¿Quién eres?

 Jacques Tati dirigió y protagonizó la película Tráfico (1971) protagonizada, como en otras ocasiones, por Monsieur Hulot (el personaje creado por Tati) que, en uno de sus viajes se queda sin gasolina, así que recorre varios kilómetros andando por una autopista con una lata en la mano buscando una gasolinera… cuando de repente ve que en el otro arcén en sentido contrario, viene otro hombre con otra lata. Los dos se miran durante unos instantes en una imagen que intenta reflejar el absurdo de la vida.

Cuando vi la película recordé una historia impresionante (parece increíble, pero fue real), de dos soldados del ejército británico que, después de hacer unas maniobras en Londres, deciden usar su tiempo libre por la noche para ir a beber un poco. Parece que se les fue de las manos lo de la bebida, así que cuando intentaron volver al regimiento no podían encontrar el camino. Era una noche con una niebla muy espesa en la ciudad, con el agravante de que la bebida les había nublado los ojos de tal manera que decidieron pedirle ayuda a un hombre que se encontraron paseando por la calle. Desafortunadamente ese hombre es el mismo coronel en jefe del regimiento, aunque ellos no le reconocen por los efectos del alcohol. Uno de ellos le preguntó:

- Por favor, Usted sabe dónde estamos?

El Coronel al ver a dos de sus soldados en un estado tan lamentable, se cuadró en posición de firmes y les lanzó un grito a los dos:

- ¿Ustedes no saben quién soy yo?

Al escuchar esas palabras, el otro soldado le dijo a su compañero: “Huy hermano, que mal está el mundo. Nosotros no sabemos dónde estamos ¡Y éste no sabe quién es!”

La verdad, las dos historias nos muestran lo que está sucediendo en el día de hoy: muchos no saben quienes son ni dónde están. Viven en un desierto más o menos figurado en el que buscan un lugar a dónde ir, pero sin saber qué dirección tomar ni qué hacer. Hemos caído en el absurdo más absoluto, porque creímos que podríamos renunciar al único que puede llenar de significado nuestra vida: Dios. Al darle la espalda a Él, tiramos todos nuestros mapas de situación, perdimos por completo el rumbo y además nos perdimos a nosotros mismos, porque no es que no sepamos volver a casa; ¡Sin Dios ya no tenemos casa!

Decidimos en un acto de rebeldía fatal, que nos bastábamos por nosotros mismos, porque podemos pensar y hacer lo que queramos. Somos tan buenos como cualquiera, y ese cualquiera puede ser Dios mismo. Mientras tanto, Él, sigue hablando a nuestro corazón: “¿Quién puede ser igual a mí? Levanta los ojos al cielo y mira ¿por qué te quejas? ¿por qué dices: “El Señor no se da cuenta de mi situación; Dios no se interesa por mí?”... ¿Acaso no lo sabes?...Tan grande es su poder y su fuerza que ninguno de ellos falta”  (Isaías 40:26-28).

Busca el sentido en tu vida antes de que sea demasiado tarde. Acércate a Dios antes de que tu vida caiga en el absurdo definitivo. Su amor y su poder te harán saber quién eres… y a dónde vas.