He titulado este breve comentario de ‘Sembradoras, Cuerpo y alma’, y os diré por qué. Tiene ya siete años de vida, y aquel bebé que acababa de nacer en 2007 ha ido creciendo, madurando y desarrollándose. Ahora ya se puede ir viendo su personalidad, y lo que puede llegar a ser.
Y aunque yo no estaba en el “espíritu” que le dio vida, sí que asistí al parto. Los que la estamos siguiendo de cerca recordamos muy bien cuál fue el evento que la dio a luz y el propósito inicial: el 75 aniversario de la Iglesia Evangélica que se reúne en Paseo de la Estación 32, y la ocasión que aquel aniversario supuso de darnos a conocer en nuestra ciudad.
Desde aquellos primeros pasos, bonitos y tambaleantes, su evolución ha sido notoria.
Hablando del CUERPO, que es lo primero que encontramos, ¿recordáis, los que también estabais allí, cuando Jacqueline puso en nuestras manos aquel primer número, recién salido de la imprenta, como nos parecía mentira... tan bonita, tan buen papel, tan buena portada, tal diversidad de contenido, tantas páginas (cuarenta)... ¡No era una revista al uso!
Después de observar la brillantez del cuerpo, nuestros ojos reposaron en la pintura de la portada, el rostro de la revista. Aquí tenemos que parar para dar las GRACIAS a Miguel Elías, nuestro pintor amigo. ¡Cómo nos conoce! ¡Cómo ha acertado en las portadas de los siete números hasta aquí publicados, cada una diferente pero todas con elementos comunes: el trabajo de la mujer, la belleza de una flor, y la cosecha, el resultado de unificar los dos elementos! Me gusta mucho esta última portada que hoy presentamos, con sus dos variantes, el hombre y la mujer yendo juntos al trabajo, y la concha de vieira sobe unos legajos de papel, símbolo del agua que sacia la sed del caminante.
Y ¿qué decir del contenido? Hay en este cuerpo de papel 72 páginas, a diferencia de las 40 del primer número, e imaginaros lo que esto significa. El propósito inicial ha ido cambiando. Después de siete años, ya no se puede alegar ignorancia de quiénes somos ni dónde estamos, pero queremos seguir con vosotros y daros a conocer a la Persona que transformo nuestras vidas. Así que, al hablar del contenido, nos encontramos con una revista monográfica de altura, que una vez leída, haremos bien en añadir a nuestra colección de los números anteriores para volverla a leer de vez en cuando. Sus autores, bien seleccionados, abordan los temas en profundidad aunque sea de forma muy concisa: buenos artículos, buena poesía, buenos reportajes, buenas reflexiones, buenas entrevistas, y aun buenas despedidas de aquellos que han puesto, antes de partir, su última semilla en el surco.
Una vez analizado el cuerpo, quiero hablaros del ALMA, Jacqueline Alencar, su directora. De las que llevan la semilla en la talega, ella es la primera. Es la que en el surco fresco extiende también su mano primero. Cuando la semilla es la Palabra, el resultado no nos pertenece, el Espíritu de Dios lo dará en su tiempo. Jacqueline sabe elegir los escritores según el tema elegido. Ella es capaz de hacerlos escribir a tiempo para que se siembre en buena sazón. Ella injerta en buenos colaboradores su entusiasmo por la revista. A ella le anima el saber que la Palabra sembrada sale de la iglesia a la sociedad que la necesita. Ella, como conocedora del “medio”, sabe también que para muchos la página impresa será el primer mensaje acerca de Dios que acepten escuchar. ¡Muchas gracias, Jacqueline!
Finalmente me gustaría decir que a esta personalidad de CUERPO Y ALMA que tenemos aquí nos encantaría seguir viéndola crecer, y que lo que empezó como una pequeña semilla se transforme en un árbol grande, que puede llegar con su fruto y su sombra muy lejos...
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