Se hace preciso distinguir entre el espíritu del paganismo antiguo, permanentemente vivo a lo largo de estos dos milenios de Cristianismo, y el neopaganismo que está resurgiendo como culto organizado,
Aquí me tiene, querido director de “Protestante Digital”. Este es el cuarto artículo que le escribo sobre neopaganismo. Le dije a usted la semana pasada, y amplio mi observación a sus lectores, que estos no son artículos periodísticos al estilo, más bien son ensayos, con sus fichas bibliográficas, sobre un tema que está en la superficie de nuestra sociedad.
Mi contribución de hoy incluye otro punto:
El Neopaganismo hoy.
En esta andadura por la historia del paganismo dejamos ahora los viejos tiempos y nos acercamos a los tiempos que corren. Los movimientos de la vida no se pierden en la lejanía de los siglos, con frecuencia reaparecen con mayor claridad o apuntando en otras direcciones.
Esto ocurre con el paganismo. Sin embargo, se hace preciso distinguir entre el espíritu del paganismo antiguo, permanentemente vivo a lo largo de estos dos milenios de Cristianismo, y el neopaganismo que está resurgiendo como culto organizado, como un sistema religioso que reclama protagonismo en la sociedad del futuro.
Por lo que respecta a Occidente, el paganismo ha sobrevivido en las entrañas de un Cristianismo adulterado. Pueblos que practican alguna forma de Cristianismo -católicos, anglicanos, ortodoxos, etc.- han abrigado en su seno doctrinas paganas, ritos paganos, costumbres paganas. Aquel desborde de ceremonias paganas con que Roma, la augusta señora del orbe, honraba a sus dioses, sembró sus gérmenes en el ceremonial y en el culto cristiano y manchó definitivamente la pureza del Evangelio. Los siglos no han corregido el error, al contrario, lo han aumentado. Y como escribe Caro Baroja, “la fuerza dialéctica de la Historia concluida, escrita, juzgada, nos domina” (1).
Una gran parte de la llamada literatura cristiana está impregnada de paganismo, sin que muchas veces sus autores sean conscientes de ello. Rappel, uno de los supuestos videntes españoles de más fama en el país, publicó en 1992 un libro sobre santos católicos. El vidente biografía un total de 62 santos. Todo el libro es una carcajada infernal. No obstante, el pagano Rappel se cuida mucho de decirnos en la presentación del mismo que él es “católico y practicante” (2). ¡Para morirse de un infarto! Las 321 páginas de la obra son puro paganismo. El hecho de que entre mayo y junio la editorial lanzara cuatro ediciones demuestra hasta qué extremos el neopaganismo está presente en la sociedad española, aún cuando los paganos carezcan aquí de organizaciones conocidas, como ocurre en otros países.
En el otoño de 1991 los medios de comunicación españoles se enfrascaron en una polémica en torno a la paganización de España. El debate se inició a raíz de unas declaraciones del papa Juan Pablo II realizadas en el Vaticano el 23 de septiembre en las que dijo que los españoles estaban viviendo un neopaganismo. Cándido, interpretando las palabras del papa dijo en la revista “Tiempo” (7-9-91) que “somos una horda neopagana, hedonista, narcisista, beoda y drogadicta”. Por su parte Manuel Hidalgo añadía en el diario “El Mundo” (3-10-93) que “si los españoles nos ofendemos porque el papa nos dice paganos es ya el colmo, porque significa que compartimos sus mismas categorías, aunque no las pongamos en práctica, mejor no digamos por qué”.
El neopaganismo como religión establecida es relativamente reciente. Los historiadores modernos de este nuevo culto dicen que se inició en Inglaterra en torno a 1939. Gerald Brosseau Gardner y Dorothy Clutterbuck, practicantes ambos de la alta magia, son siempre citados como sus fundadores. En 1949 Gardner publicó un libro fundamental para el culto neopagano, “High Magic´s Aid” (“La Ayuda de la Alta Magia) (3). Años después, en 1971 otro inglés, Joe Wilson, practicante a altos niveles de las llamadas ciencias ocultas, dio un importante impulso a la obra de Gardner con la creación de un Frente Pagano y la absorción de pequeños grupos en un Movimiento Pagano.
Paralelamente, el neopaganismo organizado se fue extendiendo por todos los estados de la Unión norteamericana. Uno de sus dirigentes, Tim Zell, fundó en Saint Louis, Missouri, la llamada “Church of All Worlds” (Iglesia de todos los Mundos”), de la que se proclamó sumo sacerdote. Discutiendo el origen del neopaganismo con el escritor Leo Martello, Tim Zell le aclara que Joe Wilson fundó en Inglaterra el Movimiento Pagano, pero no el movimiento en sí mismo, que existía, aunque desorganizado, incluso antes de la intervención de Gerald B. Gardner en 1939. “Por lo que yo conozco –dice Zell a Martello- el paganismo en América se inició en 1958 con el grupo llamado “Comunión Hesperian”, que en 1976 cambió su nombre por el de “Feraferia” (4).
Neopaganismo y brujería.
La relación entre brujería y neopaganismo está fuera de toda duda. Los fundadores del Movimiento Neopagano fueron todos amantes y practicantes de la brujería. Una gran sacerdotisa de la brujería norteamericana, Vivianne Crowley, descendiente del gran brujo Aleister Crowley (5) psicóloga y escritora, lo dice claramente: “La religión que llamamos Wicca está en primera línea del renacimiento neopagano. También se la llama “la Religión Vieja”, porque se basa en las prácticas religiosas de nuestros antepasados paganos: la adoración de lo divino, personificado en una Diosa y en un Dios, que tienen muchas formas y muchos nombres” (6).
Enterados, captamos el mensaje. Pero ¿quién es, o qué es Wicca? El nombre no aparece en ninguna enciclopedia. Ni en la voluminosa Espasa, ni en la prestigiosa Británica, ni en la actualizada Larrousse. No queda otra alternativa que consultar a una Gran Sacerdotisa y biógrafa de Wicca, la ya citada Vivianne Crowley. Esta mujer dice que escribe porque cree que “ha llegado la hora de colocar a Wicca en el contexto de lo que sabemos actualmente sobre las aspiraciones espirituales de la humanidad, y de que ocupe su lugar entre sus antepasados paganos” (7).
Wicca no es el nombre de un dios, ni de una diosa. Es el nombre dado a una organización compuesta por distintos grupos de la brujería moderna. Crowley afirma que el principio de su historia se puede establecer en torno al año 1951, cuando Gran Bretaña abolió la Ley de Brujerías, que condenaba a quienes practicaban esos ritos. Crowley, con su indisimulada pasión por enaltecer todo ese mundo oscuro e impreciso de la brujería, define así lo que es la Wicca: “Como religión, Wicca ofrece una versión de lo que ofrecen todas las demás religiones: una filosofía de la vida, una idea del papel que desempeña la humanidad en el universo y unas manifestaciones de culto por medio de las cuales las personas pueden participar en los misterios de la fuerza vital y, al hacerlo con otras personas, satisfacer sus necesidades al compartir actividades humanas. Lo que diferencia a Wicca de las demás religiones es que la magia simpática y natural forma parte integral de la misma” (8).
Lo que Crowley define como “magia simpática y natural” es brujería pura y dura, incluida la adoración a representaciones demoníacas. Lo reconoce en otro lugar de la obra que vengo citando. Dice: “El Dios se venera en Wicca bajo muchas formas, pero su forma primaria es la de Cermunnos o Karnayna, el Dios con cuernos” (9).
De aquí surge el neopaganismo. De esta mezcla de brujería, actualización de prácticas paganas del lejano Oriente, símbolos cabalísticos, entronización de los astros, oración a la madre Naturaleza, signos astrológicos, manifestaciones estáticas y emocionales que aspiran al control de la mente, etc. La estrecha vinculación entre estas creencias y prácticas ocultistas, esotéricas, y el neopaganismo, la reafirma la gran diosa de la brujería Wicca y difusora del moderno paganismo, Vivianne Crowley, al decir, en frase ya citada, que “la religión que llamamos Wicca está en primera línea del renacimiento neopagano”. Para figurar como miembro en cualquier organización neopagana de las muchas que existen en Estados Unidos y en Europa, hay que entrar por la puerta de la brujería. Otra vez Vivianne Crowley: “Cuando una persona se inicia en Wicca, no se le entrega una Biblia ni ningún otro libro impreso que se pueda comprar en una librería. El texto brujeril equivalente es el “Libro de las Sombras”, y el iniciado lo debe copiar, a mano, a partir del ejemplar de su iniciador (10).
NOTAS
1. Julio Caro Baroja, obra citada, página 65.
2. Rappel, “Los santos nos ayudan”, Ediciones Temas de Hoy, Madrid 1992.
3. Véase Vivianne Crowley, obra citada, página 29.
4. “Black Magic, Satanism and Woodoo”, por Leo Martello, Cohen Editor, New Jersey 1974,página 129.
5. Ver el libro de Patrick Ravignant “Los maestros espirituales modernos”, Plaza y Janés, Barcelona 1972, páginas 270-277.
6. Vivianne Crowley, obra citada, página 13.
7. Vivianne Crowley, obra citada, página 25.
8. Vivianne Crowley, obra citada, página 13.
9. Janson Michaels, “The Devis is alive and well and living in America today”, Award Books, New York 1973, página 74.
10. Vivianne Crowley, obra citada, página 20.
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