Es esencial que sigamos comunicando que la salud mental es una alta prioridad, y que trabajemos juntos para tratarla.
Hay un movimiento de salud mundial global que está creciendo en todo el mundo hoy;[1] y la iglesia mundial está comenzando a reconocer los problemas de salud mental, que son la principal causa de discapacidad en todo el mundo —más incapacitantes que afecciones como las enfermedades cardíacas, las apoplejías o la diabetes[2]— como una prioridad importante del ministerio.
Los problemas de salud mental generalmente son producto de una combinación de factores, que incluyen el entorno familiar, la biología, la personalidad, la espiritualidad y contextos comunitarios difíciles, entre ellos la pobreza y la violencia. Cada vez más, los impactos de sucesos traumáticos como abuso infantil, violencia interpersonal o desastres naturales están siendo reconocidos como causas importantes de los problemas de salud mental.
RAÍCES ESCRITURALES
A menudo pensamos solo en el asesoramiento individual como el mejor enfoque para tratar las necesidades. Sin embargo, cada vez más los enfoques basados en la comunidad están siendo identificados como esenciales para abordar la necesidad en un nivel mundial;[3] y las iglesias, como comunidades de fe donde las personas pueden encontrar seguridad y ayuda en tiempos de necesidad, pueden cumplir un papel clave.
El cuidado de la salud mental está arraigado en las escrituras:
El Grupo Temático Misión Integral del Foro para Evangelización Mundial 2004 del Movimiento de Lausana incluyó explícitamente a la salud mental como parte de la misión integral, señalando:
La misión integral es la misión dirigida hacia la satisfacción de las necesidades humanas básicas, que incluyen la necesidad de Dios, pero también la necesidad de alimento, amor, vivienda, ropa, salud física y mental [énfasis nuestro], y un sentido de dignidad humana.[4]
Para tratar este tema, el Movimiento creó un nuevo puesto, Asociado Principal en Cuidado y Asesoramiento como Misión, en 2009. En 2016, este enfoque fue definido más claramente como “Salud Mental Mundial y Trauma” (GMHT) con la Dra. Gladys Mwiti y el Dr. Bradford Smith, coautores de este artículo y psicólogos clínicos en Kenia y Estados Unidos respectivamente, como Catalizadores.
FALTA DE ATENCIÓN
La mejor forma de entender GMHT es como un tema que entrelaza varios temas en los que la iglesia mundial ya participa, como salud, discapacidades, niños en riesgo, refugiados, negocios, desarrollo comunitario y justicia social. Sin embargo, debido al estigma y la falta de consenso en la iglesia acerca de su definición y sus causas, la salud mental a menudo se diluye en el diálogo mundial cuando el foco se vuelve hacia las dimensiones más obvias de estos problemas.
La falta de atención a este tema importante, tanto por la iglesia como por la sociedad secular, ha dejado a miles de personas con problemas de salud mental estigmatizadas, juzgadas como espiritualmente deficientes y, a veces, en el caso de enfermedades mentales graves, encerradas y aun encadenadas en instituciones donde están expuestas a condiciones de vida precarias, abuso sexual y físico, y abandono.[5] Quienes sufren de problemas de salud mental tienen un cuidado de salud de menor calidad, derechos humanos menoscabados y una mayor mortalidad. Constituye una de los mayores campos de misión para la iglesia en todo el mundo.
NUEVAS ESTRATEGIAS DE TRATAMIENTO Y EL PAPEL DE LA IGLESIA
El problema de la salud mental mundial tiene que ver no solo con cuán frecuentes e incapacitantes pueden ser los trastornos de salud mental, sino también con la “brecha terapéutica”. A nivel mundial, menos del 50 por ciento de las personas que necesitan un tratamiento de salud mental lo reciben. La brecha trepa a más del 90 por ciento en los países de menos recursos del mundo.[6]
Para abordar esta inequidad, se han desarrollado nuevas estrategias. Abarcan un enfoque mucho más amplio, que incluye la educación, la promoción de la salud, la prevención y la “delegación de tareas” de los enfoques de tratamiento. La delegación de tareas es una estrategia que consiste en capacitar a personas que, por ejemplo, tal vez no tengan una educación de nivel de posgrado, para realizar tareas terapéuticas específicas bajo la supervisión de médicos clínicos más capacitados. Estos nuevos enfoques, que crean nuevas funciones para no profesionales que trabajan en la salud mental, abren una puerta para la participación estratégica de iglesias para ofrecer apoyo, educación y habilidades básicas para ayudar a las personas.
Investigaciones en EE.UU. muestran que a menudo los pastores son las primeras personas que llama una familia cuando hay una crisis de salud mental.[7] Pero los pastores a menudo son reacios a hablar acerca de la enfermedad mental desde el púlpito o sienten que no están preparados para hacerlo. El Dr. Ed Stetzer, Director Ejecutivo del Centro Billy Graham de Wheaton College, insta a los pastores a hablar abiertamente acerca de los problemas de salud mental, como lo haría alguien sobre cualquier otro problema de salud, y que eduquen a sus congregaciones. Stetzer ha acuñado la frase “los sermones ponen fin al estigma”.[8]
Hay retos adicionales. Por ejemplo, la falta de consenso respecto a la terminología adecuada —salud mental, salud emocional, salud conductual, plenitud cristiana— y respecto a la relación de la salud mental con causas espirituales, ha puesto trabas a los intentos de una mayor colaboración. Otro tema clave es el papel de la cultura y la crítica de que gran parte de la salud mental es entendida a través de la lente de supuestos occidentales.
A pesar de estos retos, parece ser cada vez mayor la creencia de que el impacto mundial de los problemas de salud mental es ahora demasiado grande como para que la iglesia lo ignore:
Mental Health Ministries[10] recomienda un programa de cinco pasos para crear congregaciones solidarias en el área de la salud mental:
LA NECESIDAD URGENTE DE RESPUESTA AL TRAUMA
Un tema prioritario en la salud mental mundial es proveer cuidado a quienes han experimentado sucesos traumáticos, que se están volviendo cada vez más frecuentes.[11] Un suceso traumático se define como aquel en el cual una persona o una comunidad experimenta o es testigo de una muerte o una amenaza de muerte, o una lesión grave propia o a otros.[12] Un trauma supera la capacidad de afrontar la situación. Ejemplos de experiencias traumáticas incluyen el abuso sexual, el maltrato físico, la exposición a la guerra, el terrorismo o la violencia política, secuestro o rapto, una enfermedad terminal en la familia, el desplazamiento forzado y la violencia interpersonal extrema.
La mayor parte del tiempo, y dependiendo de factores como la naturaleza del trauma, la resiliencia, las capacidades individuales para afrontar la situación, el apoyo social y los recursos espirituales, el trauma psicológico sana con el tiempo.[13] Sin embargo, para otros, el impacto del estrés traumático puede persistir a lo largo del tiempo y producir otros resultados negativos como depresión, enfermedad física y conflictos relacionales, haciendo que les resulte difícil afrontar la situación. Los síntomas graves del trastorno de estrés postraumático (TEPT) pueden ser debilitantes, y los sobrevivientes más afectados por el trauma desgastan a los familiares.[14]
Las exposiciones traumáticas pueden terminar produciendo TEPT, depresión, ansiedad y otras afecciones de salud mental, comportamiento arriesgado y trastornos físicos crónicos.[15] Además de factores estresantes para la salud mental, el estrés traumático aumenta la probabilidad de problemas sociales, como abuso de sustancias y merma en la productividad.[16] El abuso sexual, físico y psicológico generalmente suceden juntos, al igual que el abuso infantil y la exposición a la violencia doméstica.[17] Los efectos adversos sobre los sobrevivientes influyen en toda la personalidad, produciendo vergüenza, temor, culpa y baja autoestima.[18]
El trauma masivo repetido durante un período de tiempo causa una devastación individual, comunitaria y estructural que genera desconfianza, ira y traición entre personas e impide los esfuerzos de pacificación y reconciliación. La investigación indica que aun cuando la guerra se detenga, las actitudes interpersonales negativas a menudo permanecen y la violencia puede volver a aparecer.[19]
Un estudio de los tribunales gacaca de Ruanda, donde los testimonios de la verdad fueron usados como un medio de reconciliación y sanación luego del genocidio de 1994, indicó que, al contrario de lo que afirma la salud psicológica, decir la verdad raramente contribuye a la sanación de traumas porque no pone énfasis en los efectos del trauma.[20] La sanidad del trauma es un proceso complejo que debe ser manejado cuidadosamente para lograr los efectos de la pacificación posterior al conflicto.
TRAUMA PSICOLÓGICO: UNA PERSPECTIVA INTEGRADORA CRISTIANA
Los cristianos a menudo alternan su comprensión de la sanación del estrés traumático entre el extremo de esperar una liberación total de los efectos del trauma, en una punta del espectro, a dejar que el sobreviviente se ocupe de su sufrimiento indefinidamente. Un enfoque teológicamente equilibrado reconoce la realidad del trauma y el sufrimiento, pero luego abraza medios de sanación y vida únicos que permiten el crecimiento postraumático a lo largo del tiempo.
La capacidad de los heridos para encontrar paz y la rapidez de esta sanación depende de varios factores:
La capacidad del corazón humano para clamar sin reservas a Dios crea la oportunidad para una relación sanadora entre la humanidad herida y un Dios amoroso.[21] El lamento, según se describe en Salmos, modela los clamores profundos de un creyente a Dios en tiempos de desesperación.[22] Los lamentos con clamores crudos, sin refinar, que nos recuerdan que no tenemos que empaquetar nuestro dolor en manojos prolijos antes de pedir a Dios que dé sentido al desastre. Él se encuentra con nosotros allí, en nuestro dolor, y llora con nosotros.
Willow Creek Church, de Chicago, EE.UU., se ha asociado con cristianos en la República Democrática del Congo en una intervención denominada Congo Initiative (Iniciativa para Congo). Este país ha estado inmerso en una crisis que ha desestabilizado la economía y ha producido violencia de grupos armados contra civiles en la región oriental. Congo Initiative es una comunidad de líderes congoleños centrados en Cristo y colaboradores mundiales que se han unido para crear una sociedad congoleña sostenible mediante el empoderamiento de líderes y el desarrollo de iniciativas para la paz, la esperanza, la justicia y la sanación de traumas. Esta clase de colaboraciones multidisciplinarias y transnacionales pueden traer sanación y transformación a comunidades traumatizadas.
LA RESPUESTA DE LAS IGLESIAS
Dios, en su abundancia, ha colocado a iglesias de manera estratégica para suplir las necesidades de quienes tienen problemas de salud mental, incluyendo a los que sufren de las heridas de traumas.[23] Las iglesias, como comunidades de fe y sanación centradas en Cristo, pueden aportar los recursos de enseñanza bíblica, oración, comunión, hospitalidad y cuidado, asesoramiento y promoción de la justicia a fin de tratar las necesidades que quienes sufren de problemas de salud mental.
¿Qué pueden hacer las iglesias? Sin aumentar su presupuesto o su personal, las iglesias pueden:
Es esencial que sigamos comunicando que la salud mental es una alta prioridad, y que trabajemos juntos para tratarla. En palabras de la Organización Mundial de la Salud, “no hay salud sin salud mental”.[24] Abordar los temas de salud mental y el trauma podría ser una de las más urgentes y emergentes prioridades dentro de la misión integral de la iglesia mundial.
NOTAS
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
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