Preocupado. Muy preocupado. Así es como me sentí cuando me enteré de la reciente Conferencia ‘Fuego Extraño’ de John MacArthur.
Me explico. Yo estaba muy, muy preocupado porque en los últimos años he hablado en otras lenguas y me he caído al suelo después de experimentar una increíblemente fuerte presencia del Espíritu Santo. Nadie me empujaba. Nadie me estaba manipulando. Era sólo Dios y yo. Predico en los púlpitos de diferentes denominaciones en España (los católicos romanos, sin embargo, todavía no me han invitado: ¿me pregunto por qué?), pero sigo siendo un miembro de las AD (que es 'Asambleas de Dios' para aquellos de vosotros que no son pentecostales).
Desde mi radical conversión a Cristo allá por diciembre de 2002, siempre he sido un pentecostal amante de la Biblia, perseguidor de la santidad y buscador de Dios. Esa fue la manera en que me enseñaron mis líderes. Y la manera que ahora enseño a otros.
Así que,
cuando me enteré de que MacArthur iba a empezar a cortar cabezas en el movimiento carismático sentí que uno de mis maestros de la Biblia más queridos en la última década se acercaba para guillotinarme a mí también. Lo que quiero decir, es que he leído y visto casi todo lo que ha caído en mis manos de MacArthur: sermones, libros, su increíble Biblia anotada, entrevistas en
Youtube con Larry King y la CNN y su documental sobre Charles Spurgeon, etc. Cualquier cosa, si lleva el nombre de MacArthur, lo tengo. Lo único que falta en mi oficina es un poster de tamaño real de John MacArthur puesto en la pared. Lo amo. En serio. Es por eso que temía que mi ‘héroe’ espiritual estaba a punto de ser echado por la borda.
Mis preocupaciones también aumentaron cuando oí informes horribles sobre la Conferencia. Ya sabes, las típicas murmuraciones y rumores de personas que ni siquiera se molestaron en ver un minuto de ella. Más o menos como cuando la gente se entera que soy de Irlanda del Norte y dicen: "Oh, sí, Irlanda. ¡Ahí es donde la gente se mata entre sí porque van a una iglesia diferente!" ¡Qué sin sentido!
Encendí mi ordenador, hice clic en la página web de Gracia a vosotros (Grace to You), escribí la lista de las diecinueve sesiones de la Conferencia en un pedazo de papel A4, y fui minuciosamente a través de cada milisegundo de la enseñanza, lección por lección, con el fin de contextualizar, de manera cuidadosa, cada declaración. También tuve un documento de Microsoft Word abierto todo el tiempo para anotar todos los detalles interesantes. Una vez que terminaba una lección, la tachaba con lápiz de color verde, azul o rojo (dependiendo de qué color tenía más a mano en ese momento).
¿Cuál fue mi impresión? ¿Qué es lo que pienso de la Conferencia? Bueno, gracias por preguntar.
Fue estupenda. ¡Fantásticamente fabulosa! Fabulosa con ‘F’ mayúscula.
La calidad de la Conferencia fue sencillamente extraordinaria. Y sí, permitidme repetirlo una vez más, soy miembro de una iglesia pentecostal. Estoy de acuerdo con casi todo lo que fue compartido desde el púlpito de Sun Valley (California). Perdí la cuenta de la cantidad de veces que he dicho "Amén" y "¡Alabado sea el Señor!'. La amplia gama de profesores - R.C. Sproul (otro héroe de mi larga lista), Steve Lawson, Conrad Mbewe, Tom Pennington, Nathan Busenitz, Phil Johnson (que es Phil, no Bill) y Justin Peters, así como el mismísimo Dr. MacArthur - dieron fantásticas exposiciones de las que cualquier creyente evangélico serio se beneficiaría. También vale la pena mencionar la poderosa segunda sesión de Joni Eareckson Tada 'A Deeper Healing' (Una sanidad más profunda) que me hizo llorar. Me cautivó. Su testimonio fue maravilloso.
Eso no quiere decir que no perciba ciertos puntos débiles en la Conferencia (a pesar de que eran pocos y casi insignificantes). Un par de cosas me vienen a la mente. La primera fue cuando MacArthur cuestionó o puso en duda la existencia de hospitales y orfanatos carismáticos en el mundo. Sólo lo tomo en la buena fe de que el hermano MacArthur fue gravemente mal informado cuando hizo una aseveración semejante. Ese no es el caso. No puede haber ninguna duda de que muchos carismáticos y pentecostales han hecho un tremendo trabajo (inter)nacional a nivel socio-político. Yo los he conocido de primera mano. ¡Algunos de ellos incluso asisten a mi iglesia aquí en Córdoba (España)!
La segunda fue en la sesión de Tom Pennington sobre ‘Un caso para el cesacionismo’. Cuando intentó defender la idea de que los dones milagrosos desaparecieron de la iglesia después de la generación apostólica, rápidamente saltó de la era del Nuevo Testamento a los días de Juan Crisóstomo (347-407) y Agustín (354-430). Como todos los amantes de la historia de la iglesia saben, Crisóstomo y Agustín estaban plenamente convencidos de que los dones ya no estaban operativos en sus días. Y eso está bien. Pero estos dos gigantes espirituales nos escribieron desde la última parte del siglo IV y la primera del quinto. Eso deja al segundo, al tercero y principios del siglo cuarto en paradero desconocido. Y es precisamente en este periodo que podemos leer los asombrosos testimonios de genios teológicos tales como Justino Mártir (100-165), Ireneo (130-202), Tertuliano (160-225), Orígenes (185-253), etc. que estaban encantados de informar de la actividad de los carismas espirituales dentro de la Iglesia de Cristo.
Pero, aparte de estos puntos "débiles”, la conferencia fue excepcionalmente loable por muchas razones:
1.- La pasión por denunciar la enseñanza sin sentido. Ya era hora de que alguien con un poco de peso en el mundo evangélico se pronunciara en contra tantas atrocidades que suceden en el nombre del Espíritu del Señor. Hay toda una cantidad de suciedad por ahí que necesita una limpieza bien profunda. Debe de haber tenido mucho coraje santificado para finalmente denunciar estas cosas y llamarlas por su nombre. MacArthur y compañía seguramente ya sabían de antemano que iban a ser criticados por millones.
2.- El espíritu de la Conferencia. Toda la fuerza teológica de las sesiones se basaba en cuestiones pastorales concretas de la vida. Estos no eran filósofos en su Torre de Marfil discutiendo sobre metafísica e ideales abstractos, sino pastores con los pies en la tierra preocupados por el amado pueblo de Dios. En este sentido, el testimonio de primera mano de Conrad Mbewe de cómo son las cosas en el África contemporánea fue muy aleccionador.
3.- El firme llamado a todos los pastores y creyentes a asegurarse de que están siendo fieles al verdadero Evangelio de Cristo en vez de a ministros fabricados por el hombre y a una religiosidad carnal.
4.- El continuo énfasis, desde el primer día en adelante, en la absoluta suficiencia de la Sagrada Escritura.
5.- La palpable sensación de temor del Señor en todos los conferenciantes.
6.- También estaba muy emocionado de que los oradores en la Conferencia fueran hombres de Dios irreprensibles. Ninguno de ellos ha sido alguna vez pillado manipulando a sus congregaciones, robando dinero o descubierto en la cama con otras mujeres (¡u hombres!) Sus vidas son absolutamente limpias y son más que ejemplares para el resto de nosotros (sobre todo para nosotros los predicadores jóvenes que necesitamos desesperadamente algunos modelos de resonancia a seguir).
7.- Una nota positiva final fue cómo MacArthur se tomó la molestia de grabar un vídeo, previo a la Conferencia, en él se acercó a los “pentecostales fieles" que también desprecian los abusos que hoy en día se dan del Espíritu (puedes verlo
en este enlace en inglés.
Desafió a todos los pentecostales a condenar a los modernos falsos profetas de hoy en día y sus prácticas manipuladoras que se encuentran en medio nuestro.
Espero y oro que muchos de mis santos compañeros llenos del Espíritu Santo se levantarán y tomarán nota. Me alegro de que MacArthur fuera lo suficientemente sensible como para darse cuenta de que no todos los pentecostales son mentes muertas y que es posible encontrar carismáticos con un espíritu crítico basado en la Palabra de Dios. Muchos de nosotros estamos en contra de las mismas cosas que la Conferencia ha señalado.
¿De qué tipo de cosas estamos hablando?
Música desenfrenada y sin sentido que repite la misma línea/coro siete mil veces; la religión del "yo, yo, yo” que se basa totalmente en nuestros caprichos y sentimientos; predicadores manipuladores que chupan a la gente su dinero arduamente ganado para construir su esquema de Ponzi; la falta de rendición de cuentas de tantos ‘profetas’ itinerantes; herejías desvergonzadas que van tan lejos como para negar incluso los fundamentos de la fe (es decir, la naturaleza trina de Dios, las dos naturalezas de Cristo, la salvación por la fe sola, etc. ), una tendencia generalizada a decir "Dios me dijo" cuando Dios nunca le dijo nada; el liderazgo abusivo; una clara desviación de los mandamientos explícitos de la Escritura; y sermones que son poco más que ‘mensajes motivacionales’ en lugar de serias exposiciones del texto bíblico. La lista sigue y sigue…
Aconsejo sinceramente a cualquier pentecostal que se aísle del mundo durante un par de días y vaya a través de las más de veinte horas de enseñanza de la Conferencia para que el Señor ponga una carga sobre lo que tenemos que hacer como denominación. Es hora de que alguien empiece a hablar claro. ¡Qué pena que haya tenido que ser un no-Pentecostal el que ha tenido que hacerlo! Líderes pentecostales valientes y piadosos como David Wilkerson (1931-2011) y B.H. Clendennen (1922-2009) han predicado contra tales inmundicias a lo largo de las últimas décadas. Pero se han ido a casa con el Rey Jesús. Todo depende de nosotros ahora. El futuro nos espera. Dios nos ha dado una boca. ¡A usarla para su gloria! ¡Es hora de apagar todo el fuego extraño que se hace en el nombre del Señor!
Agradecido. Muy agradecido. Muy, muy agradecido. Así es como me sentí cuando la conferencia ‘Fuego Extraño’ llegó a su fin.
Agradecido por la enseñanza. Agradecido porque yo no he sido guillotinado. Agradecido porque puedo seguir adelante y poner mi nuevo cartel de John MacArthur en la pared.
Traducido por Julian Esquinas
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