Un análisis subraya que la iglesia guatemalteca crece numéricamente, pero no en calidad de vida.
Ha muerto Ríos Montt, el general que llegó al poder por un golpe de estado en Guatemala, conocido por su fe evangélica, pero también por las acusaciones de genocidio en la que es considerada una de las dictaduras más sangrientas de los años 80. Guatemala no es sólo el país con mayor porcentaje de evangélicos de toda América Latina, sino también con mayor presencia en la política. Sin embargo, tiene uno de los índices más altos de pobreza, desigualdad, violencia y corrupción.
El actual presidente de Guatemala, el antiguo actor Jimmy Morales, hizo una película sobre un pastor en crisis. Fe es el primer largo de ficción que ha realizado un joven documentalista llamado Alejo Crisóstomo. El director, al igual que la productora, es “medio guatemalteca, medio chilena”. La película presenta la crisis de un pastor evangélico.
Por una serie de circunstancias, ligadas a su círculo de amigos y a la familia de su esposa, Arturo Herrera es uno de esos pastores con cierta influencia en la clase alta guatemalteca. Es un hombre de fe muy dedicado, pero en su honestidad, siente que podría hacer más y se pregunta por qué Dios le ha encomendado la misión, que se ve llamado a hacer en la tierra.
Un día que le invitan a predicar en la cárcel de Ciudad de Guatemala, conoce a un pescador de Río Dulce llamado Beto, acusado del asesinato de una niña de trece años. El pastor interpreta el encuentro como un mensaje de Dios y una vez que el pescador sale de prisión, decide ayudarle dándole trabajo y alojamiento en su iglesia. Su familia y su congregación se vuelven en contra, a la vez que sus propias certezas se tambalean cuando se descubre que se ha cometido un crimen cerca de su iglesia.
MEGA-IGLESIAS
Aunque las cifras varían –como siempre–, desde el treinta hasta más del cincuenta por ciento de la población, no hay duda que Guatemala es el país latinoamericano con más evangélicos –por los menos, trece millones, según las estadísticas más conservadoras–. Según la Alianza Evangélica, existen veintisiete mil iglesias evangélicas, aunque algunas de ellas prefieran llamarse simplemente cristianas.
Estos días he tenido la oportunidad de visitar la primera mega-iglesia –conocida popularmente como la Frater–, donde he podido hablar con el pastor Jorge López, que fundo esta Fraternidad Cristiana en 1978 con tan sólo veintidós miembros, mientras que ahora reúne más de doce mil personas en un gigantesco auditorio. Es cierto que te choca el lujo de estas instalaciones, en una nación donde más del 56% de la población vive bajo el nivel de la pobreza, pero es sorprendente que todo esto se haya construido sin apoyo extranjero.
A ella asisten personas tan influyentes de la sociedad de Guatemala, como un juez del Tribunal Supremo –el propio presidente del último Tribunal Supremo Electoral fue un evangélico–. El edificio está, por cierto, rodeado de agentes de seguridad armados, como otros muchos sitios que he visto aquí. Las calles están llenas de soldados con metralletas, dispuestos a disparar. Se respira aquí un ambiente de inseguridad, ante el problema del crimen y violencia latente, durante ya tantos años. Hay distritos de la ciudad, donde ni siquiera la policía se atreve a entrar.
LA OTRA CARA DEL CRECIMIENTO
Según Israel Ortiz, director del Centro Esdras, “algunos pastores se jactan del crecimiento evangélico como una muestra del poder de Dios”, hasta el punto de que “se han atrevido a subrayar que Guatemala es la nueva Jerusalén de América”. Para él, “sin embargo, la realidad nos muestra que esta presencia no ha impactado las estructuras sociales, económicas, culturales y políticas de la sociedad”. Ya que “el factor numérico no asegura una presencia cualitativa en la sociedad”.
De hecho, para el teólogo guatemalteco, “el factor numérico, lejos de ser una clave para el cambio, puede convertirse en un refugio para la religiosidad sin compromiso y la ausencia de una acción responsable en el mundo”. La obsesión evangélica por los números va acompañada de un “evangelio de prosperidad”, como el que proclama Cash Luna, el pastor de la Casa de Dios, que ha superado ya a la Frater –donde se convirtió–, con dieciséis mil miembros y veinticinco emisoras en todo el país.
El análisis del SEPAL (Servicio Evangelizador para América Latina) sobre “El estado de la Iglesia Evangélica en Guatemala”, subraya que la Iglesia crece numéricamente, pero no en calidad de vida. Al cineasta y docente guatemalteco –radicado en Costa Rica–, Alejo Crisóstomo, le intrigaba mucho la fuerza con la que ha crecido la religión evangélica y quiso conocerla. En el país donde vive, se ha publicado también un libro sobre “El crecimiento y la deserción en la iglesia evangélica costarricense”. Ambos estudios explican el problema por una falta de discipulado.
MÁS ALLÁ DE LOS PREJUICIOS
El director de “Fe” tenía “ganas de que el protagonista fuera un pastor evangélico, un padre de familia con el que pudiera recorrer este viaje en el que juzgamos constantemente a base de prejuicios; que a veces son incluso más fuertes que la fe”. Él ha querido hacer una película sobre “el poder de los prejuicios en las relaciones humanas”, pero también acerca de “los pilares sobre los que se construyen la fe y la verdad”.
Se trata de un proyecto al que ha dedicado los cinco últimos años de su vida desde que debutara cinematográficamente con dos cortometrajes y un documental sobre una Guatemala pluricultural y multiétnica. Mientras, ha participado también en el proyecto internacional sobre “La vida en un día” de 2011.
Crisóstomo dice que comparte sus conflictos con varios de sus personajes, pero especialmente con el pastor: “tiene los conflictos y dudas que tengo; sobre la vocación, sobre la razón por la que estamos en esta tierra; la inocencia de querer hacer lo correcto y el peso de una sociedad que exige una perspectiva que no compartimos”.
NUESTRO LUGAR EN EL MUNDO
El protagonista de la película Fe se pregunta cuál es su lugar en un mundo dominado por la violencia y los prejuicios. Tras analizar la presencia de los evangélicos en la política de Guatemala, Israel Ortiz concluye: “salvo honrosas excepciones, la mayoría ha pasado sin pena ni gloria”. Hasta “quienes han tenido la oportunidad de impulsar cambios sustanciales poco han logrado”. ¿Cómo es esto posible?
La explicación para el director del Centro Esdras es que “los evangélicos no hemos sido sal y luz del mundo como demanda la Palabra” (Mateo 5:13-16). La realidad es que “muchos cristianos no sólo no se diferencian del resto de la sociedad, sino han sido atrapados por ideas, conductas y estilos de vida del sistema imperante”. Por lo que nos “resulta difícil vivir según los valores éticos del reino de Dios”.
No podemos dudar que el Espíritu Santo está impulsando un avivamiento en países como Guatemala. La pregunta que se hacen hombres como Ortiz, es si esta experiencia está en consonancia con el Evangelio. O sea, si está produciendo cambios sustanciales en la vida personal y comunitaria, tal y como ocurrió en las iglesias de Jerusalén, Antioquia o Tesalónica, que vemos en Hechos de los Apóstoles. Puesto que “un avivamiento debe mostrarse por medio de cambios en la forma de pensar y vivir de los conversos y su entorno”, dice el teólogo guatemalteco.
EL PODER DEL EVANGELIO
La conclusión no puede ser más evidente: “Si no vemos mayor impacto en nuestras naciones, debemos preguntarnos, si los creyentes experimentan una auténtica conversión o sólo una experiencia religiosa”. Jesús no se fió de las multitudes que le seguían y decía creer en Él (Juan 2:24). Más bien, les confrontó abiertamente, incluyendo a los doce (6:60-67). ¿Qué debemos hacer, entonces?
Proclamar ese Evangelio, que es poder de Dios para salvar y transformar vidas. La conversión de Zaqueo (Lucas 19:1-10) muestra el poder transformador del Evangelio. Su encuentro con Jesús cambió su vida. No sólo entendió que la justicia del Reino demandaba una restitución, sino que la gracia de Dios en Cristo Jesús hizo que distribuyera parte de sus bienes a aquellos que había defraudado.
Esa es la justicia mayor, que decía Jesús que debía diferenciar a sus discípulos de los religiosos de su época (Mateo 5:20). Dice Packer que “el Evangelio trae soluciones al problema del sufrimiento y la injusticia, pero lo hace resolviendo primero el problema más profundo: la relación del hombre con su Hacedor”. Si el Evangelio no nos cambia, ¿qué nos puede cambiar?
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o