse el libro del escritor ruso Mijail Bulgakov, El maestro y Margarita, Faithfull se lo regala a Jagger. La obra se comenzó a escribir en 1928, pero no se pudo publicar hasta los años 60 a causa de la censura, ya que presenta al diablo en el Moscú de los años 30 contando su versión de lo que pasó con Jesús y Pilato. Es una figura de Satanás simpática, que hace sus maldades como si fuera un juego infantil y caprichoso. Su lectura inspira a Mick a escribir El diablo es mi nombre, que dio lugar a la canción de los Stones, Simpatía por el diablo (1968). El diablo por el que tienen simpatía los Stones está inspirado en el personaje de Bulgakov, no en el de la Biblia, como muchos creen.
Otra canción que Jagger escribe con Marianne es Hermana morfina (1969). Su título ha sido siempre también causa de mucha confusión. Debido a su relación con la droga, muchos creen que es una alabanza a su utilización recreativa, pero la letra se refiere estrictamente a su uso paliativo para el dolor de un hombre que sufre un accidente de coche y está agonizante en el hospital. Aunque su autoría fue objeto de un pleito judicial, el resultado fue que Marianne era autora de la letra a la que puso Jagger música. No sólo fue censurada en España, sino también en Gran Bretaña, donde fue retirado el disco. Ella lo grabó al año siguiente con las guitarras de Jagger y Ry Cooder. Lo recupera en su álbum del 79 y aparece también en dos discos de conciertos.
CONOCIDOS PELIGROSOS
A principios de los 70 Marianne vive en el sórdido barrio del Soho, adicta a la heroína y sufriendo una anorexia nerviosa. La droga y la laringitis cambian su voz, que no sólo baja de tono, sino que queda rota para siempre. Comparte casa con Henrietta Moraes –modelo de artistas como Lucien Freud o Francis Bacon– hasta hacerse “okupa” con la llegada del punk en 1976. Vive entonces con Ben Brierly de los Vibrators en una casa sin agua caliente, ni electricidad del barrio de Chelsea. Se casará con él en 1979, el año que es arrestada por posesión de marihuana en Noruega y relanza su carrera con el disco Broken English. La canción que da título al álbum está dedicada a la terrorista alemana de la Facción del Ejército Rojo, Ulrike Meinhof. El corte que lleva el título Por qué lo hiciste, famoso por su lenguaje obsceno, es considerado por el biógrafo de los Stones, Stephen Davis, “la canción más directamente penetrante sobre la infidelidad jamás escrita”. La pensadora feminista Camille Paglia reivindica el álbum como “una de las obras de arte más importantes producidas jamás por una mujer”.
En los 80 Marianne vive en Nueva York. Allí graba su disco Conocidos peligrosos, una clara referencia a la droga, ya que sigue luchando contra la adicción. Bajo sus efectos se rompe la mandíbula al caerse por unas escaleras, tiene una parada de corazón y una actuación desastrosa en el popular programa de televisión Saturday Night Live. En 1985 entra en una clínica en Minnesota para seguir un tratamiento de rehabilitación, que continua en un hospital de Belmont. Viviendo en un hotel cerca de Cambridge empieza una relación –estando todavía casada con Brierly– con un enfermo mental y drogadicto, que acaba tirándose catorce pisos abajp desde la ventana del apartamento que compartían. Le dedica el disco Tiempo extraño y escribe una canción sobre su muerte en el álbum Una vida secreta.
En los 90 Marianne se ha convertido ya en una artista de culto, que hace una música que va del jazz y el blues afroamericano al cabaré alemán de Kurt Weill de la época de la república de Weimar. Hace el papel incluso de Pirata Jenny en La Ópera de Los Tres Centavos en un teatro de Dublin. Faithfull tiene toda una carrera dramática, además de musical. Hacía Tres Hermanas de Chéjov en Londres con Glenda Jackson ya en 1967, cuando debutó también en el cine con Jean-Luc Godard. Ha hecho desde películas eróticas con Alain Delon a cine satanista con el discípulo de Aleister Crowley, Kenneth Anger. Lo mismo interpreta a Ofelia de Hamlet que una “trabajadora sexual” en la película Irina Palm. Igual hace de Dios en la televisión inglesa, que de diablo en una obra de Tom Waits y William Burroughs en teatros de Londres y San Francisco.
HONESTIDAD BRUTAL
Quien piense que la perdida de su voz ha mermado la capacidad dramática de su música tiene que escuchar el impresionante disco que grabó en directo en la catedral de St. Anne, en el barrio neoyorquino de Brooklyn en 1990, Seguir disparando (Blazing Away). Al dejar la heroína, volvió a aparecer con los Stones. Sus memorias en 1994 le llevaron a volver tener contacto con su padre. Y ahora vive sola en un bulevar parisino de Montparnasse con la salud bastante deteriorada. Se cayó y se rompió la espalda en 2013, el verano siguiente la cadera y su intervención trajo una infección en la prótesis. Se acaba de operar del hombro y la artritis que tiene en el brazo izquierdo le impide ahora poder escribir. Ha vuelto a fumar, pero ya no toma ni café. “Todo me duele”, dice.
Hace cuatro años logro hacer su vigésimo disco en estudio con la ayuda de Roger Waters de Pink Floyd y ese gran lector de la Biblia que es el australiano Nick Cave. Su amistad le ha ayudado en este tiempo de sufrimiento y luto, en el que ha perdido a personas que han significado tanto en su vida como Anita Pallenberg. El principal colaborador de Cave, Warren Ellis, se ha unido al productor de P. J. Harvey, Rob Ellis, para hacer con Marianne un disco como la obra póstuma de Johnny Cash (American Recordings) o ese tratado sobre la mortalidad de Kris Kristofferson que son las Cedar Creek Sessions –los dos artistas como Cave, que han profesado su fe cristiana, a pesar de las muchas contradicciones con que han luchado en una vida de adicción y continuos conflictos–. Su testimonio es de una honestidad brutal, comparado con el “buenismo” de tantos que se muestran ufanos de su gran corazón.
La expresión de Keats que ha escogido Faithfull para hablar de la “capacidad negativa” recuerda al lenguaje del apóstol Pablo en Romanos 7, cuando reconoce que “no hace el bien que quiere, sino el mal que no quiere”. Se da cuenta que “aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo (vv. 18-19). Fue el descubrimiento de Agustín, Lutero y tantos otros que han tenido el valor de confesar el mal que la Biblia llama pecado, el hecho de que “el mal está en mí” (v. 21). Estas personas no están lejos del corrupto publicano que no se atrevía acercarse a Dios en el templo, sino que se golpeaba el pecho, al darse cuenta de su miseria (Lucas 18:13). La sorpresa de la parábola de Jesús es que fue este el que volvió a su casa justificado, no el fariseo orgulloso de sí mismo, porque no era ladrón, injusto y adultero (v. 11). Es por eso que Dios dice que corruptos y rameras precederán a tantos orgullosos de sus valores y moralidad en el reino de los cielos (Mateo 21:31). Un poco más de humildad no nos vendría mal. Y esa brutal honestidad de Marianne Faithfull…
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